El verano es una de las estaciones más esperadas del año debido a que los días son más largos, el clima es más caluroso y soleado, se acercan los planes de vacaciones, de amigos y familia al aire libre, …
Puede tratarse de una época en la que las inseguridades e insatisfacción corporal (promovida por una sociedad gordofóbica y por los cánones de belleza que tristemente continúan a pesar de la denuncia socia…) lleven a muchas personas a seguir durante la primavera alguna estrategia de cambio y mejora con respecto a la alimentación para así ver resultados de cara al verano.
En muchos casos, durante el verano y vacaciones, también se rompe con las rutinas del resto del año y de manera más o menos consciente se abandonan esos hábitos que nos hacen sentir bien o que se han llevado desde la rigidez o restricción.
El resultado de los hábitos durante el verano puede ser consecuencia del vínculo con la alimentación durante el resto del año.
Cuando establecemos una relación sana con la comida conseguimos disfrutar cada día y también se integra el concepto de la flexibilidad entendiendo que a veces tenemos hambre emocional o de placer y que al escucharnos podemos actuar de manera adecuada sin miedo a estropear nada.
Es importante saber que nuestros hábitos saludables deben ser tanto porque comemos equilibrado como porque hacemos ejercicio, descansamos bien, emocionalmente nos cuidamos reduciendo en la medida de lo posible el estrés, …
Al igual que normalizamos que cambian la rutina de sueño en verano, el tipo de ejercicio que hacemos en vacaciones o que no hacemos durante unos días por el motivo que sea pero que cuando volvemos a casa retomamos, pasa lo mismo con la alimentación. Debemos dejar espacio a la flexibilidad para disfrutar de momentos puntuales comiendo aquellas elecciones que quizás no son muy nutritivas (o nada) pero que te hacen feliz en esa ocasión.
Cuando te cuidas y disfrutas es genial darte cuenta de que no sientes la necesidad de romper radicalmente tus hábitos porque sean vacaciones, ves como los momentos en los que pueda apetecerte algo poco nutritivo serán puntuales y no supondrán un problema en autocuidado porque ese ratito de placer también es salud.
Estas son las ideas que os ofrecemos para disfrutar del verano comiendo saludable:
- Consume fruta a diario.
- Incluye verduras y hortalizas con recetas frescas en tus comidas y cenas.
- Bebe suficiente agua.
- Prepara una lista de recetas para tus comidas y cenas que te apetezcan.
- Come despacio, con atención plena y disfruta.
- Al salir a tomar algo: elige qué quieres beber y alterna agua con otras bebidas que te apetezcan pero que no es bueno abusar por alcohol o azúcares. También puedes picotear teniendo en cuenta tu nivel de hambre y hambre de placer.
- Propuestas para llevar a la playa: fruta fresca troceada, hummus con palitos de hortalizas, gazpacho fresquito, ensalada vertical, frutos secos, sándwich integral de caballa, tomate, canónigos y aguacate, …
- Helados: consumo ocasional cuando apetezcan y también la alternativa de hacerlos caseros con buenos ingredientes.
¡Puedes disfrutar de un verano saludable y sabroso!
