Según un nuevo estudio enfadarse aumenta el riesgo de muerte súbita en personas con problemas de corazón

La ira puede multiplicar por diez la posibilidad de sufrir arritmias

Antes de enfadarse la próxima vez que un coche se interponga en su camino o que alguien le golpee con el paraguas, piénselo dos veces. Y es que recientes investigaciones han encontrado una relación directa entre la ira y futuras arritmias o problemas de corazón, enfermedades que causan 400.000 muertes al año sólo en Estados Unidos, según el Colegio Estadounidense de Cardiología.
Este nuevo estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Yale, han descubierto que la ira y otras emociones negativas fuertes multiplica, hasta por diez, el riesgo de sufrir arritmias y muertes súbitas cardiacas en personas vulnerables a la inestabilidad eléctrica en el corazón.

Anteriormente, varios estudios habían demostrado una mayor incidencia de muerte súbita cardiaca en la población en tiempos de estrés, como en terremotos o guerras. Sin embargo, esta investigación ofrece la primera evidencia de que los cambios provocados por emociones fuertes pueden predecir arritmias y que el estrés mental puede tener relación con la muerte súbita cardiaca. Así, esta nueva investigación considera que la ira inducida por cambios eléctricos en el corazón pueden producir, en el futuro, arritmias especialmente preocupantes en los pacientes más vulnerables, como aquellos con problemas de corazón y un desfibrilador cardíaco implantable (ICD).

Este sistema permite detectar los ritmos anormales peligrosos, o arritmias, y producir una descarga eléctrica para restaurar la normalidad de los latidos del corazón.

‘Es un estudio importante, porque estamos empezando a comprender como la ira y otros tipos de estrés mental pueden desencadenar arritmias ventriculares potencialmente letales, especialmente entre los pacientes con anormalidades estructurales del corazón’, explica Rachel Lampert, profesora asociada de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, en declaraciones al 'Journal of the American Collegue of Cardiology'.

PROBLEMAS CON LA INESTABILIDAD ELECTRICA

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores estudiaron a 62 pacientes con INC que se sometieron a un seguimiento durante un prueba de esfuerzo mental. Todos los pacientes del estudio tenían una enfermedad arterial coronaria, o una miocardiopatía dilatada (una condición por la que el músculo del corazón se agranda). Durante la realización de la prueba, llevada a cabo en laboratorio aproximadamente tres meses después de la implantación del ICD, se pidió a los pacientes que recordaran una situación reciente en la que habían estado enojados o enfadados. De esta manera, los investigadores pudieron analizar la T-Wave Alternans (TWA), que mide la inestabilidad eléctrica en el corazón. Tras estas pruebas, la doctora Lampert asegura que las emociones fuertes aumentaban la inestabilidad eléctrica en estos pacientes.

Los estudios también determinaron que, durante el seguimiento posterior a la prueba, los pacientes con ICDs tenían un nivel de TWA inducido por la ira superior a aquellos que no experimentaban arritmias. Incluso cuando otros factores clínicos que predisponen a altos niveles de taquicardia ventricular fueron controlados, la ira seguía siendo un importante predictor de este problema cardiaco, produciendo incluso un incremento de riesgo de hasta diez veces más que otros pacientes de sufrir arritmias.

Estos resultados presentan un futuro esperanzador. ‘Puede que la combinación de estas pruebas de niveles de TWA con nuevas pruebas de estrés mental ayude a los médicos a seleccionar pacientes que puedan tener arritmia y, a su vez, que puedan beneficiarse de un desfibrilador’, señala Eric J. Rashba, profesor de medicina de Stony Brook University Medical Center. ‘Sin embargo, se necesita más estudio’, añade.

A diferencia de lo que ocurre con el ejercicio físico, el estrés mental no eleva el ritmo cardiaco en exceso, lo que sugiere que los cambios observados se deben a un efecto directo de la adrenalina en las células del corazón. ‘Se necesita más investigación, pero estos datos sugieren que las terapias deben centrarse en ayudar a los pacientes a canalizar su ira y las emociones negativas, para disminuir el riesgo de arritmias y, por tanto, la muerte cardiaca repentina de algunos pacientes’, concluye el investigador Lampert.


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