Las pintadas llegan hasta los sitios más inverosímiles. Prueba de ello es la escultura de la imagen, ubicada en el Parque Miño de la ciudad.
Los vándalos dejaron este desnudo masculino con un particular y peculiar tanga de color azul. Sin duda, una gracia que muestra, una vez más, el escaso civismo de los que se dedican a pintar todo lo que encuentran por delante. No en vano, las pintadas son uno de los actos vandálicos que con más frecuencia tienen que sufrir los distintos elementos que componen el mobiliario urbano de la ciudad.