Después de que el cineasta tachase de "asesinos" a los agentes involucrados en casos de brutalidad policial, los sindicatos han respondido llamando al boicot de sus películas
"Cuando veo asesinos, tengo que llamarlos por lo que son. Y los asesinos son asesinos". Estas palabras de Quentin Tarantino en una protesta celebrada el pasado 24 de octubre contra la brutalidad policial en EEUU (con casos como el de Eric Garner, muerto en la calle por una llave de estrangulamiento ilegal practicada por un agente de Nueva York), han derivado en una cadena de declaraciones que han terminado con la Policía americana pidiendo el boicot de las películas del director, que el 25 de diciembre estrena 'The Hateful Eight'.
“No es ninguna sorpresa que alguien que se gana la vida glorificando la muerte y la violencia odie a los policías”, dijo en un comunicado Patrick Lynch, portavoz de uno de los sindicatos policiales más activos en EEUU. "Apoyamos el boicot a las películas de Quentin Tarantino. La retórica del miedo deshumaniza a la policía y alienta los ataques hacia nosotros", se unió Craig Leilly, presidente del sindicato policial de LA.
Desde la derecha mediática de EEUU las críticas arrecian. "Este Tarantino creo que ha destrozado su carrera, porque cualquiera que escuche eso va a pensar: '¿Sabes qué? Quizá no voy a ver sus películas", apuntó el presentador de la FOX Bill O'Reilly.
Y en medio del conflicto, un negocio. El que tiene entre manos Harvey Wenstein, productor de la nueva película de Tarantino, y que, viendo en riesgo las posibilidades comerciales (y aspiraciones de Oscars) de 'The Hateful Eight', está negociando, según publican varios medios estadounidenses, una reunión entre el director de 'Kill Bill' y representantes policiales. Para intentar cerrar el asunto y que la caja registradora no se resienta.
