EN CLAVE

Revolución a tiempo parcial

Queda inaugurada la república de Ryanair, que es como la de Ikea: low cost y con líderes a media jornada. La ley, mientras, se hace respetar, pero la culpa no es de quien la vulnera, sí de quien la aplica. Vaya.

Lunes, 30 - Las pancartas y un poco de ajedrez

En los periódicos de los lunes pesa mucho la información deportiva, ya desde la portada. Fotos de aquella pirueta previa al gol, alguien que aprieta los dientes a metros de la meta acariciando la victoria o gradas atiborradas de banderas y demás atrezzo del equipo de casa. En La Región, entre otras, una foto de la manifestación de Barcelona a favor de la unidad de España. Parecía la tribuna del estadio cuando se la juega la selección. Miles y miles de personas intentaron contrarrestar el efecto secesionista reivindicándose en la calle. Vivimos tiempos de abalorios institucionales, de medir razones por la cantidad de banderas y pancartas que sacas a la calle. "Tu con balas, yo con bolas", "No somos antisistema, el sistema es antinosotros" o "Nos sobra mes a final de sueldo" adornan cualquier manifestación. Todo el mundo se puso a contar asistentes para saber si se le había ganado en la calle a los indepes. Es una suerte de competición para ver quién mea más lejos desde lo alto de la tapia cuando todos sabemos que las competiciones políticas donde se ganan es en las urnas. En la portada había mucha viscelaridad, mucha razón medida en la epidermis. Había, menos mal, un rinconcito deportivo para pensar sin pancartas ni banderas: 250 menores de 18 años participaron en el Festival Internacional de Ajedrez de Ourense. Conviene tener en cuenta esta actividad y aplicar sus enseñanzas, sobre todo en estos momentos en los que en el tablero lo que menos está importando es lo que pensamos los peones.

Martes, 31 - El exilio y los consejos que dejó Mandela

Las revoluciones, como el empleo, también se han precarizado. Ahora tenemos revolucionarios a media jornada, incluso contratados por horas, a lo sumo por días. Solo les faltan organizaciones sindicales que les defiendan sus derechos. Antes había que ganar las calles, incluso con armas, después de convencer a la grey, luego hacerse con las instituciones y, por supuesto, convencer del proyecto a la comunidad internacional. Puigdemont hizo una revolución low cost, como el vuelo a Bruselas que tomó desde Marsella. Llegó a la capital belga, mintió a los periodistas —no solo él lo hace a menudo— y dejó en la estacada a los catalanes. Fidel Castro, luego de hacerse con Cuba y no soltarla hasta su muerte, fue a la ONU y espetó a los presentes un soporífero discurso de siete horas y quince minutos. Uno de tantos. El exlíder catalán se fue de escapadita acompañado de parte de su guardia pretoriana hasta que la jueza le dijo: ven, que tenemos que hablar. Esa frase de la parienta que no presagia nada bueno, que auspicia un ahí te quedas, no una bronca por no bajar la basura. Él no respondió si tú me dices ven, lo dejo todo. Ni siquiera, voy ahora, cariño. Prefirió antes dejar su defensa en manos de un abogado que había labrado su fama defendiendo a etarras, una lacra que durante décadas hizo un irreparable daño, a veces olvidado. Letrado y cliente han disparado algunas frases intentando que cale en Europa un papel de refugiado que no le pega nada, decir que a él la justicia no tiene nada que imputarle. El expresidente catalán quiere ir de represaliado, de mártir y jugar a ser el nuevo Mandela. "Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo", dijo el exmandatario sudafricano. Paciencia Puigdemont, queda camino. Lo siguiente será convencernos que usted es el libertador del apartheid de mentirijillas en el que dice que vivimos.

Miércoles, 1  - Los tuyos no te olvidan, o sí

Día de difuntos, de recuerdos y flores. Pero también de grandes olvidados. Hay decenas de sepulcros huérfanos de recuerdo, también los hay cubiertos de cínicas flores. El periódico del miércoles traía ya algunos aromas a crisantemos, esa flor póstuma, exuberante de color pero con la fama de que quien la merece y la recibe no está aquí para dar las gracias. "He visto entierros con mucho dolor y otros donde casi aplaudían", espetaba un enterrador ya en la portada. Arriba, en el titular principal, de nuevo Puigdemont, que se negaba a responder de sus actos ante la Justicia. El día que este señor se cargue su futuro político (va camino de ello y de laminar de paso a su pueblo para décadas) se encontrará que habrá quien lo lamente, muchos otros que le aplaudan, aunque lo mejor sería olvidarlo pronto. Ya lo dijo el enterrador. 

Jueves, 2 - Al rincón de pensar, también los papás

El botellón arrasa, advertía el periódico, ante la apatía de las administraciones, añadía. La Alameda es un circuito de velocidad etílica y el Concello se lava la cara con programas de prevención mientras consiente a perpetuidad una competición para trasegar. Decía Oscar Wilde que para conocer la calidad del vino no hace falta beberse todo el barril. La sociedad debería hacerse algunas preguntas sobre la tontuna de quedar para beber. Y, ya de paso, si se las hiciesen los padres, sería magnífico.

Viernes, 3 - Siempre nos queda el enemigo externo

El Govern entra en prisión pero el problema es de la Justicia, no que se haya vulnerado la ley o que haya indicios racionales de que lo hayan hecho. Decía un experimentado psicólogo que todos nos escudamos en el enemigo externo. Ya desde pequeños decíamos yo no fui. 

Sábado, 4 - La lluvia que moja la preocupación

Ven como la lluvia ha mojado nuestra impostada preocupación por los incendios. Ven como las pancartas han vuelto al desván y los afectados por el fuego a mascullar en soledad su desgracia pensando cómo salen de ella. Ven como los teóricos llevan décadas dando soluciones pero la realidad no les da la razón. Ven como la lluvia aplaza de nuevo al año que viene el plúmbeo debate de siempre. Mientras, todos debemos encajar esta bofetada: La ola incendiaria de octubre arrasó 49.000 hectáreas, casi la mitad en Ourense. 

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