Delegado en Ourense del Instituto de Medicina Legal de Galicia

Julio Jiménez: ‘El momento del levantamiento del cadáver aporta el 80% de la información de la autopsia’

 Julio Jiménez, delegado del Imelga en Ourense, en su despacho. (Foto: Miguel Ángel)
Julio Jiménez nació en la localidad de O Barco, en 1960.
Licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela, en su primera etapa ejerció en atención primaria en distintos núcleos rurales de Ourense. Ejerce como médico forense desde 1990. Es especialista en medicina legal y forense y posee un máster en derecho sanitario.
¿En qué medida el trabajo forense contribuye de una manera decisiva a la investigación de muertes violentas?

Somos más decisivos que antes. Cuando digo somos quiero decir la investigación criminalística. Ésta ha cambiado mucho. Antes, frente a un homicidio, se determinaba que una muerte se había producido por un navajazo en el corazón, y se acababa el trabajo: herida incisa que interesa a miocardio, fallecimiento por hemorragia. Ahí se acababa el informe de la autopsia y se iba a juicio. Hoy te exigen más, que determines la posición de agresor y víctima, la posición de las manchas de sangre, si intervinieron terceras personas, si hubo agresión sexual antes o después, si existió o no ensañamiento, etcétera. Por otra parte, se hacen pruebas analíticas en casi todos los homicidios, aunque no sean necesarios. La sociedad también te exige que seas más científico.

¿Qué tipo de pruebas analíticas?


Hay que descartar todo tipo de situaciones. Pongámonos ante una agresión sexual. Hay herida, señal de violencia, y se acabó. Eso era antes. Hoy se hacen tóxicos, porque en el juicio se va a poner en cuestión si la persona estaba drogada. El agresor para intentar reducir la pena, la víctima para decir que no sabía lo que hacía porque la habían drogado. En la actualidad es impensable una prueba de valoración sin hacer un estudio del ADN.

Cuando ustedes se enfrentan a un cadáver, ¿qué preguntas le hacen?


Existe un protocolo. Si sospechas que la muerte es un homicidio y hay terceras personas implicadas, lo primero es preservar la zona en que aparece el cuerpo. Una vez que entramos la policía científica y nosotros, hay que determinar dónde puede haber huellas, pisadas, un indicio que pueda tener importancia. Se filma o se fotografía. Se marcan las zonas, y se accede al cuerpo. Antes de tocar, se comprueba la muerte, si no es muy obvia. El segundo paso es la identificación, y conocer la data de la muerte y sus circunstancias en el momento del levantamiento. El levantamiento aporta el 80% de la información sobre la autopsia. Es fundamental. En el caso de Laura Alonso se llegaron a acotar kilómetros cuadrados de distancia. No pasa nada por no dejar que nadie entre. La policía judicial delimita las zonas, nos vamos acercando al cuerpo. Hacemos una primera manipulación del cadáver, intentando preservar todas las huellas (ADN). Lo aislamos, para no contaminar. Y a continuación lo manipulamos para tener una primera impresión, que en la mayoría de los casos es la buena.

Una vez en la sala de autopsias, ¿cómo continúa el protocolo?


Confirmamos la identificación, tomamos datos antropométricos, observamos si hay cicatrices, tatuajes, lesiones, muestras de agresión sexual. La Policía científica está con nosotros, recogiendo muestras que necesita o haciendo el reportaje fotográfico. Se van comentando los datos que tenemos, qué posibilidades hay de que sucediesen las cosas como cada uno creemos. Si suponemos que hubo un disparo que entró por vía anterior, hay que calcular dónde estaba el agresor, desde qué distancia se pudo haber hecho. Comentamos las posibles posiciones. Tomamos muestras para toxicología, adn, antisopos, etcétera. Una vez recogidas las muestras, se comienza el examen interno. Se actúa de un modo u otro dependiendo de lo que se busque.

