Los retos de Luis Menor en la Diputación de Ourense

Manuel Baltar y Luis Menor, ayer tras la junta directiva provincial del PP.
photo_camera Manuel Baltar y Luis Menor.
La nueva etapa del gobierno provincial hereda varios proyectos en marcha, como el del hotel balneario, con los que deberá lidiar el nuevo presidente nada más tomar posesión del cargo

El próximo presidente de la Diputación, Luis Menor, cuya toma de posesión está prevista para mañana en el pleno de constitución, deberá diseñar en las próximas semanas su hoja de ruta. Todos asumen que habrá cambios, pero tendrá en sus manos decidir qué parte del legado de Manuel Baltar continúa y qué quiere reorientar, todo con unas cuentas saneadas (la etapa Baltar acaba con deuda prácticamente cero) y remanente de tesorería abundante. 

Uno de los retos inminentes que tendrá es la transformación del Pazo Provincial en un gran hotel balneario de cinco estrellas, un proyecto que en el plan de mandato de Baltar aparecía como clave para estos próximos cuatro años, y que llevaría acarreada la búsqueda de una nueva sede de la institución. 

Entre otros proyectos con los que deberá lidiar, está la reactivación de la Cámara de Comercio, para lo cual Diputación y Xunta avanzaron contactos; seguir avanzando en la ampliación del Campus de Ourense, para el cual Baltar había prometido más fondos; la planta de transformación de residuos orgánicos de A Limia, cuyo proyecto ya está diseñado y supera los 29 millones de euros de inversión; o la digitalización del ciclo del agua, que también ha recibido fondos europeos de reconstrucción. 

También se encontrará Menor con un Centro Integral de Loita contra o Lume a punto de arrancar, y un Centro de Innovación da FP que la Diputación ayudó a levantar y que ya está dando sus primeros pasos. 

Además, Baltar deja un legado de eventos culturales, como el Festival de Cine o la ICC Week relacionada con las nuevas tecnologías, que ahora Menor tendrá que gestionar. 

En la parte social, toca darle continuidad a proyectos como el cheque bebé ChegOU o el proyecto EmprendOU, con el que tanta gente ha emprendido en el rural, al mismo tiempo que deberá decidir si continúa la decidida apuesta por el termalismo o el turismo deportivo, que han caracterizado estos últimos años de gestión.

La proyección exterior de la institución, otra disyuntiva

Si algo ha caracterizado los mandatos de Baltar ha sido la proyección nacional e internacional de la Diputación, que se ha posicionado en foros de alto nivel. De hecho, Baltar ha presidido la asociación europea de ciudades termales (Ehtta), la asociación de municipios europeos Partenalia, y ha formado parte de la directiva de muchos organismos, entre ellos, la junta de gobierno de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Así, no era raro ver a Baltar en distintos puntos de España y el continente europeo, en reuniones con homólogos de otros países, hitos con los que en los últimos tiempos consiguió también acoger en Ourense reuniones del más alto nivel, como el Congreso Internacional de Turismo Termal. En esta política institucional, deberá Luis Menor decidir cómo orienta su gobierno, si intenta mantener la proyección exterior u opta por una posición más endogámica.

El dilema de los fondos para los concellos y las exigencias de la ciudad

El reparto de los recursos será uno de los retos más inminentes de Luis Menor al frente del gobierno provincial. Los alcaldes de PSOE, BNG o fuerzas independientes piden optar por un reparto objetivo, un plan único que reparta de forma lineal a los concellos, y DO pide más inversiones en la ciudad. Todo esto frente al funcionamiento que la institución lleva hasta ahora: recursos fijos e iguales  a todos los concellos en planes provinciales (empleabilidad, obras…) complementados mediante subvenciones nominativas ayudas a proyectos concretos que presentaban los concellos. La oposición siempre puso el grito en el cielo, al relacionar sta práctica con la política “caciquil”. 

El BNG había presentado una propuesta de financiación donde hubiera un fondo de 18 millones que repartiría el 40% de forma lineal entre todos los municipios menores de 20.000 habitantes y un 60% de forma complementaria con base en criterios objetivos, lo que permitiría que todos los concellos supieran el dinero con el que contarían. Los defensores del modelo actual creen que da facilidad para financiar proyectos transformadores, y permite una discriminación positiva con los territorios desfavorecidos. 

A esto se añade otro reto, el del alcalde de Ourense, que ya ha dicho que quiere inversiones para la ciudad, “porque un tercio del dinero que recibe la Diputación viene por la ciudad”. Una cuestión que solivianta a los concellos más pequeños.

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