A 30 años del inicio de las excavaciones, el futuro pasa por la divulgación y puesta en valor del conjunto como polo de atracción turístico-cultural, y también por la acción investigadora continuada sobre el mismo

Santomé, referente histórico y natural

Imagen del Castro de Santomé (Foto: José Paz)
El hallazgo más decisivo descubierto en Santomé no necesitó de arqueólogos ni precisó mayor exhumación, fue un encuentro de lo más casual.
Conocidas nuestras virtudes para el reciclaje, no se libró de ello ni el ara romana dedicada a la diosa Tutela, con capacidades sobrenaturales para proteger a los moradores de cualquier maleficio. A la paroquia de San Bernardo de Tibiás, donde se encuentra Santomé, minúscula aldea encaramada en una ladera sobre el río Loña y Mende, se puede acceder de varias maneras, una, por un camino desde el colegio de Mende, que aún hoy conserva intacto su privilegiado aspecto y origen medieval; la otra es por una carretera sinuosa que nos eleva incansable hasta la cima. Hoy requiere fe, en 1969, cuando Manuel Blanco Guerra, entonces concejal de Perímetro Rural dio con el ara reconvertida en una pía, un bebedero con historia, cuya hendidura de la parte superior recibía incrédula el picoteo de unas gallinas que no buscaban protección divina sino agua, ésta no existía.


UNA ARA ROMANA DE BEBEDERO

La piedra la habían bajado del monte hacía 50 años, un monte al que Blanco Guerra no dejaba de mirar sin parar de hacer cábalas, el concejal, gran aficionado a las leyendas y al misterio que rodeaban los castros, iniciaba una aventura de puro amateur, que a él le traería no pocos problemas, denuncias y enfrentamientos, pero que abriría la puerta a que en 1983, de manera ya profesionalizada, desde el Museo Arqueológico de Ourense, con un grupo de arqueólogos encabezados por Xulio Rodríguez, su actual director, programaran en diferentes anualidades unos trabajos de prospección y catalogación cuyo resultado es el 'conjunto arqueológico natural' que hoy conocemos, porque tras las primeras catas en extensión se descubrió que el entorno de procedencia del ara 'non se trataba únicamente dun castro, na falda existía un xacemento máis complexo'.

Con anterioridad, Blanco Guerra logró que el intrincado acceso al lugar lo fuera menos, con la construcción de una carretera, los vecinos a cambio vendieron al Concello los terrenos del entorno del castro. Aquellas catas puntuales, sin rigor ni criterio aunque plenas de curiosidad, dieron también con algunos fragmentos de terra sigillata, típica cerámica cuyo origen romano ampliaba la visión del conjunto. Aquellas cerámicas alimentaron la tesis doctoral de Xulio Rodríguez, y llenaron los primeros cuadernos de campo a partir de 1983, hoy el conjunto, no sólo le llena de orgullo a Xulio, también le ocupa la práctica totalidad de su despacho en las instalaciones del Arqueolóxico, provisionales -quien lo diría- en A Carballeira.

Tres décadas después Santomé es un espacio consolidado, trenzado por el rigor científico, donde se conservan en pie unas estructuras monumentales 'fáciles de ver e comprender'. Las excavaciones evidenciaron dos mundos, uno castrexo, que tras un foso y una torre defensiva hacía vida en la cima, al rompiente del monte quedaba el río Loña con un desnivel insalvable; el otro, a los pies de la ladera que acaricia la era tardorromana. ¿Coincidieron ambos poblados en el tiempo? Sí, en el 50 d.C., ¿eran los mismos? no. Los hallazgos encontrados en el entorno de Santomé desvelan que entre el I a.C. y el II d.C., hubo vida en el entorno con dos civilizaciones, una anterior a la otra, que coincidieron en un momento puntual, pero que uno mantuvo modos castreños y el otro estaba guiado por las directrices del Imperio. El primero recolector, el otro ya conocedor de los usos agrarios y de la ganadería estabulada; el castrexo, asentado en la cima con sus habitáculos independientes y redondeados alrededor de una calle, después ya no, y los tardorromanos, dispuestos a partir de un espacio central abierto, a semejanza del atrium romano, con la tecnología constructiva de la época, el compluvium, para aprovechar el agua y la red de sumideros, impluvium.

Te puede interesar