CON LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Florentino, la palanca de la historia

Florentino Pérez y Palomares
photo_camera Florentino Perez con Alfonso S. Palomares en su despacho de EFE, tras exponer su programa a los redactores de Deportes de la agencia.

Este exitoso ingeniero de caminos quería dar ahora el salto más difícil de su carrera, pero sabía que no era fácil

Si ponemos el oído atento a los sonidos mediáticos de la mitad del universo nos encontramos que el fútbol es la palanca que mueve la historia. El fútbol es lo que produce más palabras, más frases, más reflexiones, más conversaciones de café, más discusiones entre cuñados y más discursos frívolos y filosóficos. El árbitro don Pedro Escartín hablaba de fútbol con el mismo rigor y seriedad que Kant de metafísica. Es el barómetro más sensible a la hora de marcar el estado de ánimo de muchas comunidades y en concreto de la nuestra. Creo que hemos soportado las frustraciones y las necesidades de la última crisis debido a que delegábamos nuestros éxitos en las patadas certeras de los futbolistas.

El fútbol es una religión con más seguidores fanáticos que ninguna de las religiones canónicas. El fútbol se parece a Dios en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le profesan muchos intelectuales. Como consecuencia de lo que acabo de escribir vemos que los presidentes y directivos de los grandes clubs tienen una proyección e influencia social análoga o superior a la de los políticos y banqueros. De ahí las luchas por hacerse con la presidencia de aquellos clubs que todavía pertenecen a los socios como el Real Madrid o el Barcelona; las estrategias electorales no tienen nada que envidiar a las políticas en la abundancia de zancadillas.

En los clubs que son sociedades anónimas vemos como los grandes equipos europeos van cayendo en manos de jeques árabes o multimillonarios chinos. De seguir por este camino, los clubs terminarán estando en manos de chinos como las tiendas de todo a cien. El escritor uruguayo Eduardo Galeano, escribió: “Me enamoré del fútbol como más tarde me iba a enamorar de las mujeres”. También Galeano acuñó una de las frases que se convirtió en axioma universal: “En su vida un hombre puede cambiar de mujer, de partido político y de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol.” La revista Forbes ha considerado al Real Madrid como el club más valioso del mundo. Hace un año lo valoró en 3.442 millones de euros.

Con este preámbulo quiero llegar a Florentino Pérez, al día de hoy sólidamente consolidado en la presidencia del Real Madrid, reconocido como el mejor equipo del siglo XX. 

El día 13 de diciembre de 1994, a media mañana, el director de deportes de la Agencia Efe entró en mi despacho para decirme que había venido Florentino Pérez, uno de los tres candidatos a presidir el Real Madrid de entonces, a exponerles a los redactores de deportes los puntos básicos de su programa electoral. Subió y comenzamos a charlar. Le conocía porque había ocupado puestos importantes en el Ayuntamiento de Madrid y dos direcciones generales en la administración central en los tiempos de UCD. A la hora de los saludos, parece tímido, pero cuando hace uso de la palabra resulta de una demoledora eficacia sin ser brillante. 

Era un empresario poderoso, hábil en modular empresas como si fueran de cera caliente y en mover acciones de unas a otras de manera que siempre sumaran. Un lince. Era como un ferrari siempre sobrado de gasolina. Este exitoso ingeniero de caminos quería dar ahora el salto más difícil de su carrera, pero sabía que no era fácil. Quería ganar la presidencia del Real Madrid, lo que le convertiría en uno de los hombres más poderosos e influyentes de España. Se lo dije nada más saludarle y él lo aceptó como un cumplido, que por supuesto no lo era, disponer del palco del Real Madrid a su antojo para facilitar encuentros entre poderosos es de una importancia que podíamos calificar de trascendental. Entonces comenzó a hablar él, la timidez que le supuse se disipó como la niebla bajo un sol radiante. 


 Arma de doble filo

  


El Real Madrid como instrumento de poder es un arma de doble filo, me advirtió, en donde el éxito o el fracaso dependen de muchas variables, pero al final de una sola: depende de si ganas y para ganar hay que meter más goles que los adversarios. O sea, todo depende que la pelota entre más veces en la otra portería que en la tuya. El público del fútbol es exigente, difícil y variable. Hoy te aclama para vituperarte mañana. El aficionado vive del presente y no de los gloriosos pasados, es cierto que los gloriosos pasados forman parte de la propia historia, pero cuando pierdes, las derrotas del presente eclipsan las victorias del pasado. El aficionado que asiste a un partido del Madrid contra el Barcelona y pierde no le sirve de consuelo acudir al almacén de los recuerdos y decir: “Hace dos años le ganamos por cuatro a cero”.

