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Un paseo por la historia de Carlos Trapote

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photo_camera El político, comerciante y funcionario Carlos Trapote (XESÚS FARIÑAS).

Una charla con Carlos Trapote transmite serenidad. La serenidad de alguien que ha vivido mucho y que cuenta con la sabiduría necesaria como para saber que, a día de hoy, ha alcanzado una vida plena rodeado de una familia unida y el cariño de muchos amigos. Una vida intensa difícil de resumir

Una charla con Carlos Trapote transmite serenidad. La serenidad de alguien que ha vivido mucho y que cuenta con la sabiduría necesaria como para saber que, a día de hoy, ha alcanzado una vida plena rodeado de una familia unida y el cariño de muchos amigos. Ejerce de perfecto guía por las instalaciones del Liceo, uno de sus rincones favoritos, pero también por la historia, política, social y arquitectónica, de Ourense. Una vida intensa difícil de resumir. Serian necesarias muchas más conversaciones... y una vida para escucharlas. 

¿Cómo es el día a día de Carlos Trapote?

Las rutinas del día a día han desaparecido. Siempre tuve una vida muy activa en mis diferentes facetas del pasado. Ahora mis principales ocupaciones son la familia y los nietos, de los que disfruto en la casa de campo donde acostumbramos reunirnos. Aprovecho para leer, sobre todo teatro y poesía, ir a ver representaciones o tomar un café en el Liceo con los amigos. Aunque de la peña de los que éramos entonces, ya solo quedo yo. Pero tengo y sigo haciendo nuevos amigos, gente más joven. Lo importante es tener una buena conversación.

¿Fue complicado adaptarse a la vida de jubilado después de tantos compromisos?

Fue un paso más, muy natural. Sin ningún pesar. Después de la vida laboral en tareas de administración y política, me retiré en el sector del comercio, un trabajo en el que disfruté mucho, aun no siendo mi única actividad.

¿Cómo ha cambiado la política en todo este tiempo?

La veo muy distinta a los años en los que yo fui concejal, en los 90, que tampoco quedan tan atrás. Había más respeto. Se tomaba con mucha dignidad todo el ceremonial y protocolo en un lugar como el ayuntamiento, con saber estar. Y eso que mi carácter impulsivo hacía que a veces me excediese, pero siempre sin sobrepasar los límites de la educación. Si me pasaba era más bien por cierta rebeldía ante lo que creía una injusticia.

¿Y qué opina de ello?

Tal y como se hace hoy la política, tanto a nivel local como nacional, hace que no me guste. Carece del verdadero fundamento, que es el servicio a los vecinos y a la comunidad entera. Siempre en base a unos principios de formación y educación.

Un político, ¿lo es siempre?

Lo es siempre. Yo no renuncio a la política, aunque la política de hoy no me gusta. No se parece en nada a la que yo realicé. En mis tiempos se entendía como un servicio. Primaba el deseo de solucionar problemas, de ser resolutivos. Hoy, en cambio, todo se dilata, parece que se enrosca y se pierde el tiempo en asuntos que no lleva a solución inmediata, que es lo que la gente reclama.

¿Qué impresión tiene ante el auge de las redes sociales, tanto en política como a nivel personal?

Yo manejo un poco las redes y veo que la sociedad está siguiendo unos caminos a los que no me acostumbro. Veo que la sociedad va hacía un individualismo que no me gusta, aunque en muchos aspectos, algunas cosas sean para mejor. Hoy con las redes sociales te manifiestas políticamente, haces amigos e incluso encuentras pareja. Todos estos inventos han posibilitado una serie de relaciones que antes eran imposibles. Puedes conocer a gente de todo el mundo, pero antes todo tenía un valor más especial.

El ayer siempre se ve con añoranza. ¿Qué estampa recordaría de sus años de juventud?

Recuerdo el paseo, cuando finalizaba en la calle Concordia. Antes de que se prolongase hasta el parque San Lázaro. Los paseos de los domingos, de un lado a otro. El orgullo y garbo con el que paseabas si ese domingo tocaba estrenar ropa. El primer contacto con la chica que te gustaba, esas miradas y el intentar entablar relación. El día que te prestaba atención, ya no dormías en toda la noche. Casi todas las parejas de Ourense de aquel entonces se conocieron allí. Las parejas de hoy en día no tienen ese recorrido.

Igual ese es el secreto de la longevidad de su matrimonio...

(Risas) Puede ser… Fíjate, desde el primer establecimiento que tuve, en la calle de las Tiendas, antes de trasladarme a la calle del Paseo, escuchaba todos los días el repiquetear de unos tacones pasar en las silenciosas tardes de verano. Salía a mirar y era ella, Teté Torre. Luego, por cosas del destino, coincidimos en los ensayos de una zarzuela en la que yo era actor y ella la soprano. A partir de ahí empezamos nuestra relación y, desde el año 1956 que nos casamos, hemos formado una familia con cinco hijas que ya nos han regalado nietos y biznietos.

¿Qué nos puede contar de esa faceta artística?

En aquellos años creamos el llamado Liceo de Arte para representar zarzuelas. Contábamos con un amplio grupo de artistas que se completaba con equipos de vestuario, escenografía, instrumentos... traídos desde Madrid. Nuestros espectáculos siempre fueron muy bien acogidos, tanto en el Teatro Losada y el Coliseo Xesteira, como en las giras que nos llevaron por toda Galicia con diferentes obras. Esta es la faceta que más me gusta recordar de mi vida. La artística, la más bonita. La política pasa a un plano totalmente secundario.

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Haciendo balance, ¿cómo se siente?

Muy feliz. Querido por la familia. Puedo decir que me siento pleno.

Y hoy domingo, ¿cuál es su plan?

Disfrutar del día con la familia… y leer esta entrevista (risas).

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