Debilidad o adormecimiento en un lado del cuerpo; dificultad de visión, en el habla o en la comprensión del lenguaje; dolor de cabeza más de lo habitual, vértigo o inestabilidad son síntomas que deben tenerse en cuenta ante un posible ictus. En el 2020, pese a que la pandemia redujo las urgencias no covid, el CHUO activó 222 veces el código ictus con este tipo de pacientes. “Es una enfermedad que cada año va a más, por lo que una actuación rápida es vital para la recuperación”, señala Luis López, neurólogo del CHUO.
López coordina el llamado código ictus, donde los urgenciólogos, intensivistas y radiólogos cobran especial importancia. “Cuando se presentan con una sintomatología similar activamos este protocolo para someterlos a las pruebas necesarias en el menor tiempo posible y nos coordinamos con el resto de especialistas”, explica Francisco Aramburu, jefe de Urgencias. Antes de la pandemia, el servicio se sometió a una auditoria que determinó una atención en 18 minutos “desde que el paciente entra por la puerta hasta el inicio del tratamiento”.
Pese a todos estos esfuerzos de coordinación, los sanitarios se encuentran con algunas dificultades. El CHUO es el único hospital gallego que carece de una Unidad de Ictus que mejora la atención de este tipo de pacientes y López lo considera uno de los pilares para favorecer su recuperación: “Es tan importante como la prevención, las terapias revasculadoras o la rehabilitación y ayuda a reducir la morbilmortalidad”.
Otro de los hándicaps para tratar los ictus es la imposibilidad de aplicar una trombectomía mecánica (casos graves), por lo que se les deriva a Vigo. “Este traslado debe de hacerse de forma muy urgente para evitar perder un tiempo que es oro”, comenta Aramburu. En 2020, 54 pacientes se enviaron a la ciudad olívica para someterse a este tratamiento. Una cifra que sigue en aumento, ya que en un año se duplicó. Además, trataron a 74 personas con fibrinilosis (trombos pequeños). “Son números que seguirán creciendo”, opina López.
El ictus es la segunda causa de mortalidad en el mundo y la primera de discapacidad. El acceso a una rehabilitación integral ayuda a minimizar las secuelas que pueda dejar. “Las posibilidades son mayores si se dispone de un tratamiento dos o tres días después de sufrirlo que hacerlo cuando pasen dos meses”, apunta el neurólogo. Las previsiones, según Aramburu, son de incrementar cada año el número de pacientes: “Es posible que en los próximos 20 años aumenten un 40% los casos”.
El tratamiento avanzó mucho en los últimos años, al igual que la concienciación entre la población ante la sintomatología. “Cuando comencé hace 30 años en Urgencias, estos pacientes se dejaban aparcados y solo se vigilaban. Ahora se cuenta con muchos avances y una sensibilización que ayuda a una atención inmediata”, indica Aramburu. Acudir a los especialistas lo más pronto posible decidirá entre “la vida o la muerte”. Cuatro a cinco horas es el tiempo decisivo que manejan desde la aparición de síntomas.
El envejecimiento y la tensión arterial, dos de los factores para poder sufrirlo
El neurólogo Luis López pone de manifiesto los factores clave para provocar un ictus. La hipertensión, el envejecimiento, el tabaquismo o el alcoholismo, la diabetes o la obesidad incrementan las posibilidades de sufrirlo. “La prevención es muy importante, por lo que controlar la tensión, el azúcar y el colesterol es esencial”, reconoce.
Las situaciones de estrés también influyen en estos casos, por lo que mantenerlo bajo control es una buena arma. Cambiar los hábitos con una reducción del consumo de tabaco y alcohol serán de ayuda. “Debemos concienciar sobre ello, pero también sobre los síntomas. Todo unido permitirá que las posibilidades de recuperación se incrementen”, apunta López.
Pese a ello, la población envejecida de la provincia es más susceptible de sufrir ictus por esta condición. A mayor esperanza de vida, más casos surgirán, especialmente entre las mujeres.”Es importante estar atento a cualquier alteración”, añade Francisco Aramburu.
La creación de una Unidad de Ictus, en una provincia con una tendencia creciente en estos casos, ayudaría a mejorar la atención. “Sería beneficioso para todos los ourensanos que puedan tener un ictus”, comenta López. Este espacio permitiría controlar a los pacientes de forma más intensa y especializada, así como minimizar el tiempo en la aplicación de los tratamientos que requiera el enfermo. En definitiva, la “rapidez es la clave”.
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