RESIDENCIA UNIVERSITARIA

Los vecinos de As Lagoas no tirarán la toalla hasta que reabra la residencia

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photo_camera La acera colindante a la residencia, cortada y vallada.

Critican que Concello y promotora tuvieron tiempo de solucionar la situación

"Aburridos, hartos y desesperados". Éste es el sentir común de los vecinos y comerciantes del barrio de As Lagoas, que ven como se acerca el nuevo curso y la residencia universitaria sigue cerrada y la acera cortada. El 31 de agosto de 2014 se cumplirán dos años del cese de su actividad, "tempo suficiente para que Concello e xunta de compensación arranxaran as discrepancias que teñen entre sí", indica Delfín Sanmiguel, propietario de la librería Entreliñas. "O que non pode ser é que por culpa dunha fianza -de 162.000 euros- se perxudique a todo o barrio", añadió.

En el momento del cierre se hospedaban en la residencia 180 alumnos, lo que se traduce en que los establecimientos de la zona (cafeterías, panadería, frutería, peluquería, librería y farmacia) perdieron de tener en la puerta todos los días a 180 potenciales clientes. "La residencia favorecía el comercio. Los que no venían a por tabaco, lo hacían por un bocadillo pero siempre había movimiento", destaca Yolanda Escudero, hija del dueño del Bar Lagunas.

A las pérdidas económicas se le suma un riesgo vial para los peatones. La acera colindante a la residencia universitaria está cerrada y ocupada por unas vallas obligando a los vecinos a cruzar la avenida Alfonso Rodriguez Castelao varias veces de una acera a otra para ir a sus pisos y tiendas. Es el caso de Matilde Cordo, una vecina de 85 anos, que todos los días cuando va a hacer la compra o a la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora se encuentra con esta situación. "Non se nos fai caso. Queremos que se nos abra a acera de forma inmediata. A acera sempre foi nosa", indica. Llevan así casi dos años. Precisamente, una sentencia obligó a la empresa concesionaria del servicio, Siresa, al cierre temporal de la residencia ya que el recinto operaba en un entorno sin urbanizar. La urbanización del entorno terminó en diciembre de 2015 pero siguen pendiente de que el Concello las reciba. En todo este tiempo los vecinos tuvieron paciencia pero ahora, con las obras terminadas, están hartos y no entienden cómo la acera sigue cortada. "O que fagan dentro xa é outro asunto. Nós o que queremos é a nosa acera", añadió Matilde Cordo.

El cierre de la residencia obligó también a que los residentes no puedan aparcar en el parking de la residencia. Es el caso de Carlos Caamaño, que pagaba 45 euros por una plaza. "La nave con plazas de garaje estaba pensada para los estudiantes pero algunas quedaban libres. Ahora me veo obligado a dejarlo en la calle. Aquí hay mucho sproblemas para estacionar", destacó.

En el barrio no comprenden como una ciudad universitaria, con un campus urbano, no cuente con una residencia. "El otro día vino una joven a preguntarme por la residencia. Los estudiantes que vienen de otra ciudad y no conocen la zona es lo primero que preguntan", indicó Yolanda Escudero. A falta de nuevos avances, les toca alquilar un piso o esperar al último momento. "A residencia é máis comódo para os que vimos de fora pero, sobre todo, porque se aforra", explicó María Riesco, natal de Maceda y que estudia ADE en el Campus.

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