Los años no pasan en balde para el parque de O Couto. Ramiro Rodríguez fue uno de los promotores de este espacio al aire libre, inaugurado en el 82, cuando él pertenecía a la asociación vecinal del barrio. “Por aquel entonces, este era el único parque de O Couto y el pulmón de entrada a la ciudad. Luchamos muchas personas para que se construyera, algunas de ellas por desgracia ya no están entre nosotros. Y ahora lo tienen abandonado de la mano de Dios. No pedimos otra cosa que un parque digno”, critica, ya que “han pasado muchos concejales de todos los colores políticos y ninguno se ha interesado. Yo ya me cansé de hacer reclamaciones”.
“DEJADEZ TOTAL”
Cristina Rodríguez acude a menudo al parque con su familia y coincide en las críticas, hasta el punto de haber enviado ya varios escritos al gobierno local: “Es un terreno desperdiciado. Tiene mucho potencial, porque al lado hay una residencia de mayores, guarderías, colegios, un centro de salud… He enviado una reclamación por escrito al Concello hace dos meses. Y ya había puesto otra el año pasado porque habían dejado vallas rotas y oxidadas en la zona infantil. Ahora las quitaron, pero dejaron los pivotes, también oxidados. Tendré que poner otra reclamación en cuando pueda”, reconoce. Su marido recuerda también que “ahora aún ves algo de verde, pero el año pasado la hierba estaba completamente seca teniendo el río al lado... Nos acaban de preguntar si hay un parque por esta zona, y les tuvimos que contestar que sí, uno hay, pero está abandonado. Porque este es un parque más bien triste”, explica. Su hija, que vive en Pamplona, está estos días de visita y le ha sorprendido el estado de los columpios: “La mitad faltan, el resto están rotos. Esto transmite una dejadez total”.
Al otro lado del parque, Lorena Fidalgo mantiene una opinión similar. “Aquí viene mucha gente mayor. Podrían habilitar un espacio para niños y otro para mayores, con máquinas de gimnasia, pero no hay más que dos columpios, encima estropeados. Y en Ourense la mayoría de parques están igual. El otro día mi hija se hizo daño en los jardines del Posío porque se le enganchó a la pierna una madera rota. La dejadez puede tener consecuencias graves. Se prometen grandes parques que no hacen falta, y con esa inversión se podrían arreglar todos los que ya hay en la ciudad”, defiende. Ismael Pérez no comprende que hayan dejado los cuadros de hierro en la zona antes vallada junto a los columpios. “Cae un niño y se abre la cabeza. Hasta que no pasa nada y se denuncia, no se mueve un dedo”, lamenta. “Espacios como este hay muy pocos en la ciudad, pero no se reponen ni las baldosas”, concluye.
