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La violeta de monte

Viola riviana, especie más abundante en Galicia.
photo_camera Viola riviana, especie más abundante en Galicia.
Crece en bosques, prados, pastizales, cultivos abandonados, bordes forestales...

La violeta de monte, conocida también en gallego como violeta brava y científicamente como Viola riviniana, es una planta herbácea perenne, de pequeño tamaño, natural de toda Europa y la cuenca mediterránea. Pertenece a la familia de las Violáceas, que comprende casi 600 especies. La Viola riviniana es la especie que más abunda en Galicia, creciendo en bosques, prados, pastizales, cultivos abandonados, bordes forestales, herbazales cercanos a riachuelos y bordes de caminos sombreados y húmedos y en suelos preferentemente ácidos y algo nitrificados.

Etimológicamente el nombre genérico, viola, hace referencia al color de sus flores. El epíteto riviniana le fue dado en honor al botánico alemán Augustus Quirinus Rivinus.

Sus hojas, que forman una roseta basal, son simples y alternas, de forma casi circular y acorazonadas, tan largas como anchas. Son puntiagudas presentan alguna vellosidad y también inclusiones epidérmicas de taninos en la parte inferior o envés. De las axilas de estas hojas parten los tallos florales ascendentes y de tamaño variable. Sus flores son inodoras y solitarias, de color azul violáceo que contrasta con el color verde de sus hojas. De sus cinco pétalos, desiguales, el inferior tiene un espolón de color blanco crema o violáceo, con una hendidura o canal en el extremo y con vetas de color más oscuro. Los pétalos laterales están dirigidos hacia abajo y los superiores hacia atrás. Florecen desde antes de la primavera, cuando las temperaturas aún son bajas, hasta el mes de julio. El fruto es una cápsula lampiña, con tres valvas que al abrirse diseminan unas semillas ovoideas lustrosas y de color pardo claro.

Debido a sus propiedades medicinales, figuraba ya en las listas de las flores y hierbas de las antiguas boticas monacales de Galicia, tales como Celanova, San Esteban de Ribas de Sil, San Martín Pinario, San Julián de Samos y Santa María de Oya. El erudito monje benedictino Padre Sarmiento habló también de sus virtudes en su Viaje a Galicia en el 1745. Su acción curativa sudorífica y emoliente es semejante a la que tienen las flores de las malvas. Es también expectorante, por ello sus flores pueden tomarse en infusión contra la tos ya que estimula la secreción de la mucosidad. No obstante se debe saber que son purgantes y vomitivas, por ello son evitadas por el ganado.

Otra especie de violeta identificada en distintas zonas del suelo gallego es la Viola odorata. Por su sabor delicado es utilizada en cocina para endulzar distintos platos, postres o tés. Se pueden caramelizar para adornar bizcochos, pasteles y otros postres, así como para aromatizar licores. De ella se obtienen esencias que se utilizan en perfumería. El perfume de violeta era uno de los más caros del mundo hasta que se pudo sintetizar el compuesto químico que le confiere su aroma.

Otra violeta muy común en Galicia es la Viola tricolor conocida popularmente como pensamiento y en gallego, además, como trinitaria o herba da Trinidade. Sus pétalos son, igualmente, comestibles y, por ello, son frecuentes en los platos gourmet, especialmente para dar un toque de color a las ensaladas. Además posee también propiedades terapéuticas. Su infusión actúa como analgésico, sedante, digestiva y expectorante. Por la vistosidad de sus colores violáceos, blanco y amarillo, se emplea mucho en jardinería como planta ornamental.

En lugares encharcados, turberas, praderas y bosques húmedos de toda Galicia crece también la Viola palustris. Y en los claros de las dunas secundarias, por ejemplo de las Islas Cíes, se ha identificado la violeta de las dunas, violeta chica o Viola kitaibeliana. En la isla de Ons se han encontrado ejemplares de Viola reichenbachiana y de Viola canina. Se ha identificado, asimismo, en suelo gallego, la presencia de la Viola láctea que se diferencia de la Viola riviniana en que sus hojas son ovado-lanceoladas o lanceoladas.

Las violetas se usaban durante el imperio romano como flor funeraria, para decorar las tumbas, pero su significado fue variando a lo largo de la historia.

Violeta es un nombre de mujer y viene asociado a la humildad y a la compasión.

Así, Violeta es un personaje de la obra “La Anunciación” del diplomático y poeta francés Paul Claudel. Una mujer bellísima, sencilla, caritativa y feliz, como una violeta que pasa inadvertida. Un día se encontró con Pierre, célebre constructor de catedrales, que a pesar de su fama, sufría la lepra. Violeta sintió siempre una compasión muy especial hacia aquel al que nadie quería acercarse. Pierre se enamoró de Violeta. Violeta movida por sus buenos sentimientos un día besó a Pierre en la frente. Al poco tiempo, en primavera, Violeta descubrió que en su cuerpo había brotado la lepra, y esa misma mañana, Pierre se sorprendió al descubrir que estaba limpio de su enfermedad. Este admirable intercambio hizo que Violeta dijese: ¿De qué sirve la vida si no es para darla? Algunos especialistas opinan que las violetas, al ser pisadas es cuándo más olor desprenden.

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