Dos mujeres, la misma fe

Las postuladas, Ana María y Vitorina en los exteriores del convento antes de tomar el hábito (Xesús Fariñas).
photo_camera Las postuladas, Ana María y Vitorina en los exteriores del convento antes de tomar el hábito (Xesús Fariñas).
Las postuladas Ana María, originaria de Tanzania, y Vitorina, de Madagascar, se convertirán en monjas el próximo domingo en el convento de Vilar de Astrés, en Ourense. Irán vestidas de novias, se depojarán de la ropa seglar y recibirán el hábito

Los caminos del Señor son inescrutables y el de Ana María, de 22 años, y Vitorina, de 36, tiene el mismo destino: dedicarse a Dios en cuerpo y alma. Estas dos mujeres dejaron sus países de procedencia -Tanzania la primera y Madagascar la segunda- siguiendo la vocación de una fe que las ha conducido hasta Ourense. Así, recibirán el hábito en una ceremonia que se celebrará en el Convento de las Clarisas Reparadoras de Vilar de Astrés el domingo a las 17,00 horas. 

La madre superiora del convento, Ángeles Arias, relata que la historia de estas jóvenes comienza en sus lugares de origen. Una buena dosis de azar y casualidad hizo que recalaran en Vilar de Astrés. “Llegaron aquí a través de un sacerdote que tiene una pastoral vocacional muy bien organizada”, especifica  la  superiora. Para las monjas de clausura de este convento, las nuevas incorporaciones resultan muy positivas. “Ellas ya venían con una práctica de religión profunda, son muy buenas y muy devotas”, comenta Arias.

Inquietudes vocacionales

Según lo relatado por la madre superiora, la postulada Ana María llegó a Ourense a través de un sacerdote que realizaba unas jornadas vocacionales en su localidad natal. “Era su párroco y nosotras conocimos al sacerdote providencialmente; a través de él llegó hasta aquí”. Por su parte,  la novicia de Madagascar “nos conoció por unas jornadas vocacionales de San Juan Bosco que se organizaban en los Salesianos. Después de eso, la joven escuchó hablar de nosotras y logró contactarnos”, expresa. A partir de ahí iniciaron un camino de introspección y de búsqueda en la fe durante dos años en el convento. Este periodo vital ha tenido un claro objetivo para Ana María y Vitorina: decidir si les gustaba la vida  de dedicación a Dios.

El proceso de tomar hábitos

Las postuladas, por consiguiente, llevan esos dos años integradas en las rutinas y dinámicas del cenobio de las Clarisas Reparadoras para discernir si quedarse o tomar otro camino. “El primer año es de aspirantazgo y, el segundo, de postulantado. Al final, decidieron dar el siguiente paso y quedarse aquí pidiendo el hábito”, explica la superiora. 

“Nosotras estamos encantadas, ya que son dos chicas muy buenas y piadosas”, asegura Ángeles Arias. Tras la decisión de entregar su vida al servicio de la fe, las postuladas se ven en la obligación de hacer una semana de formación para tomar el hábito en el que se convertirán en monjas. “Ellas vivieron con nosotras en el monasterio discerniendo si era su vocación o no durante estos dos años. Una cosa es oírlo y otra vivirlo. Pudieron marcharse en cualquier momento a sus países, pero han estado muy contentas y tranquilas aquí y tomaron finalmente la decisión de quedarse. Han descubierto su vocación, que es vestir el hábito y entregarse a Dios”, apunta la madre superiora.

El acto previsto para mañana por la tarde presenta su particular ceremonia. Las postuladas “van vestidas de novias y tras responder a unas preguntas públicamente,  se despojan del vestido seglar, se les pone el hábito, el velo, el cordón, la toga, el rosario y finaliza con la bendición”, concluye Arias. 

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