Carlos P. P: “Había bebido, pero me veía en condiciones de conducir”

El acusado, ayer declarando por videoconferencia ante el Juzgado de lo Penal 2 de Ourense.
photo_camera El acusado, ayer declarando por videoconferencia ante el Juzgado de lo Penal 2 de Ourense.
Carlos P. P., acusado de arrollar a un repartidor en la calle Progreso, tiene una condena por el homicidio de un motorista

“A ver, que solo fue un accidente. Había bebido, pero me veía en condiciones de conducir”. Así, con actitud chulesca, declaró ayer desde la cárcel ante el Juzgado de lo Penal 2 de Ourense el acusado por embestir borracho con su coche a un joven repartidor en moto y arrastrarlo a lo largo de 18 metros por la calle Progreso. Aquella noche del 1 de junio de 2020, en plena pandemia, hacía solo 15 días que Carlos P. P. había salido de prisión preventiva (aún sin juicio) por el homicidio doloso de otro motorista, al que arrolló y arrastró bajo su vehículo durante 50 metros, antes de acelerar y huir del lugar.

En la vista de este jueves, el denunciado reconoció ante la jueza que había ingerido alcohol antes de ponerse al volante el 1 de junio de 2020. Sin embargo, aquella noche negó ser el conductor del vehículo, coaccionó al amigo que iba de copiloto para que dijera que conducía él y se negó a hacer una segunda prueba de alcoholemia y una prueba de drogas, según declararon ayer tres agentes que acudieron al lugar del accidente.

Los hechos investigados ocurrieron cuando el encausado y un amigo circulaban en un coche por la calle Progreso en dirección a la calle Coruña. Según el escrito de acusación, “debido al estado de inseguridad en que se encontraba por la anterior ingestión de bebidas alcohólicas, no se percató de que en el semáforo allí existente se hallaba detenida una motocicleta a la cual arrolló y arrastró 18,1 metros”, señala la fiscal.

La víctima, que declaró en condición de testigo, aseguró que había detenido su moto “porque el semáforo estaba en rojo y que un coche le impactó por detrás”. Como consecuencia, sufrió fracturas del parietal derecho y la tercera costilla izquierda, policontusiones y escoriaciones. Unas lesiones por las que ya fue indemnizado. Además, la víctima reconoció ante preguntas de la fiscal que el enjuiciado se acercó, después del accidente, al negocio de su padre, aunque no precisó para qué.

El amigo de Carlos P. P. que aquella noche lo acompañaba en su coche también confesó que habían bebido “al menos dos o tres cervezas”. Además, se ratificó en que el acusado lo presionó para que dijera que conducía él, algo que no hizo. Y un testigo que circulaba en otra motocicleta identificó al enjuiciado como la persona que iba al volante.

La primera y única prueba de alcoholemia, practicada ya en comisaría, fue positiva y dio un resultado de 1,12 mg de alcohol por litro de aire expirado. Además, según los tres agentes que testificaron ayer, el acusado presentaba signos de alcoholemia más que evidentes. “Está claro que estaba borracho; le costaba mantener el equilibrio”, dijo uno de ellos. Los tres policías se ratificaron en que aquella noche el denunciado se negó a hacer una segunda prueba de alcoholemia y una prueba de drogas, pese a que le explicaron las consecuencias penales de ello. También negaron haber lesionado al detenido y señalaron que las heridas que presentaba en su brazo izquierdo se las había provocado el airbag al explotar.

La fiscal, que tachó los hechos de “graves y reiterativos”, solicitó por dos delitos contra la seguridad del tráfico una pena de 10 meses de cárcel y cuatro años de privación del permiso de conducir. La causa quedó vista para sentencia.

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