Fini Dorribo lloraba el lunes en su huerta ecológica de Reboredo (San Cibrao). La tormenta colapsó el riachuelo que baja desde Pereiro de Aguiar y llega hasta Ponte Noalla. “No sabemos quien se encarga de la limpieza, pero es la segunda vez que se inunda todo porque arrastra toda la porquería desde arriba y aquí arrasa con todo”, explica.
En consecuencia, numerosas lechugas, calabacines, tomates y cebollas se perdieron entre el barro. Con la inundación, las raíces se pudrieron, obligando a Fini a evacuar toda los vegetales que pudo salvar.
De las cuatro provincias gallegas, la ourensana es en la que más extendido está el consumo propio de alimentos. Representa el 52,1% del total. Es el caso de Fini: “Como los productos que cultivo, pero este año va a ser complicado”, lamenta.
Además, añadió que acaba de perder su ocupación diaria: “Yo ya no puedo trabajar aquí, todo lo sementado se inundó. Hay mucho dinero invertido aquí”.
Los alrededores de su huerta, incluyendo varias praderas y un parque infantil, quedaron también sumergidos por el desbordamiento.