Negocios que nacieron en pandemia: "La crisis es el mejor momento para emprender"

Cuando se cumple un año desde el desconfinamiento generalizado de la economía ourensana, con los últimos en sumarse, que fueron bares y restaurantes, toca mirar atrás e intentar buscar noticias positivas. Entre abril del año pasado, primer mes completo con las restricciones anticovid en marcha, y abril de este año se crearon 344 empresas en la provincia, la cifra más baja en ese lapso de tiempo en la última década. Esta cifra contrasta con las 383, 428, 448 o 515 sociedades que se habían constituido en ese mismo periodo de tiempo en años anteriores, lo cual da buena cuenta de la magnitud de una pandemia que se ha cobrado muchas víctimas tanto sanitarias como empresariales y que ha dificultado que los emprendedores se atrevan a dar el paso. Diferentes casuísticas Pese a la parálisis, hay ejemplos abundantes de empresas creadas durante este duro año de pandemia, que, en su mayoría, tienen un perfil común: no existe el arrepentimiento. E incentivos variados para haber tomado la decisión: la rebaja de alquileres, el parón en sus anteriores trabajos, el bum del mundo online... "Las crisis son el momento perfecto para emprender. Los grandes empresarios triunfan en las crisis, es el momento", señala Lucía Sequeiros, quien, junto a Guillermo Blanco, abrió hace unos meses su tienda física Xeito's. Cerraron la que tenían en la praza do Ferro poco antes del estallido de la pandemia, se centraron en el mundo online, y antes el bum, volvieron a abrir una tienda, esta vez en otro emplazamiento, apostando por el Casco Vello sur. "Aquí destacas más, la gente flipa. En el Paseo pasas más desapercibido", dicen en una tienda que ha vivido una eclosión de ventas gracias al uso de las redes sociales, apostando por las ventas en directo a través de Instagram: "Se muestra la prenda y la primera que diga 'mía' se lo queda. Después viene aquí o se lo enviamos. Tenemos clientes que gastan de media 500 euros al mes. En tres directos facturé más que en la tienda física que teníamos antes en un mes". La rebaja de los alquileres ha sido una consecuencia que ha permitido dar el paso a gente que llevaba años con el emprendimiento en la cabeza. Es el caso de Brave, donde Charo Fidalgo, venezolana hija de retornados, que eligió el vocablo inglés, que significa "valiente", porque así dice sentirse en una aventura que empezó hace apenas dos semanas. David Bouza y Naiké Penín apostaron por la hostelería cuando ella, auxiliar a domicilio, se quedó con muy pocas horas por la pandemia y él, propietario de un pub, vio cómo su modelo de negocio se derrumbaba con las restricciones. "Non sei se fomos valentes ou inconscientes, pero non nos arrepentimos e está indo moi ben. Nacemos en plena desescalada, cando só se podía abrir ata as seis", mostraba, optimista, tras anunciar que incluso se plantean ya incorporar personal. En el caso de la librería Re-Read, Isa Iglesias vio un nicho de mercado en plena pandemia en la venta de libros usados, mientras que la peluquera Laura Alcázar, que no se arrepiente para nada, montó su primer negocio tras años trabajando por cuenta ajena. Por último, casos como el de David Arenillas, que apostó por el auge del "para llevar", creando un restaurante nativo en este formato –sin salón de comidas, solo para llevar- son el ejemplo perfecto de que en casos de crisis, las oportunidades están ahí, solo hay que anticiparse. Xeito's: “La venta en directo es un bum" Lucía Sequeiros y Guillermo Blanco abrieron Xeito's, tienda textil, en 2019 en la praza do Ferro. Justo un mes antes de que empezase el confinamiento, decidieron cerrar el negocio y dedicarse al modelo online. Casualidades de la vida, o quizás una extraordinaria visión, fue lo mejor que pudieron hacer. "Empezamos a crecer mucho. Nos coincidió todo perfecto", explica él. "La gente quizás no sabe el trabajo que hay detrás, pero la venta online nos consume muchas horas. Es más tiempo, hay que formarse...", apunta ella. "En el confinamiento vendimos muchísimas camisetas de las que hacemos nosotros", dice Guillermo. "No se daba abasto", añade Lucía. "Después nos metimos a hacer los directos en Instagram, en los que se muestra la ropa y el que diga 'mía' se la queda. Ese fue el bum. En tres directos facturo más que antes en la tienda en un mes. Y después tienes un trato directo con el cliente por Whatsapp. Somos online pero también una relación familiar. Tenemos clientes por toda España, algunos gastan 500 euros al mes". Ante el bum, en plena pandemia, decidieron volver a abrir la tienda física, pero en otro sitio, más discreto, y solo de mañanas (lo online sigue dominando), en la rúa Cervantes. "En una calle así destacamos más que en pleno centro. Allí tendríamos que abrir por las tardes, nosotros necesitamos tiempo para la venta online". Casa Parrocha: "Viñemos para quedarnos" David Bouza y Naiké Penín abrieron hace exactamente tres meses, en plena desescalada hostelera, su Casa Parrocha, en la rúa Lepanto, epicentro de los Vinos. Él tiene un pub