El jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid participó en la primera jornada de actualización de esta especialidad en el CHUO
Hace 25 años, el doctor Santiago Moreno, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y especialista en el VIH, participó en la primera jornada de actualización de esta especialidad en el CHUO. Su conferencia de este jueves la tituló "Hacia la curación del sida", una visión muy distinta de la de hace dos décadas y media.
¿Era impensable hablar de curación del sida hace 25 años?
Hace 25 años, en el año 94, todavía no había ni tratamiento eficaz. Es decir, en aquel momento todavía lo único que se podía hacer era darle a los pacientes medicamentos que ni muchísimo menos curaban la enfermedad. Creo recordar que entonces hablábamos de cómo tratar las complicaciones tan graves que tenían los pacientes.
¿Cómo ha cambiado el tratamiento en este tiempo?
Ha pasado de ser una enfermedad casi uniformemente fatal, en la que todos los pacientes que la padecían se morían en un período relativamente corto de tiempo. No teníamos ni en el horizonte la posibilidad de evitar la muerte, mientras que hoy los afectados ya no se mueren y lo que nos preocupa es cómo acabar totalmente con esta epidemia, ya sea mediante vacunas o con la curación.
¿Es preocupante el número de nuevos casos detectados cada año?
Sí, el caso es que cada año hay unos 4.000 nuevos casos, sigue siendo una tasa muy alta. Por cada millón de habitantes habría unos 90 casos, una cifra muy alta comparada con la de países como Francia o Reino Unido. Pero eso no significa que esta sea la gente que se infecta cada año, porque puede ser gente que se infectó hace 10 años. Lo que es preocupante es que no veamos que el número disminuye, pero siempre nos queda la esperanza de que no son nuevas infecciones, sino nuevos diagnósticos.
¿Es ese el principal reto de la lucha contra el sida?
Esa es el principal desafío que ahora mismo tenemos como médicos. La salud pública se tiene que implicar de forma muy voluntariosa en esto, se deberían hacer esfuerzos por acabar por diagnosticar a las personas infectadas y ponerles tratamiento. Si los tratamos, evitamos que transmita la infección. Teóricamente así veríamos una reducción importante de nuevos casos.
