Coronavirus

Coronavirus en Ourense: sin alarmismos, pero “alerta"

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photo_camera Feligreses en el templo de María Auxiliadora de la ciudad. (FOTO: MIGUEL ÁNGEL)
La expansión del COVID-19 no solo preocupa a las autoridades sanitarias. La población ourensana continúa con su día a día con aparente normalidad, pero el coronavirus es el protagonista de todas las conversaciones.

Ya no es posible evitarlo: el coronavirus es la sal de todas las conversaciones. Mientras las autoridades sanitarias elaboran protocolos más elaborados, a pie de calle el ciudadano común se debate entre el pasotismo –"Sempre morreu xente de gripe en inverno, de toda a vida"– y la hipocondría –"Lo mejor es ir al supermercado a primera hora del día"–. La preocupación aumenta en la provincia ourensana con cada nueva decisión del Gobierno central y del resto de autonomías, y muchos empiezan a plantearse cómo podría trabajar desde casa o con quién dejaría a los niños en caso de decretar el cierre de los centros educativos. Recomendaciones como evitar los viajes asustan a muchos –"En mis 50 años de vida nunca había visto una cosa parecida"–, pero las autoridades no dejan de repetirlo, "no hay que caer en el alarmismo". 

Cambios en las iglesias

Las iglesias ourensanas viven desde el pasado domingo cambios de calado, como la supresión del apretón de manos por la paz o el agua bendita en las pilas. Los feligreses, en general, no solo se han adaptado "sin problemas" a las medidas, sino que han elaborado las suyas propias. "Moitos xa levan días deixando máis espazo do habitual co resto da xente ao sentar nos bancos da igrexa", apunta el sacerdote Néstor Álvarez. 

En la comunión se recomienda no entregar la hostia directamente en la boca, sino colocarla en la mano del feligrés, además de lavarse las manos. "A xente xa comulgaba na man antes de dicirlles nada. Polo momento todo o mundo está colaborando", asegura Álvarez. Las medidas preventivas también afectan al culto a las imágenes, ya que no será posible tocarlas para evitar la propagación del virus –se proponen inclinaciones o reverencias–. "Dentro de súas semanas temos o San Benito, e os galegos somos moito de tocar as imaxes, polo que temos que explicarlles que non se pode, pero eu supoño que o entenderán e non terán problema", dice el sacerdote. 

Los feligreses asumen las recomendaciones con tranquilidad y, en su gran mayoría, continúan yendo a misa: "En Fátima xa sacaron a auga das pilas, e claro, moitos temos o costume de santiguarnos con ela ao entrar, pero bueno, polo momento eche así, hai que acostumarse". Ayer, en la parroquia de María Auxiliadora de la ciudad, los asistentes acudían al templo con normalidad: "Ao final é coma unha gripe, tómanse medidas pero  hai moita xente que a colle todos os anos". En la puerta, un cartel recuerda las medidas preventivas. 

El gel: nuevo amigo

Las autoridades recomiendan mantener una adecuada higiene de manos, por lo que, además de utilizar agua y jabón, estos días se ha extendido el uso del gel desinfectante. Numerosos centros educativos y edificios públicos (estatales, autonómicos y municipales) han colocado dispensadores de esta solución para uso de trabajadores y público general. 

En supermercados y tiendas, los dependientes extreman las medidas de precaución con el uso de gel, además de limpiar el mesado con mayor frecuencia. Los clientes también cuidan la higiene estos días con el uso de guantes, y en grandes superficies, como en el Centro Comercial Ponte Vella, muchos  acuden a menudo a los servicios a lavarse las manos por precaución. "Isto debería facerse sempre, non só agora polo coronavirus", apuntan algunos. 

Teletrabajo

El teletrabajo gana peso estos días en zonas como Madrid o País Vasco, pero también llega a la provincia ourensana en sectores como el de los visitadores médicos –el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, anunció ayer la restricción de estos profesionales en centros hospitalarios para evitar posibles contagios–. Es el caso del ourensano José Rodríguez, que es gestor de cuentas clave en Galicia para una multinacional japonesa. Ahora, desde su casa de A Ponte mantiene relaciones con médicos, farmacéuticos y gerentes hospitalarios. "En vez de reunirnos "face to face" lo hacemos online o por teléfono. Nos han dado una serie de indicaciones para proteger la salud de la organización, garantizar el suministro de medicamentos y no contribuir a la expansión del virus". Rodríguez recorre a diario los hospitales gallegos. "En caso de un contagio seríamos agentes transmisores, por eso han prohibido la interacción". 

Ourensanos en Madrid

La expansión del COVID-19 en la comunidad de Madrid ha obligado al cierre de centros educativos y a la instauración de teletrabajo en gran parte de las empresas. "Parte de mi trabajo es ir a colegios a impartir charlas a niños, y estos días ya no podremos, claro. No sabemos si la medida será temporal o se extenderá en el tiempo, con la consiguiente incertidumbre para nuestro trabajo", señala la psicóloga ourensana Alba Ortega, que realiza talleres de inteligencia emocional a alumnado. "Conozco a gente que va a trabajar desde su casa desde mañana –hoy– y a la que ya les han advertido de que cobrarán lo mismo estas dos semanas, pero no pueden asegurarles el mismo sueldo si la situación continúa más tiempo", asegura. En el metro, en la calle y en los comercios, el coronavirus está presente de forma constante: "Hay tiendas en las que el mostrador está rodeado de un panel transparente, y te atienden desde ahí para evitar contagios con los clientes". 

José Enrique Conde es docente en cuatro universidades y seguirá dando clases por Skype. "La gente se lo toma a broma, pero después va en masa a los supermercados ".  Este doctor universitario valora "ir el fin de semana a Ourense, a la casa del pueblo", ante la cancelación de las clases. Critica la información dada: "El Gobierno pedía calma y la Comunidad cerraba todo. El lunes salimos de clase y un alumno dijo que acababan de anunciar la suspensión, no sabíamos nada".

Tiene contrato fijo pero dice que hay "miedo" entre los que cobran por horas, "ya que pueden pasarlo mal", al igual que los estudiantes que siguen pagando piso o residencia. Ayer vivió un intenso día de reuniones: "Estamos preparando un plan de choque para que afecte lo menos posible". Hay prácticas en empresas suspendidas, exámenes que se retrasan... "Cierran universidades pero sigue habiendo fútbol, es surrealista", apunta Conde, que coordina un máster y señala que ayer, último día antes de la suspensión,  "teníamos una actividad con 60 alumnos y fueron 7. Estaba la universidad medio vacía". También le cancelaron un viaje a Argentina. 

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