Cristina y Natalia, mujeres rompedoras que conducen los dos únicos taxis de Montederramo

En el pequeño municipio de Montederramo, donde la vida fluye al ritmo de la naturaleza, dos mujeres desafían las tradiciones arraigadas en la sociedad, ocupando las dos plazas de taxi del municipio. Para Cristina Enríquez y Natalia Carballo, ambas vecinas del concello, cada curva del camino es una oportunidad para romper estereotipos y empoderarse a través del volante, en este entorno rural en donde operan a diario. Las dos taxistas de Montederramo han asumido roles que históricamente se consideraban exclusivos de hombres, pero su determinación y pasión por el oficio las han llevado a convertirse en conductoras expertas en rutas inexploradas, manifestando ser muy queridas y apreciadas en su lugar y respetadas en el trabajo. Convertirse en una mujer taxista no parecía un camino fácil a la vista de algunos, que llegaron a desconfiar de la destreza de estas dos vecinas del municipio. Sin embargo, han sabido demostrar que su habilidad al volante no tiene género. Cristina Enríquez, a sus 44 años, tras dejar su anterior trabajo en un supermercado, lleva ya 11 años al volante del taxi que durante los 36 años anteriores había conducido su padre. Ella fue la primera mujer taxista en el concello, “eu estou moi contenta co meu traballo, pero ao comenzo houbo de todo, ser muller ás veces non era fácil e había que saber poñernos no noso sitio, pero estou moi agradecida con todos”. Desde hace algo más de un año Cristina tiene una acompañante muy especial en su coche diariamente, su hija Marité, “eu levo a nena conmigo, antes no cuco e agora na silliña, e a verdade que están todos encantados coa pequena”, dice, agradecida por la comprensión de sus clientes y vecinos. A su vez, Natalia Carballo, de 29 años, es taxista en la localidad desde hace tres años. Ella decidía apostar dejando su trabajo de camarera. “Tiven unha axuda de EmprendOU e animeime a probar, e a verdade que estou moi contenta. Ademáis das viaxes da zona, teño unha das liñas do cole e tamén facemos as dúas as saídas do centro de saúde a domicilio cos sanitarios do Sergas”, añade Carballo Rodríguez. Más allá de conducir de un lugar a otro, Cristina y Natalia también están tejiendo una red comunitaria en su concello sin ser conscientes de ello, ya que su papel se extiende más allá del transporte. Son confidentes, narradoras de historias y oyentes comprensivas para aquellos que comparten el asiento trasero conociendo la vida de sus pasajeros como pocos podrían. Pero además ayudan de manera activa en los problemas diarios de sus clientes. “Se vas a Ourense tráeme una tele, me chegaron a pedir fiándose de min. Eles dinme o precio que están dispostos a gastar e do resto, confianza plena”, explica Cristina, recordando algunos de los recados de sus clientes, “estes días estoy pendiente de levarlle a un veciño a máquina de afeitar a arranxar”, añade la joven. “En moitos casos, a xente prefire que sexamos mulleres, para acompañalos ao médico ou mesmo a facer xestións no banco como cobrar a pensión a fin de mes”, explica Natalia.