La Finca Santamarina se llena de jóvenes campistas

Paisaje de tiendas de campaña montadas, o en proceso de preparación, en la parcela ourensana (Foto: MARTIÑO PINAL)
Hubo quien llegó durante la noche del miércoles y eso que el horario oficial de apertura de la acampada del Derrame Rock era a las 10 horas de la mañana de ayer. Tantas son las ganas de rock'n'roll que los asistentes al festival traen en el cuerpo que desatendieron los horarios oficiales para instalar el que será su lecho de descanso hasta la mañana del domingo antes que nadie, pero los organizadores les permitieron porque no eran muchos
La cantidad aumentó momentos antes de la apertura oficial y, cuando los miembros de Protección Civil llegaron a la finca Santamarina, donde está ubicado el campamento, varios coches esperaban a sus puertas.

Los asistentes al Derrame Rock vienen de lejos. Bilbao, Alicante o Madrid son solo algunos de los puntos de procedencia. Como los kilómetros que les separan de Ourense se cuentan por cientos en algunos casos, la mayoría condujeron de noche, aparcaron su vehículo en la zona especialmente habilitada para ello, montaron la tienda de campaña y se dirigieron a los supermercados próximos a hacerse con alimentos y bebidas. Al terreno llegaron también algunas caravanas, a pesar de que la mayoría optó por la acampada tradicional.

Antes de la hora de comer, alrededor de un centenar de tiendas de campaña cubrían buena parte de la finca, pero el público continuó llegando durante todo el día. Un solo requisito para poder instalarse: mostrar a los miembros de Protección Civil las entradas al festival, que ayer cambiaron por pulseras. Éstos, además de comprobar que ningún acampado era ajeno al Derrame Rock, les indicaban que dejasen caminos entre las tiendas para permitir el paso de la gente. Por lo demás, la ubicación de cada una era elección de sus integrantes.

Buena parte de los asistentes trajeron consigo banderas identificativas de sus lugares de origen, además de alguna otra identificativa de sus ideologías. Así, las nacionalistas gallegas y catalanas y las republicanas colorean las entradas de las tiendas. Pero no era lo único que el público traía consigo. El sol amenaza, también quiere asistir al Derrame Rock, y ellos lo saben. Por eso, algunos fueron precavidos y acompañaron su equipaje de sombrillas. Otros, más precavidos todavía, lo hicieron con toldos

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