Leonardo Lemos: "Si se invirtiese más en ciencia, en España estaríamos vacunados"

El obispo de Ourense, Leonardo Lemos Montanet, termina la segunda Semana Santa marcada por la pandemia. El prelado hace balance de un año en el que la Iglesia se ha reinventado, la solidaridad ha mostrado su mejor rostro con Cáritas y mira al futuro de la institución con esperanza en la vacuna . El año pasado celebraba la Semana Santa ante una catedral vacía. ¿Cuál es el balance, un año después de aquella imagen? Sabía que me estaba escuchando gente, pero fue duro verme solo. ¿Y para los fieles, cómo fue? Difícil. Este año, gracias a Dios y a la prudencia del pueblo, pudimos hacer una Semana Santa relativamente pacífica, pero sin procesiones. ¿Internet es un aliado? Desde que es un cauce de cercanía, la Iglesia ha utilizado internet. Con un mes de pandemia, en abril de 2020, ya alertaba de desbordamiento de Cáritas. ¿Cómo está la situación? No es fácil. Están llegando muchas personas que nunca habían recurrido a Cáritas. Y entre ellas hay jóvenes, que es lo que más nos preocupa. Mi preocupación es cómo podemos llegar, sobretodo desde el punto de vista económico. No solo vienen a buscar alimentos. Es el recibo de la luz, el piso, gente sin trabajo y con pocas perspectivas de encontrarlo a una edad muy joven. La situación es muy grave. No tan grave como compleja, por que tiene muchas caras. Pero la reacción de la sociedad es muy buena. ¿Y por parte de las administraciones, hay implicación? El Concello se ha implicado con Cáritas con el comedor social. ¿No debería haber un replanteamiento por parte de las administraciones? Cáritas está llegando a donde no llegan los servicios sociales. Sí, pero es un problema que está fuera de mi competencia. Pero supone una sobrecarga para Cáritas. No solamente sobrecarga, sino que estamos sobrepasados y Cáritas puede llegar hasta donde puede llegar. Los recursos son limitados. Otra realidad que no se ve es que Cáritas se despliega por las parroquias. Se están viendo las mal llamadas “colas del hambre” en más parroquias. ¿Le preocupa? No me gusta llamarlas así. Dos sacerdotes que atienden una unidad de atención parroquial tienen el centro en una villa y me dijeron que tenían que cambiar la sede de Cáritas porque está rodeada de bares y comercios y las personas que van están sometidas a una tensión de control social. Estamos buscando un lugar más discreto. A veces no queremos ver esa realidad…¿ Corremos más riesgo de estigmatizar el problema? No es momento de estigmatizar, hay que sumar fuerzas. El enemigo es el mismo. Llevamos un año de epidemia y se nos ha prometido que podíamos estar vacunados todos. Yo no he podido y mis padres ancianos con dificultades tampoco. No es políticamente correcto, pero me preocupa que alguno de nuestros grandes ministerios tenga presupuestos de cientos de millones de euros y... me pregunto si con parte de esos millones se pudiera subvencionar a nuestros médicos, en España podríamos tener la vacuna todos. ¿Reclama más dinero para investigación? En España tenemos buenos científicos. Si se invirtiese más en la investigación, la vacuna hoy por hoy hubiera sido una realidad popular. Confía en la vacuna. Es importante que la Iglesia lance ese mensaje ante posturas negacionistas. ¿No? La Iglesia jamás se ha opuesto a la ciencia. Tenemos que ayudar a nuestros colegas científicos. En España, con presupuestos millonarios, no se entiende que no lleguen los recursos a los científicos. Durante la pandemia, el Obispado cedió la Casa de Ejercicios. ¿Prevén reaccionar de otra manera si esto se complica? En Ourense están las cosas controladas, pero si se necesita, estaremos. ¿Le preocupa la falta de vocaciones religiosas? Hay vocaciones. Quizás nuestro mensaje no llega porque no podemos tener sacerdotes para todas las parroquias. Hay parroquias tan pequeñitas que no justifican la presencia de un sacerdote. No es solo la clave demográfica. La fe está ahí, pero un poco apagada. La Diócesis pierde a Francisco Prieto, nuevo obispo auxiliar de Santiago… La Iglesia es una gran familia sin fronteras, aunque sienta dolor por la pérdida de uno de mis grandes colaboradores. ¿Qué peso han tenido los misioneros ourensanos durante la pandemia? Las realidades que están viviendo nuestros misioneros en Latinoamérica son de espanto y no aparecen en los medios de comunicación. Sí se conoce que Brasil y otras regiones tienen tasas de mortalidad muy altas. Pero de vez en cuando, hay obispos pidiéndonos ayuda. A pesar de estos edificios cargados de historia e hipotecas, no somos una Diócesis que podamos disponer de mucho dinero y tenemos dificultades. Alguna gente no se lo cree. La pandemia ha generado menos ingresos a la Diócesis. ¿De qué