Queda una hora para que comience de nuevo en Expourense “Oceanika, el tesoro de Poseidón”, donde la plasticidad de los artistas representa la belleza del mar y el pirata Tragaldabas y su grumete Pedrito alertan sobre la contaminación del océano. En el camerino, Diogo Amaral y Pedro Santos, que interpretan a estos dos personajes y protagonizan varios números cómicos, ya comenzaron a prepararse. Amaral, mientras repasa sus ojos, reconoce que, por lejos que se remonte, “todas las noches que he soñado, soñé con el circo. Y le decía a mis padres: quiero ser payaso”.
Se formó en una escuela de Lisboa. “Mi familia siempre me apoyó”, valora, aunque, eso sí, sufrían por tener a su hijo en la distancia. “Desde pequeñito, estoy loco por el circo”, reconoce también Santos. Él comenzó estudiando saxofón, y aterrizó en el sector como instrumentista. Ahora quiere aunar el arte del payaso con el de la música. Ambos son muy jóvenes, como la mayoría del elenco de la obra.“No me gusta cumplir años”, reconoce Amaral, por lo que asegura que ni él mismo sabe muy bien si tiene 22 o 23.
Compran los zapatos de payaso a un artesano anciano de Portugal. Esta es la parte más difícil de conseguir del material, y ni con rebajas bajan de los cien euros. “Pero son preciosos y cómodos”, valoran. Entonces Tomás, el malabarista, llega al camerino. La pandemia fue dura con ellos. En su caso, trabajó en un súper durante el parón. Amaral se viste el disfraz de Tragaldabas, que está inspirado en Buggy, personaje de One Piece. Él no lo sabía, se lo dijo un día un niño. La otra cara son los prejuicios de los adultos: “Una banderola de Xantar voló y la pillé para hacerle un nudo y agarrarla, pero un conductor comenzó a pitarme, como si fuera un vándalo”, lamenta.
Ya transformados en Tragaldabas y Pedrito, se encaminan hacia el escenario. Terminarán exhaustos, y luego partirán hacia Outariz, ya que, como reconoce Amaral, “el dinero mejor gastado de toda mi vida fue en las termas de Ourense”. Regresan siempre que pueden a esta ciudad porque “el público es increíble”, y a Santos le encantaría visitar de nuevo la Ciudad de los Muchachos, que también renació de nuevo.
