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Androides, los nuevos aliados del Pentágono

Uno de los modelos desarrollados para el Pentágono hace flexiones. (Foto: B.D)
Ya saben subir escaleras y hacer flexiones y pronto podrán conducir vehículos, retirar escombros y reparar averías en situaciones extremas.
Son los nuevos androides del Pentágono, robots más autónomos y fuertes que nunca. Los robots humanoides con autonomía supervisada podrán ser utilizados en rescates, introducirse en terrenos de difícil acceso y asistir en desastres naturales. La firma a la que el Pentágono encomendó la misión es Boston Dynamics, que obtuvo este mes un contrato de 8,8 millones de euros para construir estos robots, que tendrán dos piernas, dos brazos con manos y una estructura similar a una cabeza humana con sensores y un ordenador a bordo.

La concesión se hizo a través del programa de robots de alta movilidad de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (Darpa). El robot tiene que tener 'caderas, espalda y hombros; cuello y muñecas; hombros, rodillas y tobillos', que le den capacidad de movimiento y flexibilidad. Las extremidades y el torso deben estar, además, cubiertos por un armazón que dan al androide un aspecto más humano.

El objetivo principal del proyecto, que ya está en marcha, es desarrollar un robot terrestre capaz de ejecutar 'tareas complicadas en ambientes peligrosos'. El Pentágono busca avanzar en nuevas tecnologías consideradas claves para lograr mejorar la autonomía de estos autómatas, que todavía tienen que ser manejados con supervisión. Al mismo tiempo, se busca que puedan ser controlados por operadores no expertos y funcionen pese a dificultades de comunicación como un ancho de banda bajo.

Los robots ya se están entrenando en los laboratorios de Boston Dynamics donde son sometidos a pruebas de resistencia para demostrar que cumplirán con las misiones de rescate. Se espera que los robots estén a punto en 2014 pero antes tendrán que probar que pueden conducir un vehículo utilitario de carga, de 450 kilogramos, a una velocidad de 15 kilómetros por hora; cambiar de marchas, acelerar y frenar; retirar escombros que bloqueen una puerta y abrirla para entrar a un edificio. Una de las tareas más difíciles será la de detectar y cerrar una válvula en un escenario ficticio en el que se supone que hay una fuga en una tubería y tener la habilidad de cambiar un componente mecánico, por ejemplo, de un sistema de refrigeración.

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