Las oficinas bancarias como las hemos conocido en los últimos años son reliquias también en la provincia. Ya no solo por su aspecto y despliegue de servicios, sino por su menguante número. La deriva de cierres de sucursales sigue imparable y Ourense, una de las provincias en las que el nivel de servicios en el rural es deficitario en este tipo de dotaciones.
Los datos del Banco de España certifican que en Ourense quedaban abiertas a finales del pasado año 174 sucursales y se une a las provincias con una cifra menor. De hecho, solo cinco provincias españolas tienen menos puntos físicos de atención a los clientes. Se trata de Ávila (113), Guadalajara (151), Palencia (102), Soria (91) y Zamora (127). Si tomamos la comparativa con el resto de Galicia, Ourense también es la que menos sucursales mantiene, ya que en Lugo quedan 210, en Pontevedra siguen 387 y en A Coruña se mantienen operativas 514.
Las sucesivas fusiones de las entidades y los procesos de digitalización están siendo los responsables de los cierres y el proceso es imparable. ¿Llegará el momento en el que no haya sucursales? El debate está abierto, como el del mantenimiento del dinero físico. Recientemente trascendió que el BBVA prevé un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afectará a 3.000 personas en España. Fuentes sindicales asumen que el recorte afectará también a la provincia, aunque no se sabe en qué cantidad, pero dan por hecho nuevos cierres de oficinas y la reorganización de competencias en las que queden abiertas.
Lo que sí es evidente es que el mapa bancario todavía mantiene franqueadas las puertas a nuevas fusiones, lo que comporta de nuevo la reorganización de sus puntos de atención al público en la forma en la que se ha venido produciendo en las últimas décadas.
La media española
En términos relativos los cierres en Ourense en los últimos diez años han sido superiores a la media española. En la provincia estaban operativas 353 oficinas bancarias en el 2010 y en el 2020 se habían perdido el 50,8%. En España el descenso fue del 46,2%, al pasar de 44.085 a 23.104 en el mismo periodo.
Fue entre los años 2010 y 2011 donde se contabilizó un mayor número de cierres en la provincia, al pasar de 353 puntos de atención a 281. Detrás de la desaparición de esas 72 sucursales está el proceso de fusión de las antiguas cajas de ahorro gallegas, dando lugar a la génesis de lo que con posterioridad sería Abanca.
Pese al cierre de puntos de atención, los depósitos de clientes y empresas siguen creciendo hasta superar los 9.200 millones de euros, una cifra de récord, y los créditos se sitúan por encima de los 3.400 millones. Pese a que el volumen de operaciones sigue aumentando los bancos quieren reducir al mínimo las visitas al mostrador, induciendo a sus clientes al uso de medios telemáticos, sobre todo la banca electrónica. Dicho de otra manera: cambiar el teclado del cajero automático o la visita a la sucursal por el manejo del móvil para la mayoría de los trámites.
Sin servicio en 26 de los 92 concellos
La pérdida de oficinas bancarias en el rural viene a sumarse a otras mermas de servicios, que padecen sobre todo las personas mayores. Los últimos datos que facilita el Banco de España desagregados por concellos proceden del 2019 y contabilizan 26 municipios —casi un tercio de la provincia— en los que ya no queda representada ninguna entidad financiera. La tónica general también en este caso es de que cada año hay más cierres porque en el 2009 eran solo diez municipios los que carecían de oficina bancaria. El caso de la ciudad es el más determinante porque entre 2009 y el 2019 la cifra cayó de 116 oficinas a 63. Por lo que respecta a las localidades con más población, el resultado es el siguiente: Allariz pasó de 7 a 5 puntos de atención física en el periodo citado. En Carballiño, de 13 a 8; en Xinzo de Limia, de 11 a 7; en Barbadás, de 6 a 2; en San Cibrao das Viñas, de 6 a 4; en Ribadavia, de 7 a 5; en Celanova, de 9 a 6; en Trives, de 5 a 2; en O Barco, de 14 a 6 y en Verín, de 12 a 8.