que no puede abrir por las restricciones desde hace un año. Ella era auxiliar a domicilio, pero la pandemia le quitó muchas horas y no le daba para vivir. Una noche vieron un anuncio en internet de un local de la rúa Lepanto, el precio les convenció, y llamaron. Al día siguiente ya lo estaban viendo. El había estudiado cocina y pese a estar años desconectado, decidió volverse a poner a los fogones. Ella atiende al público. La cosa marcha, e incluso se plantean contratar gente. "Péganos máis dicir que fomos inconscientes que valentes. Pero non nos podemos queixar nada. Arrincamos cando só se podía abrir ata as seis, no peor momento. Pero non estamos a perder cartos, danos para vivir. Non nos podemos queixar", indica Naiké, originaria de Xinzo de Limia. "Os clientes son marabillosos. O balance é positivo, non perdemos cartos, ganamos. Viñemos para quedarnos". Para ella, el mundo de la hostelería no le es ajeno. Tuvo una sala de conciertos, un bar de rock en Xinzo, pero sí es la primera vez que se mete en el negocio de la comida. "Non era profesional, pero tratamos a todo o mundo con cariño e rodeámonos de xente moi boa. Así é máis fácil". Arroutada: "Esto está pensado para la pandemia" El chef David Arenillas apostó en agosto de 2020 por un concepto de negocio que vio, precisamente en la pandemia, una oportunidad para aprender. "Tenía esperanza de que no me fuese mal, pero este formato estuvo ya pensado para la pandemia. En ciudades grandes ya funcionaba, pero aquí no había ninguno así", dice Arenillas, que elabora menús para recoger desde su local de O Couto o para entregar a domicilio, pero no sirve en sala. "Ahora estoy buscando un ayudante de cocina", dice el chef, que hasta ahora está al frente de los fogones. La valoración es positiva, a pesar de que con las nuevas medidas de la hostelería le crecerá la competencia. "A ver qué pasa, pero soy positivo. Creo que me va bien. Me estoy centrando más en menús del día de calidad, más elaborados todas las semanas y prescindir de la carta", señala el chef de O Couto. Abrió por muchos factores, pero, sobre todo, "por montar algo en mi barrio y poder tener mi negocio". Peluquería Laura Alcázar: "No me arrepiento, mereció la pena" Laura Alcázar es peluquera y estilista. Hace siete años que esta zaragozana reside en la ciudad. En noviembre de 2020-en plena pandemia y en un sector también tocado por las restricciones-emprendió con su propio negocio. La peluquería Laura Alcázar, en pleno Casco Histórico -rúa das Tendas- ya cuenta con clientela fija. "Estoy muy contenta, la gente repite en la peluquería, así que genial", dice "La calle ayuda porque es de paso, así que la gente te ve". Se decidió a abrir su centro por conciliación familiar. "Quise probar por mi cuenta y no me puedo quejar, hay que ir poco a poco. Antes trabajaba por cuenta ajena en el mismo sector", explica la joven. Con cautela, está feliz porque abrir su propia peluquería "por calidad de vida y conciliación familiar, me merece la pena". Notó el cierre de la hostelería y las restricciones de la movilidad, "porque la gente no pasea tanto y tampoco pueden venir los clientes del pueblo". Con todo, "a ver si me dura muchos años, no me arrepiento". Brave: "He sido valiente toda mi vida" Charo Fidalgo lleva dos semanas al frente de un nuevo negocio en la rúa Bedoya: "Brave", una tienda de moda femenina. Es hija de emigrantes retornados, originarios de Cualedro. Mitad venezolana y mitad ourensana, se animó con un negocio del sector textil en el que hasta el nombre hace homenaje a la época en la que emprendió. "Llevaba años sin trabajar porque tengo tres hijos. Me decidí a ello y le puse 'Brave' (valiente) por la pandemia, porque he sido valiente toda mi vida. ¡Y porque mi hija tiene tatuada esta palabra!". También por la pandemia, apuesta por la tienda con "colores alegres, el ambiente agradable, espacios... Que todo no sea esta tristeza". En apenas dos semanas, presume de "muy buena acogida" y se siente "optimista, creo que vamos a salir adelante. La gente ya tiene ganas de entrar a las tiendas". Ya ha elegido marcas para la campaña de invierno. Librería Re-Read Lowcost: “Era el mejor momento. Ahora o nunca" El 23 de octubre abrió la librería de segunda mano Re-Read Lowcost en la rúa da Paz. Es imposible salir sin un libro de aquí: todos los géneros, hasta un estante para la autoría ourensana y otro para "esto acaba de llegar" para que los asiduos no pierdan el tiempo. Cinco libros: diez euros. Isa Iglesias se lanzó a la aventura: "Estábamos en plena pandemia, pero era el mejor momento. O ahora o nunca. Conocíamos las tiendas de segunda oportunidad y nos gustó el concepto. A los que amamos los libros, pensamos que qué mejor que trasladar esto aquí". No piensa todavía en recuperar lo invertido. "Mi prioridad es que se conozca que la librería de segunda mano como algo novedoso, que el libro no tiene porque estar en mal estado". Iglesias valora las bibliotecas ourensanas: ""Son increíbles, la gente lee bien y mucho. Para mí es un honor compartir un poco de cada casa".