La Guardia Civil dio ayer por concluida la operación Walking, desarticulando una de las mayores organizaciones criminales afincadas en España dedicada a la distribución y venta de artículos falsos de reconocidas marcas comerciales, fundamentalmente de ropa deportiva, complementos de vestir y perfumes, cuyo centro logístico estaba radicado en un almacén de Xinzo.
En total, los agentes detuvieron a 76 personas e imputaron a otras 25 (ninguna de Ourense) por delitos contra la propiedad industrial e intelectual, incautándose de mercancía falsificada por valor de más de 2,4 millones euros, así como más de 20.000 euros en metálico y 18 vehículos, según los datos facilitados por el Instituto Armado. La organización operaba desde las provincias de Ourense, Cádiz, Sevilla, Huelva, Badajoz, Álava, Ciudad Real y Albacete.
La operación se inició tras detectar a varias personas, procedentes principalmente del Magreb y África subsahariana, que se dedicaban a la venta de artículos falsificados de conocidas marcas comerciales.
Tras las primeras investigaciones, los agentes detectaron que estas personas eran captadas por un grupo organizado para la distribución del género falsificado y, debido a su situación personal y económica vulnerable, lo aceptaban a cambio de unos pequeños beneficios por las ventas.
La mercancía, que obtenían principalmente de Portugal, era almacenada en Xinzo, donde la organización tenía su centro de operaciones. De allí, era distribuida a empresas de paquetería y centros de distribución intermedios así como a vendedores itinerantes para su colocación en ciudades españolas. Para ello, la organización se valía de sociedades interpuestas, lo que les permitía incluir en el círculo legal los grandes beneficios obtenidos con estas actividades habiendo sido utilizados para la financiación del crimen organizado.
La operación se inició tras detectar a varias personas, procedentes principalmente del Magreb y África subsahariana, que se dedicaban a la venta de artículos falsificados de conocidas marcas comerciales.
Tras las primeras investigaciones, los agentes detectaron que estas personas eran captadas por un grupo organizado para la distribución del género falsificado y, debido a su situación personal y económica vulnerable, lo aceptaban a cambio de unos pequeños beneficios por las ventas.
La mercancía, que obtenían principalmente de Portugal, era almacenada en Xinzo, donde la organización tenía su centro de operaciones. De allí, era distribuida a empresas de paquetería y centros de distribución intermedios así como a vendedores itinerantes para su colocación en ciudades españolas. Para ello, la organización se valía de sociedades interpuestas, lo que les permitía incluir en el círculo legal los grandes beneficios obtenidos con estas actividades habiendo sido utilizados para la financiación del crimen organizado.
