Los servicios de limpieza tienen identificados hasta 32 puntos distintos en los que los jóvenes se reúnen

El post-botellón deja 6.800 kilos de vidrio

Un fin de semana de botellón se salda con una media de 6.800 kilos de vidrio extras, según los cálculos de la empresa responsable de la limpieza en la ciudad. Los menores de edad resultan el grupo más contaminante, y a los que los empleados de Urbaser más temen, dada su reacción descontrolada ante la ingesta de alcohol.
Las derivaciones del botellón se expanden en tantas direcciones, que abarcan no sólo el tiempo que dura la reunión de los jóvenes en torno a la botella y la ingesta. De hecho, el botellón deja paso al post-botellón, cuando se retiran los jóvenes y se presentan en el campo de batalla los servicios de limpieza municipales. Los efectos del botellón son también esos 6.800 kilos de vidrio adicionales que se recogen al cabo de un fin de semana.

Se trata de una volumen, según Ruben Quintas, jefe del servicio de Urbaser, empresa concesionaria de la limpieza en la ciudad, recolectado ‘a lo largo de 32 puntos de reunión que a día tenemos identificados en toda la ciudad’. Aunque los botellones que se congregan en zonas como la Alameda son los más concurridos, se detecta la presencia de grupos de jóvenes, a veces que no superan la decena, en muchos otros espacios urbanos.

El botellón es otra de esas manifestaciones sociales en las que se impone el poder de las minorías al del conjunto. ‘Cuatro personas, a la hora de ensuciar, pueden resultar absolutamente destructivas’, señala Quintas, y todo el cuidado que pueda poner el resto en aplicar civismo a la toma de alcohol, cae en saco roto. ‘Unos pocos consiguen dar todo el trabajo’, lo que exige ‘aplicarse en tareas extras de limpieza’. Porque no se trata simplemente de recoger el vidrio o los plásticos. Eso sería muy fácil y rápido. Una limpieza integral exige ‘un saneamiento de cada una de las zonas afectadas’, hecho que ‘nos obliga prácticamente a avanzar metro a metro’. El alcohol vertido ‘deja restos de azúcares y otros componentes’ que no es posible desinfectar si no es aplicando ‘líquidos detergentes’, asegura.

La complejidad del botellón incluye colmos como el de tener que sanear dos veces la misma zona en un amanecer. ‘No es la primera vez que después de limpiar un punto de reunión, porque los jóvenes se habían retirado, aparece un segundo grupo’, que devuelve los residuos al suelo.

Lógicamente, el tratamiento de los desechos ‘incluye la retirada y desinfección de vómitos, orines, defecaciones’. No hay estadísticas en este capítulo. Pero basta reflexionar en la idea de ‘batalla campal’ con la que Quintas describe la imagen que encuentran los empleados de la limpieza. ‘El trabajo es de chinos’, y en amaneceres de viernes ‘llegamos a desplazar a 12 personas y 5 máquinas limpiadoras para que los ourensanos que trabajan, o los niños que acuden al colegio’, no tengan que enfrentar el post-botellón.

Peligro: menores borrachos

Cuando llega la hora de limpiar, es posible establecer diferentes clases de botellones, entre aquellos que convocan ‘los estudiantes en edad universitaria y los que congregan a los menores de edad’. Los últimos son especialmente temidos. ‘En el primer momento no hay ningún problema con ellos, pero enseguida pierden el control’. La toma de alcohol intensiva los transforma. Las ‘amenazas’ sobre el personal de limpieza son habituales, de modo que ‘la orden es contacto cero con ellos’. Ante cualquier incidencia, la segunda orden es ‘telefonear a la Policía’ para que sea ella la que reponga el orden’.

Los jóvenes en edad universitaria, además de mantener más la compostura y actuar con respecto, salvo excepciones, son los que ‘esparcen menos residuos’. O bien ‘lo reciclan’ o bien ‘lo dejan reunido para facilitar su recogida’ al servicio de limpieza.

El momento crítico del botellón acostumbra a ser durante el amanecer del viernes. ‘Debemos actuar en muy poco tiempo’, porque la ciudad se activa antes de poner el sol, y para entonces la basura debe estar recogida y los espacios contaminados, perfectamente desinfectados para entonces, sostiene Rubén Quintas. Especial diligencia y rotundidad hay que poner en aquellas zonas próximas a colegios.




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