Saúl Álvarez y Iago Valeiras, discapacitados y con empleo

Iago Valeiras, en el Parque Municipal de O Carballiño (izq.) y 
Saúl Álvarez, en las inmediaciones del Pavillón dos Remedios, en la ciudad (der.).
photo_camera Iago Valeiras, en el Parque Municipal de O Carballiño (izq.) y Saúl Álvarez, en las inmediaciones del Pavillón dos Remedios, en la ciudad (der.).
Saúl Álvarez (1997) y Iago Valeiras (1980) son dos ourensanos con discapacidad. Encontraron un puesto gracias a dos programas de empleo distintos y sienten la oportunidad como una “nueva vida”.

Por las tardes, el Pavillón de Os Remedios alberga a un conserje muy entregado: Saúl Álvarez, un ourensano de 25 años con espectro autista. No es su primer empleo, ya que lleva varios años en el mercado laboral y pasó por centros de día y la fábrica de Aceites Abril. Desempeña tareas como atención al público y telefónica; acondicionamiento de instalaciones; encendido de luces en las canchas… Se siente, según confiesa, “muy feliz y útil”.

 Estudió un ciclo superior de Animación Sociocultural y, aunque no está relacionado con su empleo, está contento. Su contrato es temporal y cobra 1.500 euros. 

Explica que cuando era pequeño “pensaba que iba a tener más problemas para encontrar trabajo. Tenía miedo por mis condiciones, como era más patoso, veía que no iba a ser capaz de hacerlo bien”. Pero, ahora, tal como recalca, se siente capaz “de hacer todo lo que me proponga”. Saúl es uno de los usuarios de Down Ourense que encontró un puesto gracias al programa Empleo con Apoyo (ECA).  En lo que va de año, este colectivo ayudó a formalizar 39 contratos; 20 indefinidos y 19 temporales, según fuentes de la entidad. 

Nuria Formoso Duval, la preparadora laboral de Down Ourense, detalla que el objeto del programa “es garantizar la plena inserción laboral de los usuarios”. Para ello, un “preparador acude con los chicos al puesto de trabajo, según lo vayan necesitando y, a medida que cogen independencia, se va retirando progresivamente”. Además, esta figura se encarga de supervisar que el puesto está adaptado a sus capacidades. 

Saúl estuvo con el preparador una semana. “Aprendo rápido”, destaca. En su caso, le ayudó a no agobiarse con funciones más complejas: “Me decía que fuera con calma, sobre todo en Aceites Abril, porque es una fábrica y  las tareas son más difíciles”. Asegura que el trabajo le ayudó a hablar más con la gente y superar su timidez: “Antes me costaba más entablar conversación”.

Volver a la vida

La situación de Iago Valeiras (Carballiño, 1980) es distinta. No nació con discapacidad, pero en 2008, con 28 años, le intervinieron de urgencia a corazón abierto, tras encontrarle una malformación en la válvula mitral. Al recuperarse, decidió volver a trabajar: “Tal como está la vida y, sin piso ni vivienda propios, me iba a quedar sin nada el día de mañana”. Tiene el 33% de discapacidad, por los anticoagulantes que toma a raíz de la operación: “No puedo hacer ciertas tareas porque un corte o un golpe suponen un riesgo para mi vida”. Se reincorporó al mundo laboral y en dos años tuvo “un infarto y ocho ictus”, así que se vio obligado a parar, hasta hace una semana. 

En su caso, Iago acaba de terminar un curso de auxiliar administrativo de Cogami, la Confederación Gallega de Personas con Discapacidad y lleva una semana trabajando de vigilante en la entrada del Parque Tecnológico de San Cibrao. Esta entidad insertó a 104 personas en la provincia, desde enero. Para él, la vuelta a la rutina significa mucho más que cobrar un sueldo:  “Ver que estás haciendo algo y evadirte de lo pasado, es una oportunidad, una nueva vida, más bien”. 

Su contrato, como el de Saúl, es temporal y cobra alrededor de 1.000 euros. “Nunca tuve problema para encontrar trabajo” porque, según dice, a las empresas “les interesa por la bonificación que les dan al emplear a personas con discapacidad”. El curso de Cogami “era un reto” para él, se siente orgulloso de haberlo superado, aprender un nuevo oficio y de empezar una nueva etapa: “Vida solo hay una y se puede acabar en dos días”.

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