El hoy en el fútbol domina sobre el ayer. Lo otro es literatura, que puede ser interesante e incluso deslumbrante, pero es literatura. Palabras, palabras, palabras goles o no goles he ahí el problema. La reflexión de que vivir es recordar nos lleva a la nostalgia y un aficionado instalado en la nostalgia termina en la depresión. 

Sobre estos temas cruzábamos las más diversas ideas, tengo que confesar que Florentino es un tipo ingenioso, tanto que cuando nos despedimos cogí un folio y apunté algunas de las ideas que le había oído. Hoy encontré aquellas ideas en un papel descolorido. Han pasado muchos años y Florentino saboreó todos los éxitos que puede dar el Real Madrid, ignoro si hoy pensará lo mismo, también tuvo decepciones y fracasos. En esa hoja donde apunté notas de aquel encuentro, leo que Florentino me confesó que  acudía a las elecciones para rescatar al Madrid de la penosa deriva que estaba tomando por la gestión caprichosa de Ramón Mendoza. Calificó de caótica la situación económica y dijo que 8.000 millones de presupuesto eran suficientes para acabar con la deuda a largo plazo, pagar a los jugadores y proveedores.

En el debate que Ramón Mendoza tuvo con el candidato Gómez Pintado le dijo: “Usted es un iluso, pero es correcto, no como Florentino Pérez que engaña a todo el mundo”. Fue la respuesta que Mendoza le dio a la afirmación de Florentino de que en su último mandato estaba instalado en la derrota. También aludió a su edad y que el Madrid necesitaba gente joven con ideas nuevas. Florentino en el escenario electoral no se cortaba un pelo a la hora de acusarle de cínico y de desgobierno. Claro que Mendoza tampoco luchaba poniéndole a la espada fundas dialécticas, y le soltó: “Señor Pérez, es usted tristón, gris y tiene aire de cenizo. Tampoco tiene usted respeto por los mayores, ni lo tiene por el equipo. Usted es un desestabilizador. Figura usted como comparsa, quizá sin quererlo, de la mayor campaña de infamias contra el Real Madrid”. “Usted señor Mendoza está acabado, ha perdido su oportunidad”. Comentaba Florentino. Los votos no avalaron esa afirmación, pues Mendoza ganó las elecciones y no se entendió que unos más tarde, en noviembre de 1995 dimitiera como presidente por razones personales. 

Le sucedió Lorenzo Sanz que cumplió todo el mandato de Mendoza, hasta el año 2000. Cuando nos despedíamos me dijo que había que desdramatizar el fútbol como había hecho el alcalde Tierno Galván en uno de sus celebres bandos. Fue en el dedicado a cómo debían portarse los madrileños con ocasión de los mundiales de fútbol celebrados en España en el año 1982. Escribió un bando en prosa del siglo XVIII, en donde dice: “ Sin perjuicio de que sobrevivan los antiguos usos y públicos espectáculos, ocasionan nuevos modos de esparcimiento y distracción, tales como el llamado 'Football', expresión anglicana, que en nuestro común castellano equivale a que 11 diestros y aventajados atletas conspiran en el esfuerzo de empujar con los pies y la cabeza una bola elástica, con el afán, a veces desmesurado, en el lugar solícitamente guardado por otra cuatrilla de 11 atletas y viceversa.”


Nuevo intento


La derrota no desbarató las aspiraciones presidenciales de Florentino. En el año 2000 el presidente Lorenzo Sanz convocó elecciones presidenciales adelantadas para capitalizar la euforia de ganar su segunda copa de Europa. Las espumas del entusiasmo no produjeron el efecto apetecido. En esta ocasión Florentino hizo hincapié sobre los números, que iban mal y prometió mejorarlos, también mejoraría la eficacia futbolística fichando jugadores galácticos. Y trajo una constelación de estrellas como Figo, Zidane, Beckham, Robinho, Xabi Alonso, Cristiano Ronaldo. De entrenador puso a Mouriño, el mayor perturbador en el paisaje de los entrenadores. Ganó las elecciones por 3.162 votos. En las elecciones siguientes, en julio de 2004 logró el 94% de los votos, mientras que Lorenzo Sanz tuvo que conformarse con el 5%.

Dos años después dimitió, creo que por razones estratégicas. El equipo pasaba por una crisis de juego, perdiendo partidos de la copa de Europa, de la Copa del Rey y de la Liga. El vestuario era un nido de tensiones. Florentino creyó que era hora de provocar un revulsivo y dimitió, entre el asombro general y contra el parecer de la directica. Se presentó en las elecciones siguientes y barrió. Hoy no se concibe el Real Madrid sin Florentino que además ha puesto un cerrojo económico a los futuros candidatos con un aval bancario el 15% del presupuesto del Real Madrid.

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