Accesibilidad

Las personas con movilidad reducida: “Nos relegan a la puerta de atrás"

Ni Camila ni Sara pueden usar los contenedores de la basura.  (Foto: L. B.)
photo_camera Ni Camila ni Sara pueden usar los contenedores de la basura. (Foto: L. B.)
Camila Gil y Silvia Gómez muestran las dificultades que tienen para entrar con sus sillas en muchos edificios públicos. El bus, los contenedores o los cajeros, otras piedras de un Ourense que sigue sin adaptarse.

La ciudad es un tremendo desafío para las personas con movilidad reducida, que se ven excluidas o relegadas en muchos edificios públicos. Camila Gil y Silvia Gómez, que forman parte de Aixiña y tienen movilidad reducida, muestran  las adversidades con las que se encuentran en un breve paseo por la ciudad.

Entre otras cosas, acusan la falta de acceso en el Concello de Ourense por la puerta principal. Además, protestan por la mala señalización de la misma como entrada para personas con discapacidad. "No somos personas discapacitadas, somos personas con movilidad reducida", apunta Silvia. Ante la situación que viven en la Casa Consistorial,  lamentan que les "obligan a entrar por la puerta de atrás". Entienden que puede haber dificultades por cuestiones legislativas, pero "podían facer algo para poder entrar por donde o fan todos", comenta Camila.

En Hacienda, como en otros edificios públicos, tienen una plataforma elevadora en la entrada. A la llegada de Silvia y Camila, el trabajador de seguridad se muestra solícito para ayudarlas a entrar. Explica que "es sólo para personas con movilidad reducida, los carros de bebé tienen que subir por la escalera". Camila, ante la reacción de este trabajador comenta: "Este rapaz foi moi majo, outros xa che falan mal porque non queren botarche unha mán". Este tipo de acceso es el que más se emplea en lugares como la Diputación o en la Delegación Territorial de la Xunta. Sobre el elevador de este último, Camila señala:"Alí ás veces fai moito ruido, porque xa é moi vella e pode chegar a pararse".


Imposible entrar


En alguna oficina del Concello, como es la del Servicio de Recaudación, las personas con movilidad reducida no tienen posibilidad de acceder a ella por tener un escalón. "Ningunha cadeira de rodas pode entrar con esto aquí, senon lle botan unha man", apunta Camila.

También se ven privadas del uso de los contenedores de basura, por no estar adaptados a su altura. "Imagínate que quero tirar unha botella, é algo imposible porque non lle chego de ningunha maneira", comenta Camila. Frente a estos contenedores, hace una prueba con los subterráneos. Sí se ajustan. "Estes que agora non funcionan están a unha altura na que os podíamos usar".

Otro punto en el que se encuentran problemas, como servicio público, es en los autobuses urbanos, que no les ofrecen unas condiciones  óptimas. "Non todos teñen rampa. E os que as teñen, eléctricas, moitas non funcionan e os conductores ó final sempre nos teñen que axudar", explica Camila. Sobre los autobuses nuevos, destaca que los espacios para personas con movilidad reducida son más pequeños: "Unha vez cadroume cunha muller que iba nese oco co seu carro e eu xa non tiven onde meterme".


Otras dificultades


Pero a todas estas complicaciones, se le suman otras derivadas de la convivencia con los viandantes. "Se te cruza alguien con cascos o con el móvil y tú tienes que esquivarlos, porque sino se te caen encima", narra Silvia que, una vez, ya terminó con un chico encima porque no la vio. Otro reto, los vehículos que se mueven a diario por zonas peatonales: "Tenemos que ir dando vueltas para esquivar a todo el mundo", afirma Silvia. Y añade: "Somos una minoría, sí, pero tienen que tenernos en cuenta". A ello le responde Camila, contundente: "Pero cada vez somos más".

En el trayecto los obstáculos no terminan. Los cajeros automáticos tienen un acceso imposible para estas usuarias, por la altura a la que se encuentran."Un compañeiro meu cambiou de banco porque tiña moitas dificultades na sucursal máis próxima e marchou para outra con mellor accesibilidade", señala Camila.

La lista de barreras con la que se encuentran a diario es larga. Desde la barra de un bar hasta el mostrador de una tienda. "No podemos ni coger una percha por la altura", señala Silvia. Las calles tampoco ayudan, dado que su irregular estado afecta, y mucho, al correcto transitar de sus sillas de ruedas.

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