Recomendaciones para la hidratación sénior

El consumo de agua en los mayores es esencial.
photo_camera El consumo de agua en los mayores es esencial.

¿Por qué es tan importante que los mayores no descuiden su ingesta de agua?

La necesidad de una ingesta adecuada de líquidos es importante en todas las edades, especialmente en la avanzada. Existen muchos factores que alteran la pérdida de agua independientemente de la edad (temperatura, ejercicio físico, humedad...) pero ciertos cambios metabólicos acaecidos en el envejecimiento aumentan el riesgo de deshidratación.

Uno de estos cambios tiene lugar en la composición corporal que se modifica con una reducción (en torno al 15%) de la masa magra (músculos y huesos) y del agua corporal, acompañada de un aumento de la masa grasa. Este cambio metabólico, junto con una menor capacidad de regulación a través de la sed, y un menor aporte hídrico, puede conducir a situaciones de deshidratación en algunas enfermedades.

Las alteraciones de los mecanismos neurológicos encargados de la deglución, los problemas en las estructuras del sistema digestivo o la disminuida capacidad renal de filtrado y eliminación son otras modificaciones fisiológicas de la edad que entorpecen la ingesta de líquidos.

Los requerimientos de ingesta de líquidos se estiman entre 1 y 1,5 mililitro por kilocaloría ingerida. Una dieta normal de 1.800-2.000 Kilocalorías/día puede aportar unos 700 mililitros de agua al día, a los que se les puede sumar 350 mililitros/día de agua de producción metabólica. Obtenidos 1.000 mililitros es preciso ingerir otros 1.500 en forma de bebidas para llegar a un total de 2.500 ml en una jornada, logrando así una situación de balance equilibrado. Los alimentos de la dieta aportan casi la mitad de las necesidades de agua, por lo que suele ser suficiente una toma diaria de entre 1.000 y 1.500 mililitros de agua o líquido de bebida para cubrir las necesidades hídricas.

Los requerimientos de agua para mayores y jóvenes son coincidentes, pero hay que prestar una atención especial por ser susceptibles a padecer deshidratación en algunas situaciones patológicas. La deshidratación puede pasar inadvertida en los mayores y, ante la sobrecarga de sal en la dieta o el golpe de calor, pueden reaccionar de forma distinta a las personas más jóvenes que perciben la sed más intensamente. Por ello, las Recomendaciones Internacionales en el aporte dietético incluyen un extra de 300 mililitros de líquido al día a las recomendaciones indicadas, dependiendo de la climatología y calor del ambiente.

Recomendación alimentaria

6-9 vasos de agua de 200 ml. El agua debe ser preferiblemente sin gas para evitar flatulencias, de mineralización muy débil, para evitar desequilibrios hidroelectrolíticos y descompensaciones en casos de hipertensión arterial e insuficiencia cardiaca congestiva. No es necesario que toda la ingesta de líquidos sea exclusivamente a expensas de agua, pueden utilizarse otras alterativas adaptadas a las apetencias y gustos individuales como zumos, gelatinas, caldos. La temperatura de consumo debe resultar agradable, evitando bebidas muy frías por irritaciones faríngeas.

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