Director de la Axencia galega de Industrias Culturais (Agadic)

Juan Carlos Fernández Fasero: 'Hay muchas manifestaciones culturales deficitarias de público que hay que mejorar'

Juan Carlos Fernández Fasero, con unos ejemplares del periódico. (Foto: Martiño Pinal)
Desde hace apenas unos días, Juan Carlos Fernández Fasero es el nuevo director de la Axencia galega de Industrias Culturais (Agadic). Esta decisión le ha hecho renunciar a su labor de músico, productor y político, pero afronta con ilusión un cargo en cuya esencia está el trabajo por lograr el reconocimiento de los artistas gallegos, con lo que lleva soñando desde hace décadas.
Vinculado toda su vida a la carrera musical, al ourensano Juan Carlos Fernández Fasero se le conocía por su labor como músico, compositor, productor y arreglista. Ahora cambia de rumbo y pasa a una labor más de despacho como director de la Axencia galega de Industrias Culturais (Agadic).

¿Qué representa en la trayectoria de Fasero esta nueva responsabilidad?


Supone un momento de reflexión y un salto al otro lado. Yo estoy más acostrumbado a la parte artística y empresarial relacionada con la música y como tal era usuario del Agadic, pidiendo ayudas o presentando proyectos. Además, como miembro fundador de las asociaciones que hay actualmente del sector estaba relativamente acostumbrado a pedir y sugerir. Ahora me encuentro del otro lado. Es ilusionante porque todo aquello que yo reclamaba quizás tenga ahora la oportunidad de ponerlo en marcha, pero también es preocupante porque son muchas cosas las que hace la agencia.

¿Con qué filosofía asume la dirección?


Los pilares básicos de actuación para mí serán la formación, intentar mostrar fuera lo que se hace en Galicia, marcar una serie de ejes estratégicos en los que poder movernos, trabajar en la promoción y captar público porque hay muchas manifestaciones culturales deficitarias en este sentido y hay que trabajarlo. En el fondo todas ellas van un poco unidas.

¿El sector audiovisual quedará dentro o fuera del Agadic?


Aún no he tenido la oportunida de hablar con el presidente, pero lo que él ha dicho es que todo el audiovisual iba a estar en un único sitio. Eso es coherente porque antes estaba muy desperdigado y el Agadic llevaba una parte relativamente modesta del sector. Que esté o no esté en el Agadic tampoco es ahora mismo fundamental, lo importante es que esté agrupado en algún sitio y eso es lo que reclama el sector para tener un único interlocutor. Claro que la Axencia dentro de sus funciones puede tener el audiovisual, pero no sólo es llevarlo, sino que se requiere también de presupuesto y personal, y en estos momentos el Agadic es casi una institución que está en desarrollo, viene de lo que era el antiguo Igaem y fue una mala muerte para el Igaem y un mal nacimiento para el Agadic. Creo que hay que corregir muchas cosas antes de ponerse a asumir más, porque también podría acoger libro o exposiciones artísticas. El Agadic no es una mala herramienta pero hay que desarrollarla y ahí es donde intervengo yo.

Pero desarrollar una agencia como esta no es tarea sencilla. ¿Qué metas se ha marcado?

La tarea es más bien complicada, pero también es parte de esa ilusión. La pretensión es casi casi hacerlo desde abajo y hay muchos aspectos por mejorar: no hay organigrama interno, ni estatutos, ni contrato con la Administración... El Agadic es una institución que potencia, patrocina, promueve e inyecta dinero a las empresas culturales. Ante el reclamo de éstas, el Agadic genera unas líneas de ayudas, por lo que hay que dotarlo de agilidad para analizar las propuestas que le lleguen y poder echar una mano para que la cultura gallega tenga cada vez más presencia. Nosotros ayudamos a que las empresas puedan llegar más lejos de lo que podrían llegar sin nuestra ayuda.

¿Cómo está la industria cultural en Galicia?


La industria cultural a nivel mundial es la tercera industria. En Galicia, la particularidad que tiene es que está muy atomizada, hay muchísimas pequeñas empresas. Esto es bueno para determinadas cosas, porque son más ágiles y pueden hacer productos más concretos, pero puede ser un impedimento para grandes proyectos o para poder llegar a competir con multinacionales. El gran reto de la cultura gallega es conseguir difundirse desde aquí, hacer industria. En este sentido, nosotros lo que tenemos que hacer es promover e intentar que las empresas quieran mejorar sus lanzamientos, pero no obligamos.

¿Qué peso tiene Ourense en este campo?


Se puede decir que tiene muy poco pero muy bueno. En Ourense puede haber cuatro o cinco empresas que utilicen los servicios del Agadic. En el total de la agencia no representan un gran peso pero en el impacto que tienen sí, sobre todo en teatro y música, mientras que en la danza es más bien poco y en el audiovisual hay empresas que están empezando a hacer cosas.

¿El mundo de la música al que usted pertenece es el de mayor protagonismo dentro de la industria cultural que se hace en Galicia?

Dentro del Agadic, la música hasta ahora tuvo muy poco peso, pero sí es cierto que es la actividad más visible. El que más proyectos presenta es el audiovisual, la danza es todavía relativamente joven y el teatro es el que más años lleva y el que está más vertebrado.

Asumir esta dirección ha repercutido en su vida. ¿La decisión fue complicada?


Dejé ‘Zouma Producciones’, de la que era director, y también paralicé mi actividad como músico, que fue lo que más me costó. La decisión fue meditada, pero es una fase de mi vida. Es una labor más de despacho, pero también hablas con mucha gente, compartes puntos de vista y eso está bien. Además, yo llevo 20 años soñando con un reconocimiento para los artistas gallegos y ahora me ponen en las manos una herramienta que puede facilitar eso y no le iba a decir que no.

¿Cree que el Festival de Cine de Ourense se está llevando por el camino adecuado?


No depende de mí, pero en todo caso creo que hay una cosa fundamental cuando alguién quiere organizar un espectáculo como un festival y es la repercusión que puede tener. Si el coste de ese festival es inferior a la repercusión no merece la pena, al menos de la forma que se está haciendo.

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