La gasolina vuelve a subir en Ourense tras semanas de precios contenidos

El precio de la gasolina vive en niveles más asumibles para los consumidores desde el inicio de la Guerra en Ucrania, a finales de febrero, un periodo en el que provocó incluso un paro general del sector del transporte. Tal era la gravedad la situación, que el Gobierno decidió aplicar una bonificación de 20 céntimos por litro repostado que prorrogó hasta finales de año. Los precios llegaron a superar los dos euros por litro en los peores momentos, aunque en las últimas semanas se produjo una tendencia a la baja, que llevó los precios de los surtidores hasta el nivel más bajo desde el estallido del conflicto, aunque la senda de los últimos días es de nuevo alcista. Según los datos de Geoportal Gasolineras, dependiente del Gobierno, el litro de gasolina de 95 cuesta, de media, 1,77 euros, lo que no se veía por Ourense desde primavera. Además, teniendo en cuenta la ayuda oficial, el litro quedaría en 1,57 euros. Atrás quedan los momentos más delicados, en los que este carburante llegó a pagarse en Ourense a 2,19 euros a mediados de junio. La gasolina 95 es el producto más barato -para coches- de las gasolineras ourensanas, después de desbancar al diésel, un hito que se produjo el 14 de agosto. El gasóleo cuesta ahora, de media, 1,93 euros, aunque llegó a tener un coste de 2,13 euros durante el verano. Los conductores ourensanos reaccionaron a los precios, y modificaron su consumo en función de las subidas y bajadas. Cuando los precios estaban más altos, en junio, los habitantes de la provincia redujeron en 755 toneladas su demanda de todos los tipos de combustible en relación al mismo mes de 2021, cuando todavía coleaban las restricciones por la pandemia, según los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), una entidad de derecho público tutelada por el Ministerio para la Transición Ecológica. Este junio se consumieron 2.419 toneladas de gasolina 95 y 13.742 de gasóleo, que fueron subiendo -a medida que remitían el precio- hasta alcanzar en agosto las 3.828 de toneladas de gasolina 95 y 17.312 de diésel. A pie de surtidor, José Manuel Cid admite que no redujo el uso de su coche, aunque valora lo últimos descensos. Con todo, considera que “sigue estando caro”, y se muestra escéptico con la posibilidad de que el litro pueda seguir bajando. “Lo máximo que bajará es a 1,50”, considera. Diagnóstico parecido hace en el mismo entorno Juan Atanes, aunque su coche sí que pasó algún tiempo en el garaje cuando los surtidores marcan cifras récord. “Tenían que bajarlo a como estaba antes, 1,40 por litro o menos, y espérate a que quiten los 20 céntimos de ayuda”, aseguró. Sin embargo, no tiene grandes esperanzas para el futuro, ya que considera que “cuando lo suben, al poco tiempo no vuelven a bajar”, y ve los últimos descensos como algo puntual que pronto puede ser revertido. “Ahora la bajan y en cualquier momento la vuelven a subir”, concluyó. “El precio del barril de crudo y el del refinado ya no van tan parejos” El mercado de los combustibles se muestra muchas veces hermético para los consumidores, que suelen estar atentos a los cambios en el precio del crudo con la esperanza de que sus bajadas lleguen a los surtidores. Sin embargo, esto no suele ser así, y es que como explica el presidente de la Federación Gallega de Estaciones de Servicio (Fegaes), Julio López, “lo que pasó en estos últimos dos años es que el precio del barril y el del refinado terminado ya no van parejos, no siguen la misma línea, que sí seguían antes”. “Nos ha pasado que estaba subiendo el precio del petróleo y el precio del refinado estaba bajando, y eso es un dato que despista al consumidor”, agregó. Este fenómeno se debe a los “cuellos de botella” que se producen en la industria del refinado, que es el producto que, según López, realmente escasea, más allá de la oferta existente de petróleo en un determinado momento. Por este motivo, los expertos encuentran muchas dificultades para predecir la futura evolución de los precios, y no se atreven a pronunciarse sobre los efectos de la decisión que tomó la alianza OPEP+, liderada por Arabia Saudí y Rusia, de reducir su bombeo en 2 millones de barriles diarios, lo que supone el mayor recorte de la oferta petrolera desde mayo de 2020. Por lo pronto, el precio del barril procedente de estos países trepó en la jornada hasta los 94,05 dólares, un 2 % más. La incógnita es saber ahora como reaccionará el precio que marcan los surtidores, en los que López asegura que desea ver las cifras más bajas posibles. “Los gasolineros lo que queremos es que el precio del producto baje, porque anima el consumo y solemos tener más demanda”, concluyó.