Vida OurenSana

La Torre de Babel

El camino a la verdad es laberíntico, engañoso y el reto de todo gran maestro.
photo_camera El camino a la verdad es laberíntico, engañoso y el reto de todo gran maestro.

En la actualidad parece que vuelven a estar de moda variados movimientos culturales que pretenden recoger la antorcha del verdadero “Conocimiento Directo” de la realidad, pero en mi opinión, y aunque mejor es eso que no prestar atención a lo que, yo por lo menos, considero que es el verdadero sentido de la vida, creo que se está formando una auténtica “Torre de Babel” en la interpretación de los textos originales y en los dichos de los grandes maestros, o incluso de los que van de pequeños maestros, pero que saben o creen saber del tema. Esto me recuerda cuando, en mis largos años de búsqueda, el Maestro repetía: “Yo os indico con mi dedo apuntando a la Luna cual es el Camino, pero vosotros solo miráis para mi dedo en vez de mirar para la Luna”. Esto se repite continuamente y sobre todo en gente muy preparada, muy culta o intelectual. 

Quizá el ejemplo más brillante fue el propio Nietzsche, que acabó en la locura, muy probablemente por querer insistir en su clara intelectualización de la Verdad, cuando esta no puede ser atrapada en ningún paradigma filosófico, racional o irracional alguno, pues pertenece a otro plano de consciencia cualitativamente distinto, que tiene que ver más con actitudes internas previas como la humildad, la inocencia, la aceptación, la intuición, la ecuanimidad y sobre todo el Amor incondicionado. 

Toda verbalización respecto a una cosa nunca es la cosa en sí, sino una representación de ella

Por el contrario, en general, los exégetas, los teólogos, los filósofos e intelectuales, en general, se dedican continuamente a realizar tratados culturales sobre la forma del “dedo”, a cada cual más literario, más perfeccionado, más interesante... o incluso los poetas nos hablan de la belleza del dedo... y los más osados o geniales investigadores, se preguntan quá misterio esconderá la dirección a la que apunta el dedo, o si solo será una más entre tantas que podían ser la clave de todo.

Esto no quiere decir que todo el arsenal de conocimientos almacenados en las formas culturales no valgan para nada, es más, yo mismo irrumpo también en el campo cultural con este y otros artículos, lo mismo que hacen aquellos a los que aparentemente critico. Lo que quiero decir es que, lo mismo que en el mito de la caverna, seamos conscientes de que hablamos de sombras de la realidad pero no de la realidad misma. Esto es así porque toda verbalización respecto a una cosa nunca es la cosa en sí, sino una repersentación de ella, y lo que todavía viene a complicar más el verdadero conocimiento de ella, es que cada persona la percibe de manera distinta y de ahí la Torre de Babel a que me refería al comienzo de este artículo.

En las bibliotecas Zen de Oriente, hay un letrero que dice: “Este es el dedo que apunta a la Luna”, para que el lector sea consciente de que la Verdad que busca, no puede ser expresada con palabras, pues está mas allá de estas y de cualquier significado. Sin embargo muchas veces habrá que debatir racionalmente, hasta que la mente se agote, para que pueda después aflorar, una vez agotado el pensamiento, el Espíritu de la Verdad, tal como es, diáfona y sin expresión alguna, aunque lo esté expresando todo. 

Además aquellos que sean verdaderos buscadores han de ser capaces de luchar dialecticamente hasta su límite personal. Hasta que duden de sus propias dudas, vaciándose así de ellas. Solo el que tiene verdadera madera de buscador, explorará todos los caminos de su conciencia, hasta darse cuenta de que todos son un callejón sin salida. Solo así, cuando ya no le quede nada más que explorar o a que aferrarse, mas allá de su propio pensamiento, podrá por fin descansar, pues ya no será necesario buscar más por los tortuosos caminos de la mente, que a nada conducen más que al eterno e inútil parloteo.

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