Llevaban ya algunos días en Ourense, pero hasta ayer no recibieron el acto oficial de bienvenida de la que va a ser su nueva casa, el Campus. Son los estudiantes de intercambio.
María del Carmen Sánchez, mexicana de Guatemala, lleva ya casi un mes en Ourense, su casa durante los próximos seis meses. Llegó el 20 de agosto, once días antes que la colombiana Lina Vivas. Como ellas, otros 23 alumnos más de intercambio de hasta nueve nacionalidades. Ayer recibieron la bienvenida del Campus de Ourense.
Algunos ya habían estado en España, caso de la italiana Roberta Usai, cinco días en Barcelona; o de la francesa Marie Caradec, que conocía Córdoba y Malaga e igualmente Barcelona. Para muchos otros es esta su primera experiencia en un país que escogieron en muchos casos por sus similitudes con los suyos de origen.
Los italianos eran mayoría, hasta una decena. Alemanes, portugueses y letones cerraban el tren, apenas uno. En los vagones del medio, franceses, mexicanos colombianos, belgas y turcos.
Agobiados. El acto estaba previsto para el mediodía, pero antes les tocó posar para las fotografías. Que si en grupo, que si individualmente. Nombre para arriba, nombre para abajo. Explicaciones de porqué Ourense. Abiertos, veinteañeros, reparten sonrisas, contagiosas. Pero tienen claro lo que quieren, no han venido a dejar pasar el tiempo. Ciencias Empresariales y Turismo es de largo el grado más solicitado.
Al fin se sueltan de los fotógrafos y los plumillas, qué cruz. Se instalan por fin en el aula, media hora sobre el horario previsto. Atienden atentos las explicaciones sobre la oferta formativa, pero también la cultural y deportiva.
Desconocidos hasta ahora, en poco tiempo formarán un grupo homogéneo. Los italianos llevarán la voz cantante, que para eso son más y alguno, Vladimir Mirabile, tiene la impronta napolitana. Sólo son seis meses y el tiempo pasa en un pispás.
