PENSIONES

"Si no fuera por la ayuda de mi padre, moriríamos"

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photo_camera Manuela Vázquez y Pilar Veiga.

La situación de los pensionistas ourensanos es sangrante en algunos casos, especialmente entre las mujeres, las más afectadas

La situación de los pensionistas ourensanos es sangrante en algunos casos, especialmente entre las mujeres, las más afectadas por un pasado en que sacar adelante a la familia impidió que en muchos casos cotizaran los años suficientes para contar con una pensión lo suficientemente digna. Es el caso de Manuela Vazquez, que a sus 71 años tiene que hacerse cargo en la actualidad de su padre, que está a punto de cumplir 100. Todo eso habiendo pasado por enfermedades importantes y viviendo con una insuficiencia renal del 30%.

"Es una vergüenza que nos traten así después de haber cotizado más de 20 años. Yo perdí los mejores años de mi vida para que funcionase la familia, después coticé 22 años y ahora cobro 632 euros. La subida del 0,25% es denigrante", dice esta mujer, que aguanta como puede y con la ayuda de la pensión de su padre, también baja. "Si no fuera por su ayuda, aunque sea poquita, moríamos los dos", asegura.

Cesta de la compra

Pone como ejemplo de la subida de los precios la dificultad a la hora de intentar llenar la cesta de la compra. "Antes con 30 euros la llenaba y ahora tengo que bajar la calidad para poder aguantar", dice.

Tuvo que cuidar a sus dos hijos y ahora cuida a su padre, a punto de convertirse en un hombre ya centenario. "Ya ni pienso en ir al balneario, que me gusta, o caprichos, porque es imposible", relata. A veces, confiesa, siente que el Gobierno "nos trata como número, y no como personas".

También es precaria la situación de Pilar Veiga, de 83 años y casada. Apenas percibe 114 euros, que le vienen de la pensión de su etapa en la emigración en Francia. "Co que aforramos ali puidemos comprar unha casiña aquí na cidade e o meu home conseguiu meterse na construción", indica. Con la cantidad que percibe, Veiga no podría mantenerse, y ni siquiera con la de su marido consiguen llegar holgados. "Ao final somos dous a manter, e tamén tivemos que manter ao fillo ata que se independizou e agora estamos mandándolle cartos a neta todos os meses", relata.

Ama de casa

Desde que regresó de la emigración no cotizó, y se mantuvo como ama de casa. El complemento vital para ella y su marido "é a colleita que imos tendo na horta que levamos moitos anos cultivando na aldea", indica. Ella es originaria de Vilariño de Lama Má, en el concello de Baños de Molgas. Ahora, residen en el barrio de A Milagrosa, en la capital.

La subida de la que habla Rajoy a ella no le va a afectar, y a su marido le afecta el famoso 0,25%. "Co que subiu a vida, esa suba non chega a nada", explica. Dan gracias de que haber comprado un piso en los 70, porque "un aluguer agora non o poderiamos pagar", confiesa. 

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