Vida OurenSana

Actividad física en niños

undefined

El pequeño Noah, antes de comenzar a caminar, era (y es) un niño que estaba para “comerlo”. Desde que comenzó la alimentación complementaria a los 6 meses, en chiquillo comía que daba gusto. Sus 3-4 comidas sólidas diarias y sus biberones de por medio hicieron que rebosase líneas corporales. Comía lo que él demandaba y nunca nos preocupó esa intensidad.

Una vez que comenzó a dar sus primeros pasitos, ya notamos un estilizamiento corporal y un crecimiento que aun siendo sus padres, que lo veíamos todos los días, nos sorprendía. También mejoró su sueño nocturno, dejándonos más margen a nosotros para nuestro descanso.

Ahora, con casi tres años, seguimos notando esos crecimientos exponenciales y si algo tenemos claro, es que la actividad física que él tenga en el día va a determinar su estado mental, su descanso, su apetito y su humor para con la vida.

No digo que no haya tiempo para las tecnologías, pantallas o estados más sedentarios, físicamente hablando. Si no que, para nosotros, es un último recurso para facilitarnos algún quehacer diario o para que él tome contacto con algo que impera en el presente y futuro social.

La OMS dice que 2 de cada 5 niños son los únicos que cumplen la pauta recomendada de ejercicio o movimiento corporal moderado o vigoroso durante una hora al día. Jugar, saltar, bailar, correr, nadar… ¿no es algo con lo hemos crecido por defecto nosotros? En mi niñez y adolescencia nos faltaban horas al dia para jugar a todo lo que queríamos. Para ir al colegio nos costaba madrugar, pero el sábado a las 8 o 9 de la mañana estábamos con nuestros pelos de almohada en el patio del edificio para ver que podíamos tramar. Cabe decir que no disponíamos de toda la tecnología que existe hoy en día pero…dudo que nos tuvieran que invitar nuestros padres a jugar o salir de casa.

La actividad física en los niños ya no solo es importante para la obesidad, si no que influye en muchos otros factores, que benefician su calidad de vida presente y futura.

  • Mejora la condición física: Los reflejos, la agilidad, la velocidad y la resistencia a niveles óptimos.
  • Incremento de los leucocitos, lo que mejora su sistema inmune y defensa a patógenos externo, e internos.
  • Aumenta su corazón y resistencia pulmonar: el corazón de un niño activo bombea mucha más sangre que la de un niño sedentario, que está exponiendo a su sistema vascular a una pérdida de elasticidad y capacidad vasodilatadora, creando una predisposición de futura hipertensión.
  • Arteriosclerosis: Es una enfermedad de adultos que ya se está diagnosticando en niños.
  • Aumenta la producción de hormonas. La hormona de crecimiento, facilitadora del desarrollo de los músculos, huesos y articulaciones.
  • Beneficios emocionales: Tener mayor autoestima, actitud positiva, descansar mejor y tener energía para afrontar todos los retos diarios, debería primar en la vida de nuestros pequeños.
  • Después de enumerar estos beneficios, podemos certificar que hay otros “efectos secundarios” como mejorar el rendimiento académico, mejorar la sociabilización, enseñando pautas, reglas, valores y responsabilidades, relegando hábitos insanos y en consecuencia, una niña/o más feliz.

Te puede interesar