Todo sobre la lengua de buey, enigmática planta

Detalle de la planta, donde se aprecian los pelos de sus hojas.
photo_camera Detalle de la planta, donde se aprecian los pelos de sus hojas.
Aparece en los listados de plantas utilizadas en monasterios gallegos

La Anchusa sempervirens, ahora conocida como Pentaglottis  sempervirens, es una planta herbácea perenne perteneciente a la  familia de las Boragináceas, originaria de Asia, Europa, norte de África y Sudamérica y muy abundante en toda Galicia, donde se le  conoce también con el nombre vulgar de lingua de boi o borraxa. En  castellano viene denominada con los nombres de alheña verde, borraja silvestre, buglosa, cinco lenguas, consuelda, lechuga de  caballo, lenguaza fresca, melera u ojos de gato. Crece en herbazales  húmedos, caminos, bosques y en general en terrenos nitrificados,  ricos en nutrientes, y sombríos, aunque también tolera el sol. 

Su nombre genérico deriva del griego penta, que significa “cinco”, y  de glottis que significa “lengua”, todo en referencia al número de los  pétalos de sus flores. El epíteto sempervirens significa “siempre  verde”. 

Se reconoce facilmente por sus tallos erectos o ascendentes y  ramificados, recubiertos de pelos ásperos, duros y tiesos. Pueden  alcanzar hasta un metro de altura. Sus hojas son abundantes y  presentan también una vellosidad densa, blanquecino amarillenta,  que se vuelve un poco algodonosa por la parte inferior. Las hojas  basales son ovado oblongas, es decir que tienen forma de huevo, más  largas que anchas y agudas; las presentes a lo largo del tallo carecen  de pedúnculo, son más pequeñas y terminan en punta. Sus nervios  secundarios están muy marcados y, por ello, son muy visibles. Sus  flores se presentan en inflorescencias en la cima de los tallos y son de  color azul intenso, e incluso violeta o morado. Generalmente brotan  desde el mes de marzo hasta septiembre. Presentan un característico  centro blanco parecido a un embudo con forma de estrella de cinco  puntas. El interior de la corola tiene pequeños lóbulos internos con  pelos cortos. Tanto las hojas como las flores son ricas en calcio,  mucílago, potasio, silicio, taninos y alcaloides. El fruto, en la  madurez aparece separado en cuatro unidades secas, rugosas y  negruzcas, portadoras de semillas ricas en ácidos grasos insaturados. 

Tanto las hojas como las flores tienen propiedades depurativas,  diuréticas, emolientes, febrífugas, expectorantes, ligeramente  sedantes y sudoríficas. Antiguamente se decía que consumir sus flores quitaba la melancolía. Ello era debido a su efecto excitante sobre el  sistema nervioso que provoca euforia. El consumo de semillas  regulan a presión arterial. Sus hojas, cocidas, se pueden aplicar  externamente a modo de cataplasmas para bajar inflamaciones de la  piel o en casos de reuma o gota. Durante la Edad Media de su raíz se  extraía un tinte de color rojo. 

Las flores la lengua de buey, posiblemente de la especie Anchusa  officinalis, fueron utilizadas en cocimientos y en mezclas con otras  hierbas. De ello se han encontrado noticias en los listados de plantas  utilizadas en las boticas de los antiguos Monasterios de Santa María  de Montederramo, en la provincia de Ourense, y de Santa María de  Meira, en la provincia de Lugo, para atender las necesidades de la  enfermería y de la hospedería, así como a los enfermos de la  vecindad. 

Además, la lengua de buey es una buena planta melífera, muy  apetecida de las abejas y las avispas. En la gastronomía las flores  pueden ser utilizadas para ornamentar bebidas de frutas y ensaladas.  Asimismo se pueden consumir secas como ingredientes de masas o  croquetas, aunque no conviene abusar de su uso ya que piden afectar  al hígado. También se pueden comer crudas ya que además de su  textura viscoso, tienen un sabor suave. 

En todo caso, no deben ser usada nunca por la mujer en caso de  embarazo o periodos de lactancia. 

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