vive ahora el Obispado? De la solidaridad de otros. El funcionamiento en Ourense es gracias a otras Diócesis españolas, donde muchos colocan la "X solidaria" en la declaración de la renta en provincias que no son, precisamente, Ourense. Con las X que marcan los ourensanos no podríamos sobrevivir. ¿Quizá no llega el mensaje o no es el adecuado? Posiblemente. Pero con dolor, después de Cataluña, la autonomía que menos aporta es Galicia. Da un toque de atención. No. Constato la realidad. Con la asignación tributaria podríamos restaurar los templos. En algunas parroquias sostenemos la luz y el agua y el arreglo de los retablos. Las autoridades públicas nos ayudan, pero son un bien del patrimonio. Si no estuviese la Iglesia presente a través de la administración de los curas en el rural, los templos estarían con techumbres hundidas. ¿La aparición de los famosos anillos santos les ha venido bien para llamar la atención sobre la restauración? Sí. A raíz de eso, se ha recuperado un poco la memoria artística de Santo Estevo. No tanto el Parador. Donde la administración ha invertido... ¿y se olvidó de la iglesia? Sí, ahí pedimos que nos ayuden. Estamos hablando de Patrimonio. De las administraciones. Creo que Patrimonio está implicándose. Se nos acusa de que tenemos los templos cerrados, esa iglesia (Santo Estevo) está mucho tiempo abierta. Pero en los últimos años han desaparecido unas tallas bellísimas, de gran valor material. Hay que hacer una llamada a la conciencia colectiva. Desearíamos tener menos patrimonio, a veces son cargas económicas que no podemos sostener. ¿Han aumentado los robos en los templos con la pandemia? No lo sé, pero robar en nuestras iglesias es robar al pobre. Fuera de alguna calderilla al cura despistado. ¿Pero robos de patrimonio? Ha habido otras épocas, ahora está controlado todo nuestro patrimonio artístico. Tenemos todavía esa espina clavada de la imagen de la virgen del Cristal y la muerte del cura. Confío en que aparecerá. Hablaba de la peculiaridad de parroquias pequeñas y diseminadas por la provincia, a las que cuesta llegar. ¿Plantea más fusión de parroquias? Los fieles no lo reciben muy bien… Lo comprendo. También hay sacerdotes que les cuesta aceptar el proyecto pastoral de unidades de atención pastoral. Es necesaria. Nadie va a cerrar nuestras parroquias, mientras haya gente allí. Necesitamos cambiar de mentalidad y descubrir que la iglesia no tiene fronteras. Para eso va el Sínodo. ¿En qué fase está el Sínodo? Es una experiencia gozosa. Hay gran presencia de mujeres laicas y el resultado es esperanzador. ¿La Iglesia debería dar un papel más relevante a las mujeres? No sé que responder. Nuestras comunidades parroquiales, en la mayoría, si prescindes del papel femenino, ciérralas. Es verdad que hay ideologización en ciertos ambientes y piensan que como no puede ser la mujer obispo, ya no tiene papel predominante. Sin las mujeres, el rostro de la iglesia no sería efectivo. Las mujeres católicas no reclaman esta realidad. Ser sacerdote no significa minusvalorar el papel de la mujer. Yo no puedo ser madre ni sabría hacer el trabajo de una mujer. Se aprobó la ley de eutanasia recientemente. ¿Qué le parece? Una ley que regula la muerte no puede ser positiva. Apostamos por los cuidados paliativos. La Iglesia no proclama el encarnizamiento médico. Mantener a una persona cubierta de tubos por todas partes no es una solución ética, pero de eso a lo otro, hay un trecho muy fuerte. En un momento de pandemia tan grave, que vengan nuestros políticos y con tanta urgencia, nos sacan una ley que la mayor parte de los ciudadanos no necesitamos... No es justo. Es muy tajante con esta ley. ¿Lo es en otros casos, con titulares que vemos sobre los abusos que se cometen en el seno de la Iglesia y que en Ourense también se han visto? La institución, más drástica y severa con sus propios miembros en los abusos a menores está siendo la Iglesia católica. Hemos tenido algunos casos y los tenemos, pero vía judicial. Alguno de ellos claramente injusto. ¿A pesar de que esté en vía judicial? Ahora está la otra vía, la canónica. Cuyo dictamen no depende del obispo, sino de Roma. Estadísticamente, en el ámbito en donde se dan el mayor número de abusos a menores es en el familiar. En la escala final, está el colectivo clerical del 0,2%. Tolerancia cero. Si hablas de persona que es religoso, catequista, obispo… es que no puede ser ni cero. Cualquier existencia es injustificable. Me atrevo a decir que se va más allá de la determinación judicial. Se ha terminado ahora una sanción que ha dejado exento al sacerdote pero él no puede prestar todavía tareas pastorales, porque falta el dictamen del Vaticano. Nos quedamos con el mensaje de tolerancia cero. Sí.