Crónica

Ourense, partida en dos: "Sin los bares, el resto de negocios estamos vacíos"

OURENSE 7/11/2020.- Primer día después del cierre de bares y nuevas medidas por el covid. Sólo lara sellado de quinielas. José Paz
photo_camera Clientela de un bar de la rúa Bailén hace cola para recoger un café, ayer por la mañana (JOSÉ PAZ).
La vida social, ya frenada en seco, suma otro varapalo para el comercio local con el cierre de la hostelería: "Afecta a todos"

Primer día sin bares, qué lugares. La ciudad se despertó ayer con café para llevar en los escasos locales de hostelería que pueden permitirse esta fórmula para sobrevivir a un mes de cierre. "Un euro, igual que antes. Con magdalena y galleta", atiende el camarero de Tapería Yin, en O Couto, desde la trinchera que han montado en la puerta. Abrieron el negocio poco antes del primer estado de alarma. Una mujer de unos 80 años se pide el segundo "take away"–quizás el segundo de su vida–y aprovecha la picaresca de las mesas apiladas en la terraza para tomárselo allí. De camino al centro, los funcionarios del tramo de Progreso en el que está la Diputación provincial, el Obispado y Correos solo tienen una opción cerca para el café para llevar. Otros, como Churrería Lolita, se reinventan en la crisis: "Puse una máquina con cápsulas por si lo prefieren al chocolate, para darle un servicio al cliente. Lo estamos pasando mal. Son muchos meses sin abrir", dice Nieves Seara, la dueña. En el Paseo, Jorge Cachaldora lamenta la pérdida de la esencia de muchas peluquerías: "El cliente no puede tomar el cafecito ni leer revistas. Si no hay bares, los demás estamos vacíos. La ciudad sin bares no existe". 

También regenta una peluquería Beatriz Gómez, presidenta de la Federación de Comercio de Ourense: "El cierre de los bares nos afecta, recortas la vida social y la gente ya no sale ni se prepara. La hostelería es crucial para muchos sectores. El pesimismo es total".

¿Parques reconquistados?

Escaleras, bancos y parques públicos aparentan reconquistados tras el cierre obligado de los bares. Luis Rivera, del Centro Comercial Aberto Ourense Centro, quiere buscarle ese lado positivo: "Que los niños vengan a jugar a las plazas y a andar en bicicleta, este mes al menos". Volviendo a la realidad, "es triste. La gente no viene hasta aquí porque no hay ambientillo ninguno. Los comercios apoyamos al 100% a la hostelería, las terrazas mueven mucha gente. Y eso, a los comercios, nos afecta".

Camila Rodríguez mira la vida desde su tienda erótica, Travexuras, en la rúa Santo Domingo. "A esta calle te asomas y está vacía, parece como cuando estuvimos confinados. Que la gente no se tome su cañita, se nota también en el comercio. Nos intentamos reinventar como podemos".

Tito Taín, presidente de los comerciantes de O Couto, da la versión de barrio. Más triste incluso que en el centro y en una zona que ya sufre restricciones duras desde hace meses.

Desde el barrio

"Estamos bastante fastidiados, los locales van cerrando y hay que esperar a que mejore y a ver si sigue habiendo valientes que siguen abriendo negocios. Pero está complicado", dice Taín. Sobre la hostelería, da otro apunte diferente: "En Ourense, y en nuestro barrio hay gente que ya es mayor y también es complicado que se adapten a esto de café para llevar". 

Ni O Carrabouxo, insólitamente despejado de terrazas en el San Lázaro, se beneficia de la situación. Un vendedor de calendarios le hace compañía desde ayer. 

Carballiño cerrado: “Actividad esencial es la que lleva un plato de comida hasta la mesa"

O Carballiño 7/11/20
Ambiente sábado por la mañana en Carballiño

FOTOS Martiño Pinal

Víctor Janeiro despacha cafés a la entrada del establecimiento (Martiño Pinal). 

Carballiño pasaba del color rojo al naranja en el mapa gallego de contagios, y es que la jornada levantó un poco los ánimos con 22 casos activos menos, situando a este concello con 59, un registro que no tenía desde el pasado mes de septiembre. El temor al contagio sigue latente entre la población, aunque las repercusiones económicas por causa de las restricciones que se soportan desde hace más de dos semanas y a la vista de lo que todavía se viene encima está generando una gran preocupación.

Son muchos los ciudadanos que no ven con buenos ojos el cierre de la  hostelería, pese a que en ningún local estuvo el origen de los brotes que durante el mes de octubre llevaron al Gobierno autonómico a imponer las medidas restrictivas más duras de Galicia. Carlos Rodríguez, vecino de la villa, opinaba que "esto es demasiado para la hostelería. Ahora que han descendido los casos considero que es excesivo, que debería abrir con limitación de aforo y con control policial". Teresa Mirás es la propietaria del comercio de confección Tete Clost, y se refería a las pérdidas que ocasiona la falta de actividad de los hosteleros, "porque esto es una cadena, si no puedo salir a tomar algo no me compro ropa. Yo considero que una actividad esencial es la que lleva un plato de comida a la mesa, o sea todas". El cierre perimetral también está afectando, teniendo en cuenta que "en Carballiño también vivíamos de la comarca y de otros concellos, yo tenía mucha clientela de Ourense". 

El hostelero Víctor Janeiro, es uno de los que sirve en la puerta los cafés para llevar y durante las mañanas "hago más o menos los mismos porque hay muchos compañeros que cerraron y los clientes vienen aquí".

Ribadavia abierto: “Por lo menos podemos ir al bar y a restaurantes... de momento"

Ribadavia 7/11/20
Ambiente sábado por la mañana en Ribadavia

FOTOS Martiño Pinal

Grupos de residentes consumen en el interior de la cafetería Pintamonas (Martiño Pinal)

En Ribadavia, los vecinos disfrutan moderadamente del fin de semana, aunque afrontan con escaso entusiasmo el futuro próximo debido al mal tiempo y al reciente aumento de casos, que ya supera los 70.

"Esto es una cuenta atrás", opina Noel Pazos, mientras discute con Alberto Sanmarful en una terraza de la calle del Progreso sobre la incidencia del virus en el municipio: "Estamos para cerrar, cuando se den cuenta de que no aguantaremos así mucho más, aunque por lo menos podemos ir a bares y restaurantes, de momento", asegura. 

El ambiente frío y lluvioso que inunda las calles hace mella en los espíritus de sus habitantes, tal y como expone con crudeza Francisco Meiriño: "Es una mierda de fin de semana, dígocho de corazón", afirma, señalando que "hai moitos contaxios aquí tamén, e a xente pasa do tema da protección".

Para los negocios locales, este "período de gracia" no les ha supuesto demasiada diferencia. "No notamos ni más ni menos afluencia, la verdad. Todo sigue como siempre", comenta Raúl Mato, dueño junto a Puri Veloso de la librería Máfranch. La propietaria coincide, y en calidad de vecina añade que "el tiempo no acompaña, y trastoca los pocos planes que teníamos, como visitar las termas de Prexigueiro, así que aprovecharemos para descansar".

Cristina Regueiro, de Rebusca 46, monta la terraza acompañada del repiqueteo de la lluvia mientras reflexiona sobre los planes del fin de semana: "Imagino que los vecinos estarán disfrutando, con los bares abiertos todavía, pero entre el tiempo y el contexto, espero que bajemos los casos, porque si no acabaremos como la mayoría de concellos: restringidos y con todo cerrado", concluye. 

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