La locura creativa ourensana

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photo_camera Tomás Valente, José Araújo y Xoán Torres, analizando la alcantarilla que iba a ser Museo.

Los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI fueron para Ourense momentos de gran creatividad y ganas de apostar por nuevas iniciativas. Muchas se quedaron en el camino, pero al menos, la ciudad está más viva

S hakespeare lo tenía muy claro: "Para lograr éxito en cualquier asunto se necesita una cierta dosis de locura". Años más tarde, Goethe aportaba otra gran idea: "El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada." Uniendo estas dos sabidurías universales a una ciudad como Ourense, que se labró el honor de ser considerada la Atenas cultural de Galicia; a un final de siglo y comienzo de otro que parecía tan prometedor y a gente que quería crear e inventar, parece inevitable el resultado: proyectos que, aunque no lograran llegar a buen puertos, los unos, o no consiguieran ir más allá de un tímido inicio, los otros, sí dejaron clara pegada de que esta ciudad bullía y que había ganas de intentar innovar con locura y aún a riesgo de equivocarse. Aquí nadie quería dormirse.

Al margen de promesas electorales que en vísperas del siglo XXI apostaban por crear un Festival de Circo Internacional, un Museo Histórico de la ciudad, una Casa de Cultura y de los Artistas o un túnel que, además de unir dos barrios de la ciudad, fuera una gran galería de arte, que nunca más se supo de ellas, hubo proyectos presentados oficialmente, con maquetas, presupuestos y, sobre todo, con muchas ganas, pero que, finalmente, no pudieron ser.

Así, en el año 2002, el Centro Cultural Marcos Valcárcel acogió la presentación de una gran maqueta que representaba el resto de la montaña que se sitúa en la autovía en Eirasvedras y cuyas tres caras se transformaban en grandes lienzos. Tres artistas: Manolo Zapata (ya fallecido), Anselmo Iglesias y César Prada fueron los padres de la idea (aunque hubo algún conflicto por la autoría con otro artista, Joaquín Balsa). El proyecto, que recibió el nombre de "O cor da montaña", contemplaba recubrir la montaña con una malla metálica y pintar en cada una de sus laderas el Ourense del siglo XIX; el Puente Viejo y As Burgas. Hasta el presupuesto estaba estudiado: 169.000 euros. Y aunque la celebración del Xacobeo en 2004 hizo concebir más esperanzas, por eso de la cuestión económica, finalmente no fue y Eirasvedras mantiene su monótono aspecto de montaña.

Aunque como proyecto experimental e innovador, la idea que surgió en 2005 para construir un nuevo museo en la ciudad, sin duda, uno muy peculiar cuya sede era la alcantarilla de la Praza Maior. La asociación de artistas "Nos sos", presidida por Tomás Valente, llegó incluso a un preacuerdo con el Concello, por el cual solicitaban la cesión del espacio de la alcantarilla por doce años y el gobierno municipal se comprometía a sufragar los gastos de la infraestructura: limpiar el agujero, crear la instalación, evitar la humedad y hacer llegar la luz al fondo. En total, unos 1.000 euros. Pero al final, el proyecto no llegó a ser nunca una realidad.

Ciertos malentendidos surgidos entre el colectivo de artistas y la Concejalía de Cultura malograron el nuevo museo. En aquellos momentos, los responsables de la asociación señalaron como escollo del acuerdo que "no nos han respondido sobre todo a nuestra petición de la cesión del espacio de la alcantarilla". Así que la Praza Maior se quedó sin otro posible atractivo cultural que ofrecer.

Al menos, estos dos proyectos no supusieron ningún desembolso económico para la ciudad, como sí fue el caso de la idea de crear una Casa da Maxia en el casco histórico. El proyecto preveía un centro de estudios, formación y exhibición de magia y fue planteado por el BNG cuando cogobernaba con los socialistas. El edificio supuso una inversión de 400.000 euros,sin contar mobiliario ni elementos necesarios para estar operativo. Permaneció cerrado durante más de cuatro años y, finalmente, en 2014 se convirtió en un complemento del Centro Cívico de la calle Colón.

A pesar de todo, hay que mantener la locura y las ganas de soñar.

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