Hay mañanas de invierno que te hacen regalos inesperados como escuchar “Negra Sombra” interpretada por dos virtuosos hermanos ourensanos con sangre rusa en las venas y en el violín. Anna Merzlyakova Kostomarova y Mikhail Merzlyakov Kostomarov, de 10 y 15 años, son alumnos prodigio del Conservatorio Profesional de Música de Ourense. Ella es talento innato y él, trabajo y esfuerzo. Sus padres dejaron su Rusia natal en 2001 por motivos económicos. Tatiana, la madre, era violinista y Vladimir, el padre, tocaba la tuba en orquestas sinfónicas. “Tenía tres trabajos y ganaba 100 euros al mes”, explica este hombre, que ahora se gana la vida conduciendo un autobús.
Sus hijos, nacidos en Ourense, han heredado su pasión por la música y su dedicación intensiva al violín, ganan premios como intérpretes en el Conservatorio, sacan sobresalientes en el colegio Josefinas, tocan en la Real Banda de Gaitas de Ourense y son cuatrilingües: hablan ruso, gallego, español e inglés. Pese a su excelencia, desde la invasión rusa de Ucrania, a veces les llaman rusos para insultarlos. “Ocurrió pocas veces, pero los profesores lo cortaron pronto”, asegura la madre.
Mikhail es como un Forrest Gump quinceañero; siempre va corriendo a todas partes y aprovecha cada minuto para estudiar, tocar el violín y nadar. Va corriendo desde su casa, en El Posío, hasta el colegio y luego sigue corriendo hasta el conservatorio. Este año consiguió entrar en la Orquesta Joven Sinfónica de Galicia, en A Coruña, que solo admite a músicos de 16 a 26 años, pero hizo una excepción con él porque toca muy bien. “Soy el más pequeño. Me hace mucha ilusión, aunque allí ensayamos seis horas al día en Navidades, Semana Santa y verano”, dice este alumno, que cursa quinto de Profesional en el conservatorio y dedica al violín hasta tres horas diarias entre semana y casi todo el fin de semana. “Agradecemos a nuestros vecinos su paciencia”, bromea el padre. “Quería estudiar en Holanda o Alemania, pero ahora han echado a muchos universitarios rusos y no sé si será posible”, se lamenta este chico, que nada en el Club Pabellón Natación Ourense y quedó noveno en un campeonato nacional.
“Mikhail es supertrabajador y Anna, superdotada; tiene mucho talento innato y capta todo a la primera. Él toca bien porque trabaja mucho y ella porque ya nació con el violín”, presume la madre. La pequeña cursa tercero de Elemental en el conservatorio, donde también canta en el coro. “Elegí violín porque me gusta, es un instrumento difícil y tengo una madre violinista que me enseña. Me gusta tocar, pero no estudiar. Paso dolor y lágrimas estudiando”, exagera Anna, mientras da saltitos por el aula sin perder detalle de la conversación.
Su compositor favorito es Vivaldi y su pieza preferida es “La tormenta”, de “Las cuatro estaciones”, dice esta niña de 10 años que ya tiene claro que quiere ser violinista y profesora de violín, y que tiene un gato de peluche que se llama Humita. “Acaba de participar en la película ‘La manzana de oro’, formando parte de un coro. Es muy buena alumna, Le gusta más la plástica que las ciencias, pero nunca saca menos de un 9,25”, afirma Tatiana, la madre, que aún no tiene la nacionalidad española porque no logra aprobar el examen de idioma. “Trabajo tocando el violín en bodas y comuniones y dando clases de violín a niños”, dice.
Los hermanos Mikhail y Anna hablan tan bien el ruso que cuando van a Rusia a visitar a sus familiares nadie sospecha que viven en España. La ciudad de sus padres se llama Volgogrado, el antiguo Stalingrado, a unos 1.200 kilómetros de Moscú. “Nos encanta Rusia porque hay nieve”, afirma la niña, que canta y baila por el aula durante la entrevista. “Desde que comenzó la guerra, allí es todo muy barato porque no puede venderse a Europa. El kilo de patatas cuesta solo 50 céntimos”, concluye el padre de esta familia musical.
