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Los monjes de Oseira entran de lleno en la cría de vaca frieiresa

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photo_camera Ejemplar de raza frieiresa, originaria de A Mezquita y A Gudiña, muy rústica y dedicada a carne.

El Monasterio amplía la explotación a 30 animales para venderlos en el mercado de la carne

Los monjes del Monasterio de Oseira pusieron en marcha hace tres años un proyecto de ganadería animados, sobre todo, por el mantenimiento de la finca de pastoreo de 60 hectáreas situada en el entorno del cenobio. Lo que empezó siendo una experiencia piloto para los miembros de esta comunidad cisterciense se está convirtiendo en un proyecto algo más ambicioso, ya que en estos momentos se presenta cara al futuro como una posible fuente de ingresos para el mantenimiento del monasterio -los gastos son notables dada la extensión del monasterio el valor patrimonial que posee- y como complemento al turismo.


Hace tres años empezaron comprando seis reproductoras de frieiresa, que es una raza de vacuno autóctona de Galicia en peligro de extinción, y en la actualidad ya cuentan con 30 reses. La explotación, dirigida por el hermano Pascual Abalo, ya forma parte de una asociación de promoción de razas autóctonas y también ha estado presente en la última edición de la Feira Internacional Semana Verde de Galicia en Silleda.

Venta en la zona
Por el momento, asegura el hermano Pascual que "non podemos garantizar unha regularidade na oferta e estamos vendendo a particulares, carnicerías e a algún pulpeiro", dado que en la actualidad sólo están sacrificando entre siete y ocho terneros al año. 
El objetivo, no obstante está en crecer algo más "para recuperar a inversión realizada e para sacar algo de beneficio para a comunidade" religiosa, que les permita afrontar los gastos domésticos con mayor holgura, puntualizó el hermano Pascual, que aspira a disponer pronto de 40 o 50 reses, contando con las crías y alguna nueva adquisición. Eso también ayudaría a garantizar una oferta de reses constantes, lo que redundaría a su vez en mayores ingresos económicos.


El animal es muy "rústico", según afirman los monjes, porque habita todo el tiempo en el exterior y sólo se traslada de vez en cuando a las antiguas instalaciones de la vaquería del monasterio (en las que se han iniciado algunas reformas para mejorar el mantenimiento de los animales) para comer la hierba seca que también necesita su organismo.
En el monasterio ensalzan el sabor de la carne de esta variedad bovina: "A carne é bravía e hai xente á que lle gusta moito. As chuletas fanse volta e volta e o guiso moi lentamente. Ademais é de gran calidade nutricional", señala el hermano Pascual, aunque también matiza que "nós comemos moi pouca carne". n

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