Vuelven los de la arruga es bella

Las urnas hablarán, faltaría más, pero los partidos sistémicos han encontrado rostros reconocibles, con luces y sombras, como parece obvio

Sin disimulo, al contrario, buscando público y foco, los candidatos del PSOE y del PP en la ciudad demuestran más cariño entre ellos que el que incluso puedan cosechar en sus propias organizaciones. Manuel Cabezas y Paco Rodríguez, o viceversa, parecen jugar a Nadal y Federer: implacables en la pista, mandándose golpes imposibles, amigos férreos fuera de la cancha. No está la sociedad para este tipo de gestos y carantoñas como las que se dedican los candidatos popular y socialista. Lo mejor son los estacazos y si pueden ser a través de un perfil falso en una red social, mejor que mejor. Las urnas hablarán, faltaría más, pero los partidos sistémicos han encontrado rostros reconocibles, con luces y sombras, como parece obvio, pero ahí están, haciendo buena la frase de Adolfo Suárez a comienzos de La Transición, que proponía “elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es plenamente normal”. Por ejemplo, la educación y el respeto, huido de la Plaza Mayor.

Sé viejo, aquí jóvenes pocos.

Manuel Cabezas primero y Francisco Rodríguez después regresaron a la política. Ambos piden entrar de nuevo en el Concello de Ourense, por cuyas puertas salieron en 2007 y 2012, respectivamente, por motivos bien diferentes desde el puesto de alcalde. PP y PSOE han recuperado uno de los célebres eslóganes de los ochenta, cuando la eclosión de Adolfo Domínguez, y reeditan su célebre lema de la arruga es bella. Vuelve la marca, ahora pilotada por su hija, con “sé más viejo”, para centrarse en lo perdurable. “Dicen que el mundo es de los jóvenes, solo importa lo último, lo nuevo, lo que acaba de salir”, insiste el mensaje de la empresa de moda, que apostilla: “pero los viejos saben cosas, los viejos han visto”. A ambos candidatos les han subido de nuevo a la pasarela para gustar a un público racional, atemporal.

Barba de días, madurez en las hechuras, sonrisas ya esculpidas en los desasosiegos judiciales que ambos han sufrido en diferente escenario, pero con idéntico resultado: su conducta no es punible. Salieron Manuel y Paco de sus cuarteles de invierno porque se les requirió para una nueva batalla, más que entre ellos, contra la indigencia política actual. Vuelven muchos años después, como volvieron los ingenieros maduros a las fábricas cuando se dieron cuenta las empresas que tiraron a la basura la experiencia para apostar por la insolvencia y la inexperiencia. Regresan como lo hacen los militares reservistas cuando la situación es límite y hay riesgo cierto de que todo puede saltar por los aires. Vuelven porque creen que están aún de moda, aunque no estén a la última. Les toca ramangarse y remendar mucho trapo que hay por ahí. “Saben que lo que hoy está de moda, mañana puede ser un mal recuerdo”, dice el lema de Adolfo Domínguez. 

Valores

No hubiesen salido de casa ambos exalcaldes si la ciudad no estuviese en uno de sus peores momentos, si la representación de los ciudadanos no fuese tan burda. Manuel y Paco han dicho que sí, supongo, por el desacostumbrado compromiso político de echar una mano en la reconstrucción de unos valores reducidos a escombros en los últimos años. Tienen los avales de la experiencia y la escarapela del respeto, pero son seres irreconocibles ya para una parte de la juventud, que lleva unos años metiéndose chutes de política de garrafa. En el PP y el PSOE escrutan la sociología local para percibir que este sí es lugar para viejos, que los jóvenes, gracias a las sabias políticas de las úlimas décadas, prefieren irse. Su apuesta por sacar de la crionización a sus principales activos políticos es arriesgada, pero seria. Es de esperar que la prospección sociológica que se haría para nombrar a ambos candidatos y esperar buenos resultados tenga más solvencia que los que da el arúspice José Félix Tezanos desde el CIS que pagamos todos.

La gaseosa 

La novedad se produjo esta semana cuando la dirección del PSOE gallego (todo empieza y acaba en Santiago) terminó por convencer a Paco Rodríguez y tuvo el certificado de Ferraz (todo empieza y acaba en Madrid) para poder laminar las cainitas primarias que se celebrarían en Ourense. Con ello quedaron sepultadas las aspiraciones de Rafael Rodríguez Villarino y Natalia González por encabezar la candidatura a la alcaldía de la ciudad. Son dos de los concejales del grupo que más respaldo tuvo en las elecciones del 2019, sacando nueve representantes (incluso cinco más que el minigobierno actual), pero pronto gastaron sus energías en apaños, divisiones y vendetas. Su superioridad numérica resultó ser un espejismo y su acción política no ha convencido ni a los jefes del PSOE, por lo que parece. Ambos tienen tiempo ahora para pensar sobre lo que han hecho o han obviado. En la dirección socialista han dicho, también esta vez, lo de los experimentos y la gaseosa. 

Pasarela 

Paro fue la dirección socialista, aunque otra, la que en 2012 le dijo a Paco Rodríguez que tenía que irse luego de que la jueza de Lara le acusase incluso de provocar la guerra de las Termópilas. Con las acusaciones en la papelera de reciclaje ahora el PSOE saca pecho reponiendo a Paco, que toma aire para lo que se le viene encima, también el fuego amigo. Ya se hace ropa para la pasarela. La arruga es bella. Dicen.

El portafotos

José Luis Suárez, es presidente de la constructora ourensana Copasa, un referente en ingeniería civil, sobre todo en infraestructuras de alta velocidad ferroviaria. Pilotada por él, esta compañía ha dado un salto cualitativo y ha superado fronteras hasta el punto de situar la mayor parte de su cartera de obra fuera de España. Suárez es un empresario conectado e implicado con la sociedad ourensana, una afirmación que no todos pueden sostener aquí.

En una provincia como esta en la que germinan las actitudes genuflexas y el silencio cómodo, es especialmente sano escuchar reflexiones atinadas. El presidente de Copasa, en una mesa redonda sobre el AVE dijo que tal vez el tren de alta velocidad ha llegado “pronto” porque la ciudad no está preparada.

“No veo liderazgo político sobre este tema, estamos muy disminuidos, hay que facilitar el desarrollo económico y social, y estoy seguro de que si alguien quiere hacer un hotel no puede ni empezar”, dijo. Sus palabras resumen el drama de una ciudad bajo gestores incapaces. Cuando lo dicen hasta los empresarios, acostumbrados a la discreción, entonces es que esto aún está peor de lo que aparenta. Suárez no se equivoca en su diagnóstico, tampoco se calla.

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