Francisca Molina, “Paquita”, llevaba años queriendo participar en un proyecto social, pero no disponía de tiempo libre. En 2019, descubrió la actividad nocturna de Cruz Roja de acompañamiento a personas en situación de calle, y dio el paso. “De mañana y de tarde no tengo tiempo disponible, pero encontré ese hueco por las noches y me metí, ahí puedo ayudar y colaborar”, explica. Habla de la satisfacción de ser voluntaria: “Yo recibo más de lo que doy. Yo doy dos horas de mi tiempo, pero la satisfacción que sientes no tiene precio. Cuando vamos a ofrecerles un café y un bollo interactúas con ellos, se sienten vistos, hablan contigo, se alegran de la visita”. Reconoce que al principio no era un voluntariado fácil: “Las primeras veces hay situaciones que te impactan y casi no desconectas, pero poco a poco te vas haciendo. Ves la realidad que está ahí y que no queremos ver”.
Anima a la población a sumarse a proyectos sociales: “Yo le diría a la gente que pruebe al menos una vez, porque esto te engancha, te llevas muchas alegrías. Y como en el proyecto que estoy yo, en los miles que hay”.n