Pasó lo que pasó | Convención de pícaros y truhanes

Gonzalo Pérez Jácome.
photo_camera Gonzalo Pérez Jácome.
El análisis de la actualidad de la última semana, vista por el periodista Antonio Nespereira en su columna 'Pasó lo que pasó'

Gonzalo Pérez Jácome, alcalde de Ourense (hay que poner persona y cargo pegados para que se evidencie cómo se ha desvirtuado lo último) se ha retratado en sus ya famosos audios con la desinhibición de las personas desnudas de escrúpulos. En apariencia, como aquellos elegantes tahures del Misisipi, con sus chalecos chillones adornados con chorreras y guirindolas, convertidos en haraganes que vivían del póker y defendían su ley con el revólver encima de la mesa.

La Región tiene en él no el principal lector, pero sí el más ávido y tempranero devorador de sus páginas tanto en papel como en digital.

En la realidad, como aquellos pícaros y truhanes tan bien descritos en la literatura del Siglo de Oro, capaces de cualquier superchería con tal de no trabajar. Con terca insistencia el periódico ha venido aireando desde hace una semana su praxis al frente de la alcaldía de la todavía tercera ciudad de Galicia. En esa túrmix mental que le tritura lo mismo aparecen conversaciones en las que supuestamente se pactan apaños para dar entrada al dinero, que enjuagues en las concesiones y eventuales mordidas, que se ventilan a razón de tanto al mes del sueldo de una trabajadora. Todo ello con el desahogo verbal del que parece estar acostumbrado, carente del pudor del que yace carnalmente por primera vez. Eso sí, implorando que de toda esta turbidez no haya quedado costancia porque “si me la sacan” (la grabación, claro), “estamos jodidos”. Representándose, en definitiva, a sí mismo en un relato de sus añagazas y en un autorretrato de su moralidad y ejemplaridad públicas.

Sin pruebas    

Fue el sábado 6 de mayo cuando La Región publicó el primero de los audios en los que se ponía de manifiesto aquella maniobra para endosar a dos funcionarios una multa de tráfico. Desde entonces, el serial no ha cesado, cada día con más sonrojantes sospechas. No fue hasta el miércoles  día  10 cuando convocó a los medios de comunicación a un atrabiliario acto de supuestas explicaciones sobre lo publicado.

Sin aportar una sola evidencia de que el material que airea sus componendas no es real. Fue hora y media de soporífera verborrea, como un predicador que propone su nuevo orden mundial...

Y no es porque no se haya enterado antes porque La Región tiene en él no el principal lector, pero sí el más ávido y tempranero devorador de sus páginas tanto en papel como en digital. Como los efímeros y crepusculares diosecillos se abonó a conspiranoicas campañas de acoso y derribo. Su principal teoría fue que los audios estaban “manipulados”, ejemplificando públicamente como se hace un corta y pega de unas voces, como demostrando que él sí sabe del apaño, y haciéndolo desde un móvil que ya traía incorporado el engaño. Sin aportar una sola evidencia de que el material que airea sus componendas no es real. Fue hora y media de soporífera verborrea, como un predicador que propone su nuevo orden mundial, con una puesta en escena atiborrada de atrezo para la bufonada, no para una rueda de prensa. Un pequeño Maduro, con su librito de la Constitución Bolivariana frente al mundo. En realidad, un superficial charlatán.

Ahora ya lo saben     

Es ahora cuando los medios de comunicación de toda España reparan en la calidad del personaje, ojipláticos con sus esperpentos. Mudos cuando desde el sillón principal del salón de plenos del Concello da también clases de periodismo, eligiendo qué preguntas le convienen y a qué medios le da la gana de responder, haciendo juicios de valor sobre informadores y redacciones, intentando coaccionar su actividad. Ese es el otro perfil de Jácome, el propietario de una tele regada con la manguera municipal, en la que la pluralidad de opiniones es un hecho, enriqueciendo con sus contenidos el acervo cultural de sus súbditos. 

Os caladiños 

La publicacion de los audios ha servido para retratarnos como sociedad. El escándalo crecía y la intelectualidad orgánica sesteaba porque la visión crítica incomoda. No se habla de otra cosa, pero entre dientes por si la opinón llega a los dictadorzuelos. Calladitos todos, empresarios, comerciantes, sindicatos, gentes de la cultura, asociaciones de vecinos, ourensaniños todos ya, sumisos como nos interpretó Castelao, afónicos por si el hablar supone perder una axudiña. De los partidos, valorables los reflejos de BNG y PSOE, entrañable el papel del PP, melancólico, añorando aún hoy aquella “primera transformación”. Confiando todos, eso sí, en arreglarlo el día 28.

El portafotos

Francisco Lorenzo López y Jácome.
Francisco Lorenzo López y Jácome.

Francisco Lorenzo López es, según el perfil de Linkedin, “ingeniero de caminos, canales y puertos del Concello de Ourense” desde marzo del año 2021. También aparece en la candidatura del alcalde a las elecciones del domingo día 28, aunque eso quizá no merezca la pena lucirlo en red social alguna. Está adscrito al personal eventual de alcaldía, esa picadora que usa Jácome para hacer albóndigas horneando asesores a su antojo según le bailen o no el agua. En los audios conocidos esta semana el alcalde se refiere a un tal Fran como “el conseguidor” para sus algo más que trapalladas al frente del Concello, y las luces se han girado hacia Lorenzo por si es el supuesto druida Panoramix que prepara la pócima para hacer invencible al regidor. Ha pasado ya algo más de una semana y raro es el dia en el que el nombre de esta persona no aparezca en situaciones muy comprometidas en las piezas publicadas en este periódico. Una suerte de maniobrero que se mete en fregados y de todo parece saber. De no ser él, preocupa y mucho que no haya dedicado un solo minuto a desmentir que no forma parte de semejante tupida red de oscurísimos intereses que se ha venido tejiendo bajo el manto del poder. Y pasa el tiempo: tic, tac; tic, tac. 

Al poner la lupa

Hacerse oír entre trampas y tramposos

A las noches de pegada de carteles ya solo van los convocados: los que se la juegan el día de las elecciones, esperando que los votantes digan quiénes serán los titulares y quiénes calentarán banquillo. Las conexiones en directo de las teles han claudicado ante la última de Netflix porque la ceremonia del cartelito y la escoba con el candidato sonriendo ya no mola ni a los melancólicos. Al parque de San Lázaro iban en tiempos cientos de simpatizantes y militantes arropando a la candidatura. Ahora ya solo acuden partidarios y partisanos. Ya ni el señuelo del anda ven que te pago la bica y el licor café convence porque a lo mejor el que convoca se quiere quedar con un trozo del bizcocho y una parte del chupito como comisión. Ya nada será igual en esta campaña después de conocerse la gravedad de los audios difundidos por La Región. Una campaña manchada por las sospechas. Esta ciudad verá qué hace en el futuro, si quiere seguir haciéndose trampas al solitario. 

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