Hay un tramo en la céntrica calle Progreso de la ciudad, entre la Alameda y San Rosendo, que se entregó al deterioro. Demasiados bajos cerrados y edificios catalogados deteriorados amenazan este vial, en pleno casco histórico.

El tráfico y el abandono apagan medio Progreso

Sólo es un tramo de poco más de 300 metros pero está en pleno centro de la ciudad y, sin embargo, se apaga. El trazado de la calle Progreso entre la Alameda do Concello y la rotonda de San Rosendo acumula en tan poco espacio hasta 18 bajos comerciales cerrados y una decena de edificios catalogados -y por tanto con diversos grados de conservación- en estado ruinoso, apuntalados en muchos casos y vallados con redes para evitar que caigan a la calzada elementos de las fachadas o de los tejados.
Es algo aparentemente inconcebible en una arteria que fue, y aún es, la única vía de comunicación entre el norte y el sur de la ciudad; eso sí, una vía destinada -quizás por eso incómoda o molesta para la actividad comercial, incluso residencial- al tráfico rodado, con velocidades excesivas, aceras estrechas y demasiado ruido desde su asfalto. Ni siquiera la presencia de edificios oficiales -el Obispado, Correos, Inorde, Centro Cultural y Diputación- le han insuflado ambiente y vida; muchos sostienen, como Aurelio Gómez Villar, presidente de los comerciantes, que la administraciones e instituciones atraen iniciativas empresariales pero en un horario muy limitado; por la tarde, las calles donde se ubican se vacían de clientes.

Curiosamente, otros tramos de la misma calle hacen gala de una intensa actividad comercial y hostelera, no sólo entre Juan XXIII y Concepción Arenal -ligada especialmente a las proximidades del Pazo de Xustiza y al ensanchamiento de sus aceras-, sino también en O Posío y, especialmente, en la conexión posterior, la avenida de Zamora que, pese a estar concebida para el tráfico rodado, saturada de coches estacionados en doble fila -por falta de aparcamientos- y carecer de edificios oficiales que sirvan de incentivo a la actividad económica, puede presumir de multitud de establecimientos de todo tipo; con clientela, eso sí, en los nuevos barrios próximos, desde O Polvorín o A Farixa hasta A Saínza, construidos en los últimos años.

La concejala de Urbanismo, la socialista Áurea Soto, reconoce esa situación y recuerda que son habituales los requerimientos a los propietarios de los inmuebles deteriorados del, quizás, tramo de calle más céntrico de Progreso. La opción es actuar de oficio y después pasar la factura a los dueños, pero 'no tenemos dinero para eso', por lo que sólo cabe esperar que haya suerte.

Para ella es el tráfico el que, sin duda, aleja el interés del comercio. Y lo que es peor, hay demasiados carriles y son anchos, lo que favorece la velocidad de los vehículos; en la avenida de Zamora no es así, allí el vial es estrecho y la velocidad se reduce, aunque las aceras tampoco se adapten al paseo; al final, la seguridad favorece la instalación comercial.

En el tramo más deteriorado de Progreso el incentivo de los edificio oficiales no es tal, ni tampoco el cercano parking privado que garantizaría el estacionamiento; incluso las galerías comerciales, con locales más económicos, serían fantasmas si no fuese porque se han ocupado los espacios con escaparate a la calle.

Alberto de Paula es un arquitecto que tiene su estudio precisamente en este tramo y que acaba de rehabilitar un inmueble catalogado enfrente. Ese hecho es para él un motivo de optimismo, aunque reconoce que hay muchos edificios en venta pero con precios todavía elevados, que hacen inviable una operación económica en la que después aún hay que rehabilitar el inmueble. De Paula atribuye su escasa actividad al denso tráfico que soporta y a su escasísimo espacio para el paseo, además de los ruidos que genera, pero cree que merece la pena recuperarla, porque pertenece al casco histórico y conserva interesantes edificios. Y aporta una propuesta, a largo plazo, sin embargo: la ronda bulevar, que sería la alternativa para liberar la circulación de Progreso y convertirla en una calle amiga para el comercio.

'El tráfico se mueve por Progreso, que es la espina dorsal', apunta Gómez Villar, y ese es un hábito difícil de cambiar, sobre todo si no hay muchas alternativas para los coches. Ahora la densa circulación, de doble sentido, lo convierte en un tramo hostil, sin que el escaso ensanchamiento de aceras en la Diputación, en virtud de un convenio con la Xunta, que aún ostenta la titularidad de parte de esta calle, haya servido para cambiar la tendencia.

Te puede interesar