“Yuca pa ti, yuca pa mí”

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Guataneguiconsul…yupipati yupipati… luli Ruami Wanagá… Más de una/o estará pensando que me ha dado un telele comenzando a leer estas líneas, y otros tantos (espero que la mayoría), sepan de lo que estoy escribiendo y se les haya pegado el “¡si tu quieres bailar! ¡Sopa de caracol! ¡Eh!. 

Pues tanto a unos como a otros, para mayor explicación, es un tema de una banda hondureña que se llama Banda Blanca, cuya influencia musical se basa en las raíces culturales y utilizan un dialecto que forma parte de la comunidad garífuna, y se traduce en “quiero comer sopa” “Un poco para ti y un poco para mi” y “quiero seguirla disfrutando”. 

¿Y que tiene que ver ésto con el título de hoy? Pues nada. Quería hablaros de la yuca, y en mi búsqueda constante de juegos de palabras que me den pie a desarrollar un texto, fue para lo que me dio la cabeza. 

Mandioca, tapioca, guacamota, boniato de las Antillas, quiscamote, aipí….son diferentes nombres por los que es conocida la Manihot esculenta, tubérculo muy popular en las regiones tropicales, como el Caribe, Sudamérica y Sudeste Asiático. Para mí es un ingrediente del que hace 5 años solo conocía por fotos. Cabe decir que su venta en los supermercados es reciente y antes de su aparición en estos, su venta estaba limitada a pequeños establecimientos específicos. 

Además de ser un alimento rico en carbohidratos y una excelente fuente de energía para el organismo, la yuca tiene propiedades saludables, siendo un alimento muy digestivo, en el que aporta, de forma moderada, vitaminas, A, C y del complejo B, además de potasio, magnesio, calcio y hierro. 

Es muy versátil en la cocina, pudiéndose hervir o freír, para panes y masas o incluso para fermentaciones. Muy versátil e importante…pero (siempre tiene que haber un pero), tiene ciertos riesgos para la salud si no se cocina adecuadamente.  

La yuca contiene una sustancia química llamada linamarina, un glucósico cianogénico, que como su apellido indica es una posible fuente de cianuro, en concreto de ácido cianhídrico (HCN). La linamarina puede generar este acido a través de una reacción química producida por la acción de la linamarasa, una enzima que esta en las paredes celulares de las plantas de yuca. 

Para inhibir esta reacción la clave está en tratar adecuadamente la yuca antes de consumirla, teniendo que pelarla, macerarla, escardarla, freírla o fermentarla, eliminando las zonas con mayor cantidad de linamarina o neutralizando la generación de HCN. Si no se hace correctamente puede dar lugar a una intoxicación por cianuro, y eso ya sabemos que “no es bien”. Para dar un dato histórico de la importancia y poder del cianuro, deciros que es la base de la formula utilizada en las cámaras de gas de los campos de exterminio nazi. 

Y alguno se preguntará si se puede morir por comer yuca. Y la respuesta es…si. En el año 2005 en Filipinas, murieron mas de 27 niños y mas de 50 quedaron en estado grave al ingerir un postre de mandioca frita en el recreo. Al parecer, el cocinero, no supo distinguir el tipo de yuca, que puede ser amarga o dulce, teniendo esta primera una mayor cantidad de linamarina, y no procesó debidamente el tubérculo antes de su degustación mortal. 

Las diferencias entre yuca amarga y dulce vienen en parte por el grosor de la corteza, mayor en la amarga, por el tiempo de cocción (mucho mayor en la amarga) y por el color amarillo en el que torna la amarga en cuanto se cuece. 

Desde Ourensanos seguimos dando información para la vida, la cocina y la alimentación y hoy os vais a dormir hoy sabiendo 2 cosas: que “wata negui consup” quiere decir “quiero comer sopa” y que debéis lavar, pelar y cocinar muy bien la yuca antes de degustar cocida, frita, o en una sopa…de caracol, ¡hey!

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