Sobre la hierba de las verrugas

La celidonia en flor, con sus característicos tonos amarillos.
photo_camera Celidonia
Típica de la cuenca mediterránea, crece espontáneamente en Galicia

La celidonia o celidonia mayor, de nombre científico Chelidonium majus y denominada también popularmente, entre otros muchos nombres, como “cirigueña”, “hierba de las verrugas” o “hierba de las golondrinas”, es una planta herbácea perenne típica de la cuenca mediterránea, que crece espontáneamente en Galicia, donde se le designa como “andoriña”, “celedoña”, “ciridoña” o “herba leiteira”. Pertenece a la familia de las Papaveráceas. Es muy conocida ya que crece espontáneamente en los muros, terraplenes, escombreras, bosques, herbazales y zonas abandonadas, generalmente sombrías, húmedas y nitrogenadas. Dadas sus ostensibles cualidades medicinales benéficas, en el viejo refranero se decía: “la cirigueña, de todos los males es dueña”.

Su nombre deriva del griego khelidon, que significa “golondrina”, ya que, según algunos naturalistas, como Cayo Plinio Segundo, las golondrinas, aves pertenecientes a la familia de los hirundínidos, frotan pequeñas porciones de la planta en los ojos aún cerrados de las crías apenas salidas del huevo, permitiendo que el característico látex o jugo amarillo, que es cáustico, los abra. De ahí que antiguamente se llamase a la planta Hirundinaria major. Sin embargo, parece más fidedigna la versión de otros autores, como el conocido Dioscórides, que señalan que el nombre deriva del hecho de que esta especie florece con la llegada de las golondrinas a nuestras tierras y se marchita cuando éstas aves emigran al final del verano o en otoño. Y aún otros afirman que el nombre proceda del latín coeli donum, es decir “don del cielo”, dadas sus numerosas propiedades curativas. A su vez, el adjetivo majus proviene, según algunos, del latín magnus y significa “más grande”. Otros dicen que derivaría del latín maius, o sea al “mes de mayo”, periodo en el cual generalmente florece.

En efecto, es una de las primeras plantas que florece en el período primaveral y, en ocasiones, ya a finales del invierno. Sus raíces son gruesas y muy ramificadas. Asimismo, sus tallos son ramificados, frágiles y pubescentes, con la presencia de nudos, más o menos gruesos. Las hojas son relativamente grandes, alternas, divididas en varios lóbulos, ovales, de color verde azulado por la parte superior y más claro por la parte inferior, y con abundantes pelos. Las flores, de un vistoso color amarillo vivo, tienen cuatro pétalos dispuestos en cruz. El fruto es una pequeña vaina lineal y alargada que se abre en dos valvas y en cuyo interior se encuentran las semillas, ovoides, aplanadas y negruzcas. Éstas son muy apetecidas por los insectos, especialmente hormigas, las cuales contribuyen de este modo a la propagación de la especie. Al coger la planta, ésta desprende un olor desagradable.

Tanto sus ramas, como sus hojas y raíces, una vez rotas, desprenden el ya citado látex, cuyo color amarillo anaranjado es debido a la presencia de un alcaloide llamado quelidonina o celidonina, rico en principios activos medicamentosos, con propiedades sedantes, antidepresivas, antitumorales, antiespasmódicas, narcóticas, hipotensoras, diuréticas y vermífugas. La producción de este alcaloide varía a lo largo del día y según las estaciones, alcanzando su máximo en los atardeceres y en verano. Esta es la razón por la cual el color del látex es más intenso a la tarde que a la mañana. Expuesto al aire, se oxida y se oscurece rápidamente. 

Venía usada en casos de bronquitis, asma y tos. Y parece ser que Galeno y también Dioscórides utilizaban la infusión de esta planta selvática en vino para curar la ictericia.

Antiguamente, en el mundo rural, era costumbre, usar como desinfectante de las manos una cocción de celidonia, antes de intervenir en el parto de las vacas y caballos. Asimismo, se usaba para dar friegas a las ubres de las vacas cuando estas se inflamaban. También, desmenuzada en agua hirviendo, se usaba para calmar el dolor de dientes. Por este motivo, mis compatriotas los friulanos, originarios de la región del Friuli, la denominan como “hierba de Santa Apolonia”, santa abogada del dolor de dientes. No obstante, debido a su alto contenido de alcaloides, la celidonia es una planta tóxica, motivo por el cual, para su uso por vía interna, se requiere el control médico o de un experto en hierbas. En todo caso, nunca se debe ingerir la planta fresca ni su látex. 

Sin embargo, viene utilizada tradicionalmente en la medicina popular para su uso externo. Es eficaz para el tratamiento de las verrugas. Por ello, se le conoce también con el nombre de “hierba de las verrugas”. Para ello se deben romper los tallos y aplicar directamente o con un algodón o gasa en las zonas interesadas, dos o tres veces al día, hasta su desaparición. También se usa para ablandar callos y durezas, y para curar eccemas, papilomas, llagas y otras anomalías cutáneas. Para los callos y las durezas basta extender el líquido resultante de la maceración de una hoja de la planta en un vaso de agua. 

En la cultura gitana se usaba para los pediluvios o baños de pies, a fin de darles confort. Éstos no son recomendables para las embarazadas. Los animales de pasto la evitan por su sabor amargo, en cambio sus flores son frecuentadas por las abejas.

Te puede interesar