Neonatos, así es vivir en el rural y tener a tu bebé en Ourense

Montse Pousada y Cristian Giménez, durante una de sus visitas al CHUO para ver a su hijo Aldán.
photo_camera Montse Pousada y Cristian Jiménez, durante una de sus visitas al CHUO para ver a su hijo Aldán.
Las familias del rural de Ourense con bebés prematuros ingresados en Neonatos afrontan agotadores viajes y gastos de 1.500 euros al mes

Cada año, ingresa en la unidad de Neonatos y en la UCI de Neonatos del CHUO una media de 285 bebés prematuros o con necesidades clínicas especiales, y una sexta parte de las familias afectadas, 36 al año, reside en concellos alejados a más de 50 kilómetros de la ciudad, como Cualedro, O Barco o Verín.

Las estancias del bebé se pueden prolongar durante meses, lo que obliga a las familias a asumir un importante gasto en combustible, alimentación o alojamiento, en función de si deciden costearse un hotel o apartamento o mantienen su domicilio habitual en este tiempo, lo cual les supone realizar el viaje de ida y vuelta cada día. 

A falta de ayudas institucionales, las familias viven con miedo a que el ingreso de su hijo se alargue tanto que termine con todos sus ahorros, ya que solo cuentan con una fecha de alta estimada que se puede posponer.

Todo ello cuando España se encuentra a la cola de la natalidad europea y, a su vez, Ourense es la segunda de las 50 provincias con menor natalidad; y cuando está sobre la mesa el debate del abandono del medio rural por falta de servicios y los problemas asociados que esto conlleva, entre ellos los incendios.

Justicia social

Luis Carmona, trabajador social del CHUO, lleva reclamando desde 2019 una unidad para madres lactantes que ayude a mejorar la experiencia de las familias.

“Creo que es una cuestión de justicia social que una familia no tenga que pasar dos horas o tres de carretera cada día para ejercer su derecho materno o paterno”, subraya Carmona.

En 2020, de los 307 bebés ingresados en el CHUO por este concepto, 141 pertenecían a familias residentes en la ciudad, y 166 a familias que viven fuera de ella. 39 de ellas, a más de 50 kilómetros de distancia. 

De igual modo, en 2021 fueron 278 los ingresos totales, y 33 de las familias residían a más de 50 kilómetros de distancia de la ciudad de Ourense; en 2022, de los 269 ingresos, 35 se correspondieron con familias que residen lejos del CHUO. 

El proyecto, ideado por Luis Carmona, de habilitar una unidad para madres lactantes en el CHUO, fue finalista en 2019 en el concurso de proyectos de Humanización del hospital ourensano. “El coste de llevarlo a cabo sería ridículo: la habitación ya está hecha, y darles de comer y cenar no cuesta apenas nada. Y todas las semanas vienen papás a pedir ayuda”, recalca, cuando “para las familias, el coste de manutención, alojamiento y combustible es de más de 1.500 euros mensuales”.

Vidas en la palma de la mano

“Antes, los niños nacían con 1.200 gramos, ahora salen adelante con 600. Caben en la palma de la mano, pero deben quedar ingresados, y a menudo se obliga a las familias a completar hora y media de carretera desde O Barco de Valdeorras, por ejemplo, para poder estar con sus hijos recién nacidos”.

Y todo ello, añade el trabajador social, cuando “asumen ellos todos los gastos. Muchas familias no pueden, y se quedan a dormir en los sofás del hospital: están desesperadas, porque la situación puede durar meses, y no tienen culpa ninguna. Todo mientras se está sensible, porque se acaba de dar a luz. Es una cuestión de humanidad”, recalca Carmona. 

La medida es novedosa, lo cual no significa que no existan precedentes en países europeos como Alemania, Suecia o Suíza. Además, en Galicia no los hay, pero sí en centros médicos de Sevilla o Valencia donde se facilita una habitación para que la madre descanse “y que no esté 24 horas tirada en un pasillo”, añade Carmona, que sostiene que Galicia debería ser un lugar prioritario en el que implantar políticas en este sentido debido a la dispersión de las diferentes poblaciones y la orografía del terreno. 

La lucha de Aldán

Cristian Jiménez y Montse Pousada, residentes en Verín, narran su experiencia a La Región, porque, aseguran, no quieren que nadie más pase por lo que sufren ellos: “Non desexo isto nin ao meu peor inmigo: vimos alegres, pero marchamos tristes, porque marchamos sen el”, explica el padre de Aldán, lleno de orgullo por su pequeño y su lucha.

En Verín, en un primer momento le dijeron a Pousada que su bebé no saldría adelante. Pero, finalmente, y después de ser medicada para parar las contracciones lo máximo posible, fue trasladada a Ourense.

En el CHUO, los profesionales sanitarios lograron madurar los pulmones del niño “y les debo la vida entera, gracias a Dios salvaron a mi hijo”, agradece Jiménez. Todo cuando ya habían tenido que afrontar, cuatro años atrás, un aborto.

Esta es su rutina: cada día, llegan a Ourense por la mañana y regresan a la comarca de Monterrei a la noche. A la tarde, les dejan un espacio para que descansen en el área de oncología.

Por el momento, no se plantean otra opción, porque “los pisos son muy caros, y se nos va fuera del presupuesto. Tenemos el apoyo de nuestras empresas, pero hoy en día la economía no está para tirar flores y el gasoil nos sale por un ojo de la cara”, explica Jiménez. “Gastamos 50 euros en gasolina cada dos días, es una locura”, recalca su pareja.

Por fortuna, cuentan con el indispensable apoyo de su familia, y un trabajo; él, en los Urbanos de Ourense; ella, en una clínica dental. “Y este mes, al estar tramitándose las bajas, ni siquiera cobras el sueldo completo, en plena cuesta de enero, con el piso empapelado y a medio reformar, todo se nos juntó”, lamenta el padre de Aldán.

“Luchamos cada día para asimilar esto, aunque la verdad es que cuesta; pero somos optimistas porque nuestro hijo es un luchador, ‘é o noso guerreiro”, recalca Jiménez. El CHUO les está aportando una ayuda para comer al mediodía; mientras no cuentan con apoyo de las instituciones. Los últimos días no están siendo fáciles para la pareja, cuando además la pasada semana la madre de Jiménez tuvo un accidente laboral y trituró tres dedos. “Cualquier persona necesita tiempo para asimilar todo esto y organizarse”, reflexiona Jiménez. 

El proyecto, propuesto en 2019, de la unidad de madres lactantes

Así se expresaba en 2019 Luis Carmona en la redacción del proyecto de la unidad de madres lactantes, que constaría de una sala de estar y habitaciones con servicios básicos, es decir, cama, baño, televisión, sillón y microondas: “Es necesario que facilitemos desde el hospital a las madres/padres y familias el mantenimiento del vínculo materno y el apego a través del contacto permanente (…) con ello, la recuperación del neonato o del lactante se verá de manera significativa favorecida”.

Los objetivos del proyecto serían, entre otros, dotar a la madre de protagonismo en los cuidados de su hijo, buscar los beneficios del contacto piel con piel, proteger al bebé con la unión temprana de bacterias extrañas y reducir su estrés y el de la mamá. 

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