El “invasor” y espinoso toxo

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El tojo, conocido científicamente con el nombre de Ulex y en gallego como toxo, es un arbusto de origen europeo, muy espinoso y ramificado, perteneciente a la familia de las Fabáceas. Se trata de una de las plantas con mayor presencia en el paisaje de Galicia, donde constituye extensos y espectaculares “tapices” amarillos, llamados tojales. Si bien está considerada como una de las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, en este Finisterre galaico convive en relativa harmonía con el resto de la flora.

El tojo se adapta con facilidad a los suelos pobres y secos. Sus raíces, gruesas y profundas, sobreviven al fuego rebrotando rápidamente después de los incendios. Sus ramas, de color verde oscuro, se presentan entrelazadas entre sí hasta el punto de formar una maraña espinosa. Sus hojas, transformadas en espinas, son también de color verde oscuro. Sus flores, de un color amarillo característico, están formadas por un pétalo superior grande llamado “estandarte”, dos laterales llamados “alas” y, entre estas, uno llamado “quilla”, por su forma de casco de un barco. El fruto es una pequeña vaina pelosa que contiene en su interior las semillas.

Los tojales gallegos parecen estar siempre en flor, debido a la presencia de cuatro variedades de esta planta, cada una de las cuales florece en una época diferente: el tojo bravo, arnal o Ulex europeus, la especie de mayor tamaño y de espinas más grandes, que florece entre la primavera y principios de verano; el tojo hembra o Ulex gallii, más pequeño y que florece a mediados de verano; el tojo gateño o Ulex minor, no suele superar el metro de altura y florece en otoño; y el tojo brañego o Ulex micranthus, también llamado Ulex lusitanica, de tamaño similar al gateño y floración en el mes de abril.

Las flores, llamadas “chorimas”, tienen propiedades diuréticas y depurativas. Asimismo, se utilizan, moderadamente para tratar afecciones hepáticas. Para estos usos se recolectan en primavera, se ponen a secar a la sombra y después se conservan en botes herméticos. Se pueden hacer infusiones con un puñadito de ellas en agua hirviendo. Las semillas han sido muy utilizadas en medicina popular como cardiotónico y para combatir el asma y el dolor de cabeza. Tienen un alcaloide llamado cistina cuyo exceso pueden ser tóxico. Por ello, su uso terapéutico, como el de todas las plantas, queda exclusivamente reservado a las indicaciones de los médicos. La cistina sirve, además, para sustituir la nicotina y se ha usado en el tratamiento de tabaquismo en modo de parches para dejar de fumar.

Las flores también tienen usos culinarios, bien cristalizadas o como adorno natural para postres, o para elaborar el “licor de toxo”, el cual se obtiene disolviendo medio kilo de azúcar o miel en un litro de agua caliente. En esa mezcla se meten tres ramas de toxo o 50 gramos exactos de flores, una vez bien lavadas. A ello se añade el aguardiente. Se deja macerar en un lugar oscuro agitándolo diariamente. Al final se filtra y se embotella, pudiendo introducir una ramita como efecto decorativo. Como casi todos los licores caseros se recomienda tomar muy frío.

En el mundo rural gallego, el tojo fue muy utilizado para pastoreo y en las cuadras del ganado para obtener estiércol, empleado después como fertilizante de extraordinaria calidad. Su madera, dura y densa, se usa como combustible. Es apreciada también para pequeños trabajos de carpintería.

Durante mi peregrinación pude comprobar que se trata de una especie muy enraizada en la cultura gallega, tanto en el refranero, como en la poesía o en el cancionero popular. Así oí decir que: “O toxo sempre é toxo por floreado que estea”. Y en la romería de un pueblo oí cantar: “A raíz do toxo verde é moi mala de arrincare, os amorriños primeros son moi malos de olvidare” y aquello de: “Miña Virxe do Xurés, que tan alta se foi pór, entre toxos e carqueixas, e carballos darredor”. En el lenguaje común la expresión “ser un toxo” viene aplicada a las personas de mal carácter.

También oí una antigua leyenda que narra que el tercer día de la creación Dios hizo brotar el “toxo” con sus bellas “chorimas”; el diablo quiso afear tanta belleza poniéndole espinas. En desagravio, Dios permitió que floreciera todo el año.

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