¿En qué medida la tardanza de los resultados de algunas pruebas puede dificultar la resolución de un caso?

La ventaja del Instituto Nacional de Toxicología es que tiene un gran volumen de trabajo, pero nosotro disponemos de un contacto directo con él. Si a mí me interesa un caso concreto, si pueden, lo pasan por delante, y me llaman y me comentan antes de que lleguen los resultados por escrito. Pedir tales pruebas, hablar con la policía... hay contacto fluido y directo.

El cadáver habla de la víctima, pero también de la persona que le ha producido la muerte, ¿no?

Claro. Siempre de forma indirecta. Hecha la autopsia, hay que elaborar el informe, interpretar los datos, defender eso en un juicio. Lo que nos hacen sospechar los muertos, luego hay que confirmarlo. Una cosa es pensar que entre usted y yo digamos, ‘esto debió pasar así’, y otra defender en un juicio que ‘ha sido así y así’. Al juez tengo que decirle ‘pasó esto, esto y esto, por esto, y tengo la certeza casi absoluta de que fue así’. En medicina no existe la certeza absoluta, pero sí la casi certeza, la probabilidad. Si no es así, tengo que dejárselo claro al tribunal.

A nivel científico, ¿existe el crimen irresoluble, perfecto, porque el escenario o el cuerpo no digan nada del culpable?

Yo creo que no. El crimen perfecto es el que no se descubre. Y si no se descubre puede ser por muchas razones, entre ellas porque los indicios no son concluyentes. En Ourense hay algún caso en el que hay indicios para creer quién cometió determinado crimen, pero la Policía no puede aportar las pruebas suficientes para poder imputar ese crimen. No es un crimen perfecto, pero es un crimen que no se resuelve porque no se acredita su autoría. Luego entra también en juego el trabajo de determinados jueces y fiscales, y que en determinados crímenes que no tienes las suficientes pruebas para condenar a una pena, ellos puedan dictar sentencia absolviendo o condenando en base a esos indicios. No es lo mismo que decida un juez o que lo haga un jurado, que es más influenciable y más manejable ante indicios no contundentes. Hay muchos crímenes que no nos dicen quién los cometió, pero sí cómo pudieron ocurrir los hechos.

Su trabajo se complementa con el de la policía...


Nuestro trabajo es fácil, relativamente. Levantamos el cadáver, hacemos la autopsia, extraemos los datos, y se los damos a los investigadores y al juez. El trabajo complejo es el determinar quién fue el culpable. A mí me es más o menos fácil decir que fue un proyectil de alta velocidad que entra por tal zona, sale por otra, y que pudo ser disparado desde tal distancia. Pero, el trabajo complejo es el que viene después. Hay que ser honestos: el 80% del trabajo de investigación de un crimen lo hace la policía científica.

¿Qué problemas enfronta el Imelga?


Un sistema informático no suficientemente adaptado a nuestras necesidades, y los problemas para mejorar nuestra formación. Uno no puede ser un buen médico forense si se está autoformando. Tiene que reciclarse porque la investigación cambia constantemente. Cualquier empresa ambiciosa necesita invertir en formación. Nosotros también deberíamos.

¿Cómo andan de personal?


En Ourense, en 1989, había siete médicos forenses adscritos a los juzgados de la provincia. En aquella época teníamos un trabajo que nada tiene que ver con el de ahora. Pues seguimos siendo siete médicos forenses. Pasaron veinte años. No sólo es que el trabajo haya aumentado. Es que su calidad es mucho mayor. Y el ciudadano demanda más a la administración de justicia, y ésta más de nosotros. Por ejemplo, ahora disponemos de psicólogo forense, y todo el mundo demanda informes periciales psicológicos: para temas de familia, menores, incapacidades, agresiones sexuales, etc. Estamos desbordados. ¿Soluciones? Que siga atascado todo, que aumente el personal o que no se pidan tantos informes. Yo tengo muy claro cuál debe ser la solución